Capítulo 32

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Victoria descubrió que algo había cambiado en ella. Pese al dolor, se sentía diferente. Ella ya no gritaba, ni se detenía mucho tiempo a pensar en que algún día saldría de ese lugar. Se había rendido. Sabía que nadie la encontraría y sinceramente tener esperanza dolía más. Cada que la puerta blanca se corría, ella esperaba que fuera alguien, que fuera Daniel, algún policía, que fuera cualquier persona pero que viniera en su ayuda, sin embargo, eso nunca pasaba. Y si el dolor físico no era suficiente, el esperar algo que jamás llegaría, hacia reventar su mente. La cabeza le punzaba al punto del llanto.

Ella no quería más de eso. Se había cansado de esperar. No lo iba a hacer más. No tenía idea de dónde estaban, ella estaba segura de que Daniel nunca sé rendiría antes de encontrarlas pero también sabía que el poder de estos hombres y del Dark Soul era mucho más fuerte. Quizá ella nunca sería libre y era hora de aceptarlo. Solo quedaba luchar y resistir por ese pequeño bulto en su vientre. Cada día crecía más. Y eso era lo único que podía mantenerla viva.

Se perdía de muchas maneras, observaba el blanco puro de las paredes y de los muebles. Cuando ellos llegaban para Vejar contra su cuerpo, ella se iba, escapaba mentalmente del lugar en el que se encontraba. A veces se centraba en la mesita de noche que estaba justo a lado de su cama. A veces en el leve brillo de la bombilla sobre si. Siempre había algo en qué detenerse. Pareciese que conocía aquel lugar como parte de si y la realidad era que, tristemente, ahora, ese lugar era todo lo que tenía. No había más.

Incluso sin haberlo llevado a la práctica antes, sabía cuántos pasos tenía que dar para llegar a la puerta corrediza, tenía en mente el número de pasos para llegar al baño, que, por cierto, nunca usaba por si sola, a diario llegaban hombres con mascaras para liberar sus muñecas, guiarla hasta el baño y dejarla ahí, solo para sus necesidades básicas. Era una humillacion constante pero a la que tristemente ya estaba acostumbrada. A veces sus piernas pesaban demásiado, entonces la cargaban. No había más que hacer. Solo se dejaba llevar.

Había pasado demasiado tiempo, Victoria ya no tenía idea de cuántos días llevaba ahí. Sin luz solar ni ventanas que la guiarán, era difícil llevar la cuenta. A veces, deseaba morir, deseaba acabar con todo de una vez por todas y enseguida de pensar eso, se arrepentía y se maldecia. Sentía que debía existir para cuidar a su hijo, para salvarlo de este asqueroso mundo que ahora era su día a día. Sin embargo ¿Quien podía culparla? Los pensamientos la invadian, era inevitable, y es que si ahora esté era su destino, que podría esperarle a su bebé ... Nada le aseguraba que respetarán su trato con el maldito hombre de mascara blanca, incluso si la hubiera, ¿Cuánta veracidad podían tener las personas involucradas en el "Dark soul"?

¿Y si moría antes de dar a luz? Dios santo, ¿Habrán muerto chicas en ese lugar? ¿Cuántas serían las víctimas de ste asqueroso lugar?

Las preguntas rebotaban en la mente de Victoria y dolía pensar en la respuesta. No sabía nada de ese lugar. No conocía nada más allá de las paredes blancas. Era frustrante. Cada día ver lo mismo, vivir lo mismo. Las paredes debían ser muy gruesas o reforzadas con algún tipo de material para sellar los ruidos porque en todo su tiempo ahí jamás había escuchado a otra chica. Sin embargo, sabía que las había. Ella no podía ser la única. Por lo que le habían contado, ese lugar existía desde hace mucho tiempo. Así que, o la habitación protegía de los ruidos externos o simplemente estaba muy alejada de cualquier otro lugar.

Su menta divagaba, un recuerdo vino a ella:

Era una historia de amor, sí, se estaba terminando de formar el recuerdo ... Alguien le contó sobre una obra, algo trágico. No recordaba como no quien.

Victoria cerro los ojos con fuerza para concentrarse más.

Era Gale. ¡Claro!. Fue una noche en la universidad. Gale estaba conmovida por una pieza que acaban de escuchar. el recuerdo era claro ahora, veía a Gale cómo si la tuviera ahí mismo con ella. Hablaba, podía ver en su rostro las lágrimas.

-Debiste haber ido, Vicky. ¡Fue hermoso! Y trágico al mismo tiempo. El nombre es "El lamento de Dido", es una historia trágica, de amor con un final infeliz. Debes escucharlo...

La mente volvía a estar más borrosa que antes. ¿Porque pensaba en eso?. Hacia mucho tiempo que Gale no pasaba por su mente. ¿Que podría estar haciendo ahora? Quizá en casa de su novio, el mejor amigo de Dan. Quizá en el estudio, trabajando hasta tarde como acostumbraba o simplemente tomando un café de la cafetería vecina al trabajo. No podía estarla buscando ¿O si?. Después de tantos años ... No, ella no se rendiría tan fácil. Al igual que Dan, buscaría hasta el cansancio, pero, ¿Era posible hacerlo siempre? Si ella se detenía, Victoria no la culparía. No era fácil seguirla si no había ningún rastro, si en todo este tiempo había estado encerrada ahí.

La canción seguía, el ruido de su recuerdo seguía en su mente. No podía sacarla de ahí. Pero, ¿Porque?, La música seguía lentamente y en ese momento, lo noto. La música no estaba solo en su recuerdo. Estaba en la habitación. Sonaba incansablemente. Por eso acudió el recuerdo, de alguna forma su captor hallo justo la tonada que la devolvería a Gale por al menos unos segundos. Victoria busco el sonido desesperadamente pero no lograba hallar de dónde provenía. Le dió miedo. La invadió la angustia. Jamás había escuchado ruido alguno en ese lugar, mucho menos música y eso no podía ser señal de nada bueno. Recorrió la habitación con los ojos, no había nada, más allá de su cama, el baño y las paredes blancas, no había nada. La música parecía provenir del techo aunque eso era imposible.

El ruido que generaba la puerta corrediza al deslizarse la centro nuevamente. Alguien entro, su corazón palpitaba con fuerza, a manera de Flash, pasaron por su mente muchas imágenes, recordó a Gale, conmovida por la ópera, recordó su labial Rojo, la vio tomando su cafe favorito, recordó la vez que le contó del bebé, por un segundo, solo por un segundo incluso pudo oler su perfume, la música seguía, Victoria cerro los ojos, no los abrió hasta que alguien la tomo con fuerza de la muñeca.

Abrió de golpe los ojos, levanto la mirada y solo vio al hombre que tanto odiaba, que le inspiraba miedo y desconfianza. Era el loco de la máscara.

Ella Es VictoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora