Capítulo 25.

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Capítulo 25

"Llegue a odiarte porque jodidamente eres todo lo que quiero, pero no puedo tener"

Me sentí molesta e incómoda con la oficial que me inspecciono al entrar a la prisión. Digo ¿por qué tuvo que buscar entre los pañales de mi bebé? ¿Qué podría guardar yo ahí?

De cualquier manera. Vestí a Catalina para que se viera hermosa la primera vez que su padre la viera. Le puse un lindo mameluco de oso ya que el frio ya estaba aquí. El mameluco la cubría por completo a excepción de su cara. Mi niña lucia hermosa. Como nunca antes. Estaba tan distraída jugando con Catalina que no me di cuenta que los reos ya habían salido y teníamos que tomar asiento. Cock me tomo por el codo y me llevo al banco. Deje la pañalera en la fea mesa de metal, pero no pude despegar los ojos de la cara de mi bebé.

Más que nada tenía miedo de lo que pudiera ver si lo hacía.

John se aclaró la garganta haciendo que los ojos de Catalina se abrieran y me miraran fijamente. Enormes ojos verdes como los míos.

Levante la mirada y solo pude mirar sus ojos oscuros. Me dolió ver el parecido tan fuerte con Catalina. Su cabello, su boca, su nariz.

-Se llama Catalina -susurre meciéndola. Cerré los ojos y cuando los volví a abrir me dolió, como de verdad dolió. Su cabello había sido cortado en un estilo militar, su ceja se dividía en dos gracias a una cicatriz, baje la mirada y sus manos estaban llenas de cicatrices. Levanté los ojos para encontrarlos con los suyos. -¿Estas bien?

-Ahora lo estoy. Escogiste un nombre hermoso.

Le sonrío y me pongo de pie depositando a Catalina en sus, ahora más, grandes brazos. Y cuando el bebé está en sus brazos es como si el John que conocí hace seis años fuera completamente remplazado por alguien nuevo.

Sus ojos brillaron con algo que nunca había visto en él, pero lo vi en mi hermano cada que miraba a América, en Queen cada que veía a mi prima y a su pequeño hijo corretear juntos. Lo vi en mi padre cada que miraba a Adam o a mí.

Y ahora John tenía la misma mirada. Sostenía a Catalina como si tuviera miedo de romperla. Ella lo miraba agitando sus manitas y succionando en el aire con su pequeña boquita.

John se sentó lentamente, recargo el cuerpo de nuestra hija en sus largas piernas flexionadas y sostenía su cabecita con una mano. Con la mano libre acerco el dedo índice a la pequeña nariz de nuestra hija y ella levanto su cabeza tratando de atrapar el dedo en su boca.

Todos nos reímos y John me volteo a ver.

-Tiene tus ojos. –Le sonreí y asentí dejando que siguiera su inspección a nuestra hija. –No puedo creer que nosotros hayamos hecho algo tan perfecto.

Me reí pero una vocecita susurro en mi mente: No lo puede creer porque ustedes juntos son algo imperfecto y ella... es perfecta.

Sonreí y Catalina comenzó a llorar agitando sus bracitos.

-¿Ella está bien?

Me reí fuerte ya que era la misma pregunta que yo hice la primera vez que lloro mientras yo la sostenía.

-Solo está hambrienta. ¿Quieres darle su biberón?

-¿No la amamantas? –su ceño se frunció con profundidad.

-No –le contesto mientras agito la leche para que se mezcle y le doy el biberón. –Lo intente por un tiempo, pero la leche no bajo. Solo servía para que ella se desesperara y llorará con más fuerza.

Hell's AngellsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora