Treinta y nueve

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Pasé el resto de la tarde junto con Taylor y mi pequeño, llamé a mi madre y ésta preocupada me preguntó qué había pasado y cómo estaba. Al parecer Ashton también se había ido luego de mi y no había hablado con nadie.

Le expliqué a mi mamá lo que había pasado, y me dijo que quizás Ashton había actuado mal, pero que no lo podía juzgar sin antes hablar con él, sin escuchar sus explicaciones, y que era mejor tomarme un tiempo para aclarar las cosas en mi cabeza y en la de él.

Ryan llegó a éso de las diez de la noche, con Tay comíamos una pizza viendo una película de terror por netflix, aprovechando que Adam ya se encontraba dormido. Pausamos la película y encendimos la luz de la sala, nos saludó a las dos y se sentó en el sillón en medio de nostras.

—Los chicos estaban preocupados por ti, quedaron asustados con todo lo que pasó.

—¿En qué momento llegó Stephen? —le pregunté sin rodeos, ésa era mi mayor duda.

—Mientras hacían las ensaladas yo lo llamé, ya que Markus me pregunto por él y quise ver si podía ir —hizo una mueca— cuando llegó tu ya estabas en la plaza con Adam y Ashton había ido minutos antes de que llegara.

Asentí sin saber que más decir. Sólo esperaba que el fin de semana pasara rápido y poder aclarar las cosas con Stephen.

Stephen

Me encerré en mi habitación durante la mayoría de la tarde, a Chloë le dije que había discutido con mis padres, y como me conoce enojado prefirió salir a casa de una amiga. Necesitaba descargar el enojó con algo, así que agarré mi saco de boxeo y fui al gimnasio del edificio y lo colgué en una de los fierros que había allí, ni siquiera me puse vendas en las manos y ya estaba golpeando el saco con toda la furia que tenía.

No sabía cuál sería la explicación de Kiara ante tal escena que vi hoy. Me sentía como un imbécil, ya habíamos peleado con aquél idiota por las estupideces que había dicho cuando me conoció, quedamos en buenos términos, pero ahora todo se fué a la real miérda y todo lo que quería era romper su maldito rostro en miles de pedazos. Me daba igual si era amigo de Kiara, pero ella era mí novia, y nadie toca lo que es mío.

En el saco imaginaba su rostro y más enojo crecía dentro de mi hasta llegar al punto en el que el saco se encontraba manchado de rojo y mis nudillos estaban a carne viva. Grité dando un último golpe y me senté en el suelo del gimnasio vacío.

Las ganas de hablar con Kiara me estaban matando, pero tenía la cabeza muy caliente como para escucharla claramente. Mis manos tiriraban por la adrenalina y ya comenzaban a doler mis nudillos. Desbloquee el celular y como fondo había una foto de ella y Adam en la playa, recordaba ése día lleno de sonrisas de parte de ella. Bloqueé nuevamente el celular y me fui a mi departamento con el saco a cuestas.

Me meti a la ducha rápidamente, Chloë me había avisado por un mensaje que ya venía a casa, así que curé bién mis nudillos antes de que ella llegara y los vendé. Me hice algo para comer mientras esperaba a que llegara Chloë, limpié un poco la sala y ordené mi habitación, buscando alguna distracción para no llamarla o pensar en ella.

Cuando llegó Chloë, la cena ya estaba lista, así que rápidamente serví ambos platos y nos sentamos a comer. Pero sabía que en cualquier momento podia salir el tema de mi enojo hoy, por lo tanto me haría contarle que había pasado.

—Tus nudillos —miré mis manos y recordé que tenía las vendas cubriendo mis heridas— ¿qué les pasó? —ella paró de comer y me quedó mirando mientras esperaba una respuesta.

—Fuí a entrenar al gimnasio con el saco de boxeo.

—¿Y que te hizo el pobre saco para que tus manos estén así? —dejó su tenedor en la mesa y me miro fijamente— ¿qué sucedió hoy?, es obvio que algo no me estás contando.

YOU (Terminada - EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora