Capítulo 29

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Todo comienzó tiene inevitablemente un final, sin importar cuán malo o bueno sea este.

¿Existía un mañana para mí? ¿Podría haber algo peor que lo que estaba viviendo justo ahora? ¿Porque a mí? Mi cabeza era un constante ir y venir de preguntas que jamás tendrían respuesta, de sueños que jamás llegaría a cumplir y de recuerdos que solo serían eso. Cada día, cada vez que podía intentaba recordarlo, trataba de recordar la última vez que fui felíz, la última vez que vi la sonrisa de Daniel, la última vez que me sentí viva. Al principio fue fácil, la imagen era vivida y constante pero mi tiempo aquí se había prolongado bastante y cada vez era un poco más difícil recordar su rostro, su cabello … no podía recordar cómo sonaba exactamente su voz, por más que me esforzará,, poco a poco estaba olvidado. No podía permitir eso, él es lo único que tengo, es todo lo que necesito y es por quién vivo. En mis sueños es el quién llega a salvarme, es el quién vence toda esta porquería y me lleva directo a mi felices para siempre, me toma en brazos y soba mi vientre mientras yo sonrio. Ahí es cuando despierto y observo todos los moretones en mi cuerpo, veo las enormes manchas moradas que pronto serán verdes, es inútil intentar mover un solo musculo. Cada brazo duele como el infierno y ni siquiera puedo mover las piernas. El dolor me hace querer morir pero al ver mi vientre y el pequeño bulto que ahí crece cada día más, sé que todo vale la maldita pena. Mi bebé sigue aquí, sano y salvó y así seguirá aunque el dolor me consuma en cuerpo y alma. Los ojos me duelen, están hinchados y aunque no tengo un espejo enfrente sé que ambos están morado e hinchados, el solo dirigir la mirada hacia el Vientre hace que duelan como si el hombre siguiera golpeándome pero mi hijo lo vale, sé que es un niño, lo siento así. A pesar del dolor no puedo evitar sonreír, será igual a Daniel, tendrá su enorme corazón y será tan feliz como sea posible. Al tocar mi vientre puedo sentir el calor de la vida que llevo en mi, casi puedo jurar que siento el pequeño latido de su corazón, por desgracia también veo todos los golpes, todas las manchas y la sangre seca que recorre mi brazo entero. Cierro los ojos, el dolor me carcome entera, sin pensarlo solo tocó el botón que está a un lado de mi cama. Cierro los ojos y espero a que el personal médico entre ya.

Ese fue el acuerdo, el maldito acuerdo, el día en el que decidí dar todo por ellos. Si yo no logro salir de aquí, al menos mi hijo lo hará, el será liberado y entregado a Daniel, se que el cuidara de el, lo amara con cada latido de su corazón y saldrán adelante juntos, me van a extrañar, eso lo sé, pero nunca se puede tener todo en la vida y bueno, aunque yo no esté ahí con ellos, siempre estarán en mi mente, no importa cuantas tipos me golpeen, no importa cuánto dolor tenga que aguantar siempre que mi familia esté bien. Es muy curioso, ahora, viendo la situación desde aquí, me da gusto que magguie ya no esté aquí. Esto sería todo un martirio para ella y sinceramente, no lo necesitaria.

Sé que hay muchas personas sufriendo por mí ahora, no saben dónde estoy ni como estoy, no imagino lo que sentirán al descubrir mi verdad, al darse cuenta de que mi estancia aquí ha Sido un completo infierno o al darse cuenta de mi decisión. Pero ¿Que otra opción tenia!?

Cuando conocí a Daniel… todo cambió, él era mi mundo, no había espacio para nada más y solo con eso, con la esperanza de regresar a su lado habría bastado para mí. Pero después llegó este pequeño bebé y ya no solo se trata de Daniel, ahora soy mamá y hay vida dentro de mi cuerpo, cada célula, cada pequeña parte de mi ser me exige protegerlo a como dé lugar y eso es justo lo que estoy haciendo. Tuve que decirle del embarazo a él, el hombre que me visito con la gran máscara blanca, aún no conozco su nombre pero él entendió. Le suplique para  salvar la vida de mi bebé y misteriosamente acepto, el trato duele, duele y demasiado pero no importa si sé que con cada golpe, cada moretón y cada hombre, aseguró el futuro de mi hijo.

