Cuando Victoria Ross entró por aquella puerta para salvar a la empresa familiar de irse a la ruina, Daniel Adams jamás pensó que ella se convertiría en su alma gemela. Sin embargo, de una loca y extraña manera ambos terminan perdidamente enamorados...
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Comprender a Victoria era un gran lío. Siempre era fría y distante, sin embargo, aquella noche en el restaurante fue muy agradable estar con ella.
No tengo idea de como acercarme, siempre que intento invitarla a salir, me rechaza con un rotundo NO.
Con Gale la llevó muy bien, creo que ahora somos amigos. Es una gran chica, y para mí fortuna, también es la mejor amiga de Victoria.
Mi amigo del alma, me aconsejaba abandonar el asunto, quizá aceptar que Salir con Rose era una idea mejor, por otra parte, Alice, me aconsejaba seguir intentando, ella piensa que Victoria es fantástica, incluso cuando aún no la conoce. Creo que eso es gracias a mi, le he hablado maravillas de ella.
En fin, creo que tengo que pensarlo bien, tal vez deba aceptar el hecho de que Victoria no quiere salir conmigo, sí, ya sé lo que haré. Haré un último intento con ella y si la cosa no función, lo dejo todo. Así es, la voy a invitar a ser mi acompañante para la presentación de Christopher. Si acepta será un placer y si no, será hora de rendirme.
La fiesta es en 4 días, voy a invitar a Victoria mañana, espero que no haya hecho planes con alguien más. Estoy muy nervioso, la fiesta será muy elegante y la noche muy especial. Espero que Victoria diga que sí.
....
Ya era hora, lo había pospuesto durante todo el día pero tengo que hacerlo. Lo más seguro es que me diga que no y si es así, entonces tendré que rendirme y seguir, pero aún existe en mi, la más mínima posibilidad de que esta vez diga que sí. Bueno, nuestra junta para arreglar los últimos detalles sobre la fiesta estaba por terminar. Victoria había organizado todo a la perfección y todo saldría muy bien mañana, a Christopher también le había gustado mucho todo lo que Victoria propuso. Estaba feliz con su trabajo, eso era genial para la empresa...
... Y ahí estaba ella, tan bella como siempre, hoy vestía un precioso vestido rojo. Se veía preciosa, su vestido era corto y con un escote divino en la espalda, tanta belleza resultaba intimidante algunas veces.
—Victoria, espera un momento, ¿Podemos hablar?— ella estaba hablando con Gale, pero la despidió con un gesto y giro hacia mi—.
—Claro. ¿Sucede algo,Daniel?
—No, para nada. De hecho, todo va muy bien. Quería hablar contigo sobre otra cosa. Me preguntaba si mañana te gustaría acompañarme a la fiesta.
Ya estaba hecho, lo había dicho y ahora todo dependía de Victoria, si ella decía que no, podía olvidarme del asunto y seguir adelante. Eso era lo más seguro, que ella dijera que no. Me estaba mirando, parecía que estaba considerando la posibilidad en su mente, quizá va a decir que sí...
—La verdad, no lo sé, Daniel— ¡Perfecto! Al menos no fue un rotundo no... aún— te he dicho muchas veces que no suelo salir con colegas del trabajo, mucho menos con mis jefes. Y no es que no quiera, es sólo que no quiero problemas en mi trabajo.
—Yo jamás te traería problemas. Te lo aseguro, dame sólo una oportunidad, ven conmigo mañana. Es solo una fiesta, además de que es una fiesta en la que trabajamos juntos. Salgamos como amigos, conóceme y permíteme conocerte, después de mañana, ya veremos que pasa. ¿Qué te parece?
—Cuando lo dices así, no suena como una mala idea. Me has pedido una cita desde antes de que empezara a trabajar aquí (así era, me volví loco por Victoria desde el momento en el que la ví en aquel bar y ella lo sabía) así que supongo que no estaría mal probar con la fiesta de mañana.
—¡Perfecto! Yo paso por ti. Te aseguro que no te arrepentirás.
¡Genial! Victoria había aceptado, mañana saldría con ella. ¡Diablos! Ya quiero que sea la fiesta.
