Día 1: 'Estúpido y endemoniado alcohol. '

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El dolor de cabeza que tengo es insoportable. Es como si miles de flechas me estuvieran atravesando el cuerpo. No soy capaz de abrir los ojos y la molesta luz no desaparece.
Y lo peor de todo, es que no recuerdo absolutamente nada de lo que hice ayer. Pequeños déja vu inundan mis pensamientos, pero ninguno de ellos rebela lo que hice después de la supuesta 'última copa'.

Todos estos síntomas sólo se pueden resumir en una única palabra: resaca.

¿Por qué la perfecta Lily Evans iba a querer emborracharse? La respuesta, para mi mala fortuna, es un mal de amores. Después de que el joven prefecto de Ravenclaw, mi amor platónico desde que ingresé a Hogwarts, y el estereotipo de Príncipe Azul, me rechazara -una tarde en Hogsmade- a mi querido corazón roto no se le ocurrió otra cosa que emborracharme.

Aún me dolía recordar la vergonzosa escena y las típicas palabras que pronunciaron sus perfectos y suaves labios.

No eres tú, soy yo. Me gusta alguien.

Sólo puedo pensar en lo afortunada que será esa chica cuando mi Theo se le declare.

Me retracto.

Cuando Theo se le declare.

Desafortunadamente, él no es mío y nunca lo será.

-Buenos días.

Abro lentamente uno de mis ojos encontrándome cara a cara con el diablo en persona.

¡Por las barbas de Merlín! ¿Qué demonios hice ayer?

Mis ojos se abren aún más, tanto que temo que salgan de sus órbitas. Pego un salto, abandonando la cama. Esto provoca que mi dolor de cabeza aumente. Miro horrorizada al ser con el que supongo que dormí esta noche. Un James Potter adormilado y con una estúpida sonrisa plantada en su estúpido y feo rostro me saluda.

Suspiro aliviada al ver que aún llevo puesta la túnica que usé ayer. Pero eso no cambia que yo haya amanecido en la misma habitación que Potter, y en la misma cama.

-Ya me estas diciendo el por qué amanecí a tú lado. -intento sonar lo más tranquila posible, aunque internamente estoy histérica.

-¿No recuerdas nada? Tuvimos una noche muy divertida. -la sonrisa pícara de Potter hace que me ponga aún más de los nervios.

-¡Cómo me hayas puesto un dedo encima...!

-Pero que mente más sucia tienes, pelirroja.

Me sonrojo y bajo la mirada avergonzada. En ningún momento Potter insinuó eso. Una punzada en la cabeza me obliga a sentarme en una de las camas y no paso por desapercibida la mirada preocupada que me lanza Potter. En serio, debo averiguar cómo llegué aquí. Por lo que deduzco, estoy en el cuarto de los merodeadores.

Los merodeadores. James Potter, Sirius Balck, Remus Lupin y Peter Pettigrew.

Estos cuatro chicos son inseparables, y también el motivo de los suspiros de muchas chicas de aquí, incluyendo a mis amigas Nymphadora y Chloe.

No las culpo. James, Sirius y Remus son extremadamente sexys, y bueno, Peter es un caso a parte.

Nunca había cruzado palabra con ninguno de los tres últimos, tampoco es que tuviera interés. Pero con Potter, todo es distinto. Siempre estamos en constante competencia, desde nuestras calificaciones hasta la más pequeña tontería que se nos pase por la cabeza.

Así que, ahora, me sentía como si la realidad hubiera llamado a mi puerta y me hubiera propinado una fuerte patada en el culo. Porque acabo de perder mi dignidad y orgullo al dormir con el engendro.

30 días para enamorarme (Jily) (Editando) #MundialesQD2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora