Ella Es Victoria

Capítulo 24.

Mi cuerpo entero duele ... ¿Qué ocurrió? Quiero correr, quiero gritar y salir de aquí, lucho por ponerme en pie pero apenas puedo abrir los ojos. No logro ver nada, al contrario, todo da vueltas, quiero levantarme pero todo me duele mucho.

Las ideas vienen a mi ... Vienen a mi de forma lenta... y se van enseguida ... Siento que me desvanezco.

Mi bebé... Mi bebé

Quiero protegerlo. Tengo que salvarlo ... Pero mis ojos, mis ojos se cierran y no puedo más....

..........

Miró fijamente a Daniel y me preguntó que sería de mí sin él a mí lado. Sin duda alguna el ha Sido mi fuerte durante todo este tiempo. Desde la muerte de Maguie me sentí pérdida, estuve a punto de caer pero Daniel nunca me dejo hacerlo, inclusive cuando yo lo aleje. Siempre estuvo ahí .. siempre. Hasta ahora ...

Abro de golpe los ojos, la cabeza me duele demasiado. Mis párpados ruegan por cerrarse pero las gotas de agua helada escurriendo sobre mi rostro no lo permiten.

-¿Tienes hambre?

No reconozco la voz que me habla, todos mis sentidos están alertas y mi corazón está a mil por hora. Trato de enfocar la vista en el lugar de donde escuche la voz, pero no veo nada, solo sombras.

Él grita.

-¡TE PREGUNTE ALGO, MALDITA SEA!

Su voz hace que me recorra un miedo enorme, doy un salto y eso me recuerda lo lastimada que estoy, me duele todo el cuerpo. De pronto todos los dolores vienen a mi otra vez.

Sufro de arcadas debido al dolor, no puedo soportarlo. Oigo pasos acercándose, es él.

De pronto me toma por los cabellos nuevamente y chillo, me retuerzo de dolor pero eso a él no le importa.

-¡Estas aquí, y si yo pregunto algo, tienes que responder, perra!

No dejó de jalarme, trato de apaciguar el dolor que siento, pero no puedo hacerlo. Cada movimiento se siente como navajas en todo mi cuerpo. ¿Qué diablos pasó?

Lo último que siento es el dolor recorriendome de pies a cabeza... Mis ojos se cierran.

-Amor ... Despierta, por favor.

Siento los ojos pesados, es algo así como cuando uno no duerme en toda la noche pero logra cerrar los ojos durante los últimos 30 minutos que le quedan para dormir. No quiero despertar ...

-Por favor, amor, mírame.

Su voz me tranquiliza, estoy a salvó. Poco a poco, abro los ojos y lo encuentro a el frente a mi, está recostado, su hermosa sonrisa me enamora y también sonrió.

-¿Qué ocurre? ¿Qué ha pasado, Dan?

-Tienes que ser fuerte, Vic. Tienes que serlo, por lo que más quieras, solo resiste.

¿A qué se refiere? ¿De que está hablando? Lo miro extrañada. Él prosigue:

-Estoy haciendo todo lo posible por llegar contigo. Solo resiste por favor. Tienes que despertar ahora.

-¿De que estas hablando? ¡Ya estoy despierta, Dan!

Río un poco por lo cómico de la situación.

-Tienes que despertar ...

De pronto lo veó, algo anda mal. No quiero despertar, no quiero hacerlo. Comienzo a tener miedo, miedo de abrir los ojos y perder este momento. No quiero ... No quiero hacerlo...

Más arcadas, los espamos me recorren todo y logran que abra los ojos nuevamente, al fin vómito, mi estómago duele demasiado, solo logro sacar un líquido transparente, no he comido nada y no se qué día es. Ahora no hay nadie que me grite, estoy sola. Mis ojos vuelven a cerrarse pero no puedo permitir que lo hagan, estoy tirada en el suelo, llevo mi mano a mi vientre y duele como el infierno pero no me importa. Debo ser fuerte por mi bebé, el espera lo mejor de mí y ... ¡Maldición! La ideas se van .. mi bebé, tengo que protegerlo. Tengo que saber ... Saber dónde estoy y que ... Qué fue lo que me pasó.

No puedo evitar sentir miedo, tengo miedo de que en cualquier momento él venga a este lugar. Ya me ha golpeado demasiado. Tengo sangre seca en la cabeza y en la nariz, todo el cuerpo me duele y el frío del suelo no ayuda en nada. El debió golpearme al traerme aquí, no recuerdo cómo lo hizo pero lo odio. Lo odio con toda mi alma por hacerme esto ... Las lágrimas me salen a borbotones y no puedo evitar gemir por el dolor y la angustia ... de pronto ya no solo Gimo sino que estoy llorando como nunca lo he hecho, quiero callarme por miedo pero no puedo controlarlo. Me duele el cuerpo, me duele mi hijo .. me duele el alma...

-¡Cállate, perra!- la voz me sobresalta demasiado y el golpe que siento en la nuca termina por llevarme a la inconsciencia otra vez. Mi cuerpo cae en seco y eso es lo último que siento ...

....

El tiempo pasa lento y monótono, ya no sabía que hacer para encontrar a Victoria, me dolía el alma y sin ella todo estaba acabado.

-Paciencia, sr. Adams. Estamos haciendo todo lo que está en nuestras manos para ayudarle- la voz de Holden sonaba seca, distante, lo que me molesto más- usted ha hecho todo lo posible.

-¡Cállate, Holden! ¡Maldita sea! Tú no sabes nada de lo que síento, jamás lo comprenderás. Este vacío no pasa y tú solo pides maldita paciencia. Solo quiero saber qué ocurre con mi esposa... Dónde está.

La puerta se abrió y creo un silencio entre Holden y yo, ya sabía que era el detective Hiller quien se acercaba, no quise mirarlo. Aún así, el habló:

-Los estudios han confirmado lo que ya sabíamos, la flor encontrada en la tráquea de Valerie pertenece al vestido de Victoria Ross ...

-Eso no es nada que ayude al caso ...

-Hemos llegado a la conclusión de que la persona que tiene a su esposa padece de algún transtorno mental. Él ha asesinado a Valerie, quien a su vez era idéntica a su esposa, la causa de muerte fue la asifixia pero aún así el asesino se tomó la molestia de introducir la detallada flor en su garganta, lo que indica que se dió el tiempo para cubrir cada una de sus huellas, tomar la flor del vestido y darle su marca personal al asesinato. Nuestra teoría es que él quiere que sepamos lo que hace y porque, está usando todo esto como un rompecabezas, al menos eso nos hacen pensar los hechos iniciales

Holden se queda boquiabierto, su expresión cambia inmediatamente y habla dirigiéndose a su compañero:

-Eso quiere decir que ...

Mientras Hiller hablaba y mientras Holden lo asimilaba, yo también lo hacía, al fin, antes de que Holden termine, terminó la triste frase que odio pronunciar en voz alta

-Habra más cuerpos- digo mirando a ambos detectives, esperando que milagrosamente alguno contradiga lo que acabo de decir.

Nadie lo hace.