Hay días en los que solo pienso en ese momento, las palabras que hubo y mi mente, todo lo que pasaba por mi mente.

Él estaba molesto, demasiado molesto y sus gritos solo creaban un dolor más intenso en mi cabeza, yo no podía dejar de llorar, el bufaba y caminaba sin parar alrededor de mi

—¿Cómo es posible que te hayan traído así? ¡Maldita sea!. El plan no era así. ¿Cuánto tiempo tienes ?

—Son .. son cuatro meses— respondí sollozando.

—Es muy tarde para interrumpir. ¡Maldición! De haber sabido que estabas embarazada jamás te habríamos traído aquí. 

El me miró directamente a los ojos, cambió su expresión por una de preocupación y se precipitó hacia mi, lo único que hice fue encogerme y cubrirme el rostro, acababa de recibir una paliza sin razón alguna, no podía esperar algo mejor ahora.

El me sujeto el mentón, descubriendo mi rostro y revelando mis lágrimas.

—¿Estás bien? Te dieron tu primer trabajo pero no pudieron ser muy malos, estás empezando. Te llevaré ahora mismo a urgencias pero antes tenemos que solucionar esto.

Lo miré sin comprender pero aliviada de no tener que recibir más golpes, no sabía qué hacer o qué decir. Dirigí mi mano a mi vientre. Lo miré, miré su tétrica máscara blanca y trate de ver, de ver si había algún rastro de mentira en su voz …

—Hare lo que sea por mi bebé.

—¿Estás segura de eso, Victoria?— la última vez que alguien me había llamado por mí nombre parecía haber sucedido hace mucho tiempo, incluso me parecio raro escucharlo—.

—Sabes quien soy—la máscara podía encubrir su voz pero no sus ojos, azules como el cielo, volví a llorar.—dejame ir y no sabrás de mi nunca más, déjame ir, por favor. Te lo suplico.

En todo mi corazón sentí la esperanza, la esperanza de ver salir algo de bondad de toda esta porquería en la que estaba. Mis ojos clamaban piedad y el solo dijo:

—No. Lo lamento pero eso no pasará, es hora de que dejes todo eso atrás. Jamás volverás a casa.

Y ahí, todo se rompió.

—Por favor, haré lo que sea, no me importa quedarme aquí pero mi hijo no tiene la culpa, por favor. ¿Qué pasará con el? ¿Me dejaran tenerlo? Por favor, haré lo que me pida para protegerlo.

—¡No lo sé, Victoria! No sé qué hacer con tu situación. Pero si estás dispuesta a hacer lo que sea …

—Cualquier cosa.

Lo dijo con voz calmada, como si fuera lo más casual del mundo, como si lo dijera a diario.

—Puedes cooperar, dejar de luchar cuando los clientes entran contigo y simplemente quedarte ahí, sin hacer nada. Cada uno paga una fortuna para poder hacer contigo lo que quiera y no les gusta que los traten mal. Puedo arreglar algo para ti, nadie lastimara a tu hijo pero tú serás mía, harás lo que quiera cuando yo lo diga y si yo digo que aguantes tres palizas al día, lo harás. ¿Estás de acuerdo?

—¿Que pasa con mi hijo?

—Lo entregaré a su padre— mi corazón palpitaba más fuerte—, a Daniel— su nombre en los labios de aquel monstruo retumbó en mi cabeza— pero tú … jamás sabrán de ti, tu hijo será salvado pero tú te quedás. Recibirás los golpes sin problema alguno y tendrás atención médica en todo momento, tu vientre será intocable, sólo podrá  golpearte en el rostro, las piernas y los brazos pero cuando el embarazo termine esas consideraciónes se acaban. ¿Que dices?

Ni siquiera me detuve a pensarlo. Sabía cuáles eran mis prioridades.

—Acepto.

—¿Estás segura? Vas a entregarme tú alma y tú libertad entera a cambio de un hijo que aún no conoces y del que jamás volverás a saber?

—No tengo nada que pensar, ya tienes mi respuesta.

Y en ese momento, en ese maldito momento le vendi mi alma al diablo.

Ella Es VictoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora