Día 9: 'Castigo.'

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Siento como alguien me mueve de un lado a otro provocando que lance otra patada al aire. Mi humor recién levantada no es muy bueno y menos aún recordando que tengo que cumplir un castigo. Sé perfectamente que el idiota que está en el suelo quejándose del dolor es Potter. Sé que he sido yo la he le he dado una patada. Y sé que se la merece.

Como bien dijo ayer, ha venido hasta mi habitación a despertarme. A veces, tengo ganas de que el mapa ese se queme, pero luego me doy cuenta que soy una maldita envidiosa ya que a mi también me gustaría tener uno igual.

Quito las sábanas de encima mío y espero que mis ojos se adapten a la oscuridad.

La imagen de Potter en el suelo con tan sólo un pantalón de pijama casi me causa un infarto.

Lily aparta la mirada de su perfecto abdomen.

Carraspeo llamando su atención. Deja de retorcerse en el suelo y de un sólo movimiento se pone de pie. Antes de que hable, tapo con mi mano su boca. Conozco bien a James y él no es capaz de controlar su tono de voz, si lo dejaba hablar, me arriesgaba a que mis amigas despertaran, por ende a que vieran a Potter y que gritaran como locas.

—Estúpido Potter. Sal de mi cuarto, tengo que cambiarme.

Aún llevo mi ridículo pijama puesto y además tenía un poco de frío. De todas formas ni loca iba así al comedor. Si Potter quería ir en pijama, bien por él, pero yo no me iba a arriegar a que la gente viera como amanezco.

Aparto poco a poco mi mano de sus labios y cuando veo que no dice nada suspiro aliviada. Antes de que pudiera empujarlo hasta la puerta, Potter abre su estúpida bocaza.

—Creo que yo también debería cambiarme. —medio grita.

Por suerte, ninguna de mis amigas se despiertan. Agradezco en estos momentos que tengan el sueño pesado.

Si ya estaba lo suficientemente en shock por haber visto a James sin camisa, lo de ahora me deja aún peor.  Su uniforme de Hogwarts se encuentra encima de uno de los escritores. Sin previo aviso, veo como James empieza a bajarse el pantalón. Giró sobre mis talones para no verle y siento como mis mejillas se calientan. ¿¡Qué demonios está haciendo!?

—¡Qué se supone que haces estúpido! —digo esta vez sin controlar mi tono al hablar.

—Cambiarme. —no le veía, pero puedo jurar que se había encogido de hombros.

—¡Aquí no imbécil!

—A mi no me importa. De todas formas ya me ha vestido, puedes darte la vuelta.

Tapo mis ojos con las manos y me giro hacia él. Separo un poco los dedos y efectivamente él ya está vestido.

—Voy a cambiarme.

—Ajá.

Agarro mi uniforme y me encierro en el cuarto de baño. Me miro en el espejo y veo que estoy más roja que un tomate. Tenía que calmarme y olvidar a Potter sin camiseta.

Una vez que mis mejillas han tomado su color habitual, salgo del cuarto de baño. Potter esta apoyado en el marco de la puerta esperándome con los brazos cruzados. 

Quedamos fuera de la Sala Común, ya que él debe coger un pasadizo para poder salir del pasillo de las chicas. Casi todos los alumnos odian ese conjuro en las escaleras.

Una vez que llegamos al Gran Comedor, me quedo horrorizada ante el desastre que hay. ¡Tardaríamos años en limpiarlo todo!

Potter me lanza una mirada igual de asombrada que la mía.

30 días para enamorarme (Jily) (Editando) #MundialesQD2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora