Cincuenta y tres

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Una semana después, la mayoría de las cosas de Stephen estaban en mi departamento, lo malo, es que si antes el lugar era pequeño, ahora era una caja de fósforos.

Lo bueno es que después de tanto trabajo, teníamos una merecida recompensa de unos de días en la playa junto a los chicos y alejados de toda la ciudad.

Dejé el bolso de Adam en la sala y agarré unas últimas cosas, Stephen debería estár por llegar, había quedado de pasar a casa de sus padres para visitar a Stephanie y pasar un par de horas juntos antes de irnos a la playa.

Cuando llegó Stephen, bajamos con todos los bolsos y yome a Adam, nos acomodamos en mi camioneta y el se fué de conductor, nos montamos y nos fuimos directo a la playa. Cuando llegamos, eran pasado las once de la noche, Adam venía durmiendo hace un buen rato así que lo fui acostar a una de las habitaciones, más bien la que estaba al lado de la que sería mía. Lo acomodé bien y dejé la puerta semi abierta en caso que se lavantara.

Los chicos ya estaban aquí hace unas dos horas, así que ya habían pasado al super mercado a comprar cosas para el fin de semana. Salí al patio de la casa y una cerveza bien fría dio en mis narices, se la recibí con gusto a Mia y nos acercamos a los chicos que estaban haciendo carne en la parrilla, abrace la cintura de Stephen y éste me rodeó con sus brazos dejando un beso en mi cabello, sonrei como idiota frente a su detalle, sin poder evitarlo.

Sin duda iba a ser un buen fin de semana.

...

Desperté enterrada en la almohada y con las sabanas hasta mi cabeza, durante la noche hacía mucho frío, aunque teniendo a Stephen a mi lado... El frío no se sintió mucho que digamos. Me giré en la cama y a lo lejos podía sentir el ruido que hacían las olas al chocar con la arena o con las rocas del lugar, haciendo un sonido perfectamente relajante. Abrí los ojos esperando ver a Stephen a mi lado pero no había nadie, toqué su lugar en la cama inconscientemente y aun estaba tibio, por lo que se había levantado hace poco.

Miré la hora en mi teléfono y eran apenas las diez de la mañana, lo desconecte de su cargador y lo dejé bajo mi almohada, al parecer Adam aun seguía durmiendo ya que no estaba revoloteando por aquí, así que no había razón para levantarse aún.

Sentí unas manos en mi rostro, eran pequeñitas y suaves, sonreí al ver a Adam frente a mi acariciando mi rostro con delicadeza, o toda la delicadeza que podía reunir un bebé.

—Mem —tiró mi brazo fuera de la cama para que me levantara, me senté y reí al ver como me empujaba para que me levantara.

—Deja abrigarme —reí y me levante de la cama.

Vi como andaba vestido, suponía que Stephen lo había cambiado ya que no estaba con su pijama, sino con un buzo y zapatillas de deporte, era un mini Stephen, pero rubio. Pasé una sudadera por mi cuerpo y me puse mis pantuflas, Adam agarró mi mano y me guió por los pasillos hasta salir de la casa y llegar a la playa. Adam se fué corriendo hasta donde estaba Stephen y sonreí ante lo que me esperaba a unos metros.

Estaba un poco nublado y hacía algo de frío, pero eso no nos impedía desayunar en la playa. Termine de acercarme a él y puse mis manos sobre mis mejillas viendo todo lo que había en la mesa, reí mirando a Stephen y lo abrace por la cintura enterrando mi cara en su pecho y llenandome de su aroma dulce y masculino.

—Eres perfecto —me acerqué a sus labios para dejar un besos sobre ellos, pero Stephen tomó mi cintura elevandome del suelo y quedando casi a la misma altura.

—Hay que aprovechar los días que estemos aquí, y qué mejor que partir el día con el desayuno en la playa —besó mis labios despacio mientras me aferraba a él.

YOU (Terminada - EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora