Parte dos: Una relación sin lazos

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Parte dos: Una relación sin lazos

D.O abre los ojos y se encuentra con la gris y descuidada pared del lugar donde duerme. Le duele un poco la cabeza y siente su cuerpo pesado.

Oh sorpresa

No es su cuerpo el que pesa, es el cuerpo de Kai sobre el suyo lo que le hace sentirse de esa manera y enseguida su mente busca respuestas.

Después de visitar a Suho y asegurarse de que estaba sano y salvo, regresaron al cuarto y Kai lo siguió hasta su habitación. Luego, después de haber bebido, el susto y la mala noche, terminaron sobre el colchón con los párpados pesados y sin ánimo para otra cosa que no sea dormir.

En parte, está tranquilo, porque sería terrible no recordar que había pasado la noche con Kai y no precisamente durmiendo, pero también está frustrado. Está en un punto en que no le importa si Kai se aburre de él, definitivamente ya no aguantaba más: también quería estar con él.

En ese momento, el muchacho se revolvió en la cama casi haciendo un berrinche cuando tuvo que levantarse porque la alarma de su celular estaba en sus pantalones y lo suficientemente lejos para que pudiera apagarla de un manotazo. Alza su cabeza para buscar con una mirada fastidiada el aparato y solamente encuentra unos enormes ojos que lo miran.

–Eh... ¿hola? ¿buenos días?– D.O está despeinado y se ve tan sorprendido como el otro chico. Kai lo mira confundido por un momento, como si él también estuviera analizando cómo es que terminó en ese lugar. La alarma dejó de sonar en ese momento y simplemente se quedaron ahí sin decir una sola palabra.

–Buenos días– Kai respondió después de un rato, con una sonrisa que no le daba para nada buena espina al dueño del cuarto, porque decía "te voy a comer, aquí y ahora" Y eso fue exactamente lo que pasó.

D.O ya sabía cómo leer al otro hombre.

Kai se tapó con las sábanas dejando al chico sorprendido hasta que sintió unas manos en su cadera y un tibio aliento cerca de sus partes más íntimas. D.O se agarró de lo primero que encontró y empezó a mirar para todas partes con ansiedad, sabía perfectamente lo que iba a pasar y no estaba listo. Nunca iba a estar listo.

Cuando una lengua húmeda lo rodeo, clavó sus dientes en su pobre labio inferior, que sufrió mucho a causa de las travesuras de Kai. Tenía que aguantarse las ganas que tenía te gritar y de tomar su cabello para establecer el ritmo que quería, pero no se atrevía a poner un dedo sobre el otro chico.

Así pasaron unos cuantos minutos, con D.O muriendo de tensión, excitación frustrada y miedo hasta que Kai paró su trabajo tan repentinamente que el mayor no pudo evitar dejar salir un suave jadeo de sorpresa.

–¿Qué te pasa? ¿Sigues dormido? ¡Es como estarle haciendo una mamada a un muerto! ¿Y sabes algo? No le doy mucho a la necrofilia.

D.O, con toda la tensión acumulada en su cuerpo, dejó salir una risotada inesperada. Kai era muy ingenioso cuando quería, aunque nunca se terminaría de acostumbrar a lo vulgar de su vocabulario.

–Yo... estoy nervioso– intenta justificarse, pero sólo se gana una burla.

–¿Eres virgen?– la directa pregunta casi lo ofende, pero sólo niega con la cabeza.

–No, Kai. No soy virgen.

–¿Nunca lo has hecho con un chico?– y ahí va otra vez con su interrogatorio incómodo.

–Sí, Kai... si lo he hecho con un chico antes.

El menor frunce el ceño, pensativo, como si no estuviera entre sus piernas, asomando apenas la cabeza por las sábanas y murmura ciertas cosas que D.O no es capaz de escuchar.

Mío (Kaisoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora