Capítulo 27.

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Capítulo 27.

"Y no te quiero mentir, pero tampoco quiero decirte la verdad" - Arctic Monkeys.

Ver a mi hija reír y corretear con los demás chicos del club es placentero, pero no le imaginaba así.

Imaginaba los brazos de John cubriéndome los hombros mientras ambos observamos a la perfecta niña que hicimos juntos. Pero mis propios brazos me rodean mientras estoy parada sola mirando a mi pequeñita tomar la mano de América y entre las dos correr a empujar a Rony.

-Bueno, aquí estamos otra vez –giro la cabeza para encontrarme a Mad con una cerveza en la mano y la otra en una de las bolsas de su pantalón. Le sonrío y vuelvo a girar la cabeza. –Mira sé que la cague, pero de verdad te pido una disculpa. Si pudiéramos volver a lo de antes.

Me río negando con la cabeza.

-Ya no podemos, Mad. Ya la cagamos.

-¿Y se supone que no podemos arreglarlo?

Me encojo de hombros. Catalina viene corriendo y se esconde detrás de mis piernas y cuando se da cuenta que no son suficientes para cubrirla va a esconderse detrás de Mad. Se ríe y vuelve a correr con sus pasos torpes de bebé de un año.

-No sé. –Contesto al fin. –Me gustas, pero...

-John sigue teniendo la mayor parte de ti vida.

Me encojo de hombros. Se supone que mañana voy a llevar a Catalina con su padre. Quiere felicitarla por su primer año de vida. Ha pasado más de un año desde que vi a John por última vez. Siempre se turnaban entre Cock y Deacon para llevarla, pero Cock salió a carretera ayer por la mañana y Deacon tiene algo especial planeado con Linda.

Y, obviamente, no puedo mandar a Georgia sola así que vamos a acompañarnos entre nosotras.

-No es eso. Yo... me dio miedo. Abrí los ojos y tú ni siquiera me estabas mirando.

Se ríe sacudiendo sus enormes hombros y se termina su cerveza.

-No me puedes juzgar. Tenías los ojos cerrados y la cabeza volteada hacia otro lado.

-¡Es eso! No nos pudimos mirar mientras lo hacíamos.

-Te estoy mirando ahora –contesta tomando mi cara entre sus mano y mirándome directo a los ojos, pero desvío la mirada hacia mis pies. –Eres tú la que no me puede mirar.

-No es eso –susurro con voz estrangulada.

-Solo hazlo y superemos esto. Dejémoslo atrás y sigamos sin mirarlo.

Levanto la mirada con miedo, pero no hay en sus ojos lo que tanto temía. No hay amor, no hay necesidad. Su mirada no dice podremos estar juntos por siempre viviendo felices. Su mirada dice estoy tan roto como tú y tal vez nos rompamos más, pero no importa. También es posible que nos peguemos un poco.

Le sonrío y paso mis manos por sus antebrazos.

-Te estoy mirando ahora –susurro mirando sus ojos azules directamente.

-Y dime que vez, porque yo veo a la mujer que rompieron más de una vez. No a la que amo si no a la que me puede entender.

Le sonrío un poco.

-Veo al hombre que ama a una mujer que no soy yo, y que está roto. Veo a un hombre al que entiendo y me entiende y que ahora pedo mirar. Veo al hombre que viene a mi casa, arregla cosas y juega con mi hija sin esperar nada a cambio.

Se ríe negando con la cabeza y me suelta al fin.

Doy tres pasos acercándome y rodeo su cuello con mis manos hasta su nuca y lo acerco a mí.

Hell's AngellsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora