Capítulo Segundo

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- Tránsito... Espero que hoy no hayan problemas, quiero que la cena de bienvenida de mi sobrino sea perfecta, ¿pusiste a enfriar las bebidas? 

- Si señorita Antonieta, ya todo está listo. 

- Hola a todos - Estrella entro en la cocina exigiendo su desayuno - ¿dónde esta mi desayuno? 

- Ya se lo sirvo señorita Estrella 

- ¿Otra vez despertando tarde? 

- Ay no fastidies tía, ayer salí con unos amigos. ¿Mi papá ya se fue? 

- Hace ya rato, lo sentí extraño, quizás durmió mal. 

- Es porque se acerca el aniversario de la muerte de mamá - sus ojos se empañaron y el dolor se reflejó en su mirada - todos nos sentimos así en estas fechas 

- Tu madre.... - Antonieta se calló y sus labios se convirtieron en una línea dura, mientras contenía un insulto - falleció hace mucho, lo mejor es seguir con la vida, todos; incluido tu padre. 

- ¿Qué quieres decir con eso? ¿Que nos de una Madrastra? ¡Estas loca! 

- Tu padre es un hombre atractivo, ¿no querrías que el fuese feliz? Amando a una mujer de nuevo, quizás haya alguien muy cerca de él que este esperándolo. - Antonieta lo dijo con voz temblorosa. 

- ¿cómo puedes tú pensar eso? Mi madre era tu hermana, ¿acaso no la extrañas? 

- Tu madre murió y nada va a cambiar eso, así que todos tenemos que aceptarlo. Es lo que he hecho. - Antonieta salió de allí, sabía que si se quedaba más tiempo acabaría con romper promesas y decir cosas que luego causarían problemas. Se retiró a su habitación y se pegó a la puerta al entrar - claro que no la extraño, que ella muriera me dio la oportunidad de estar con Esteban. 



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- ¿Esteban está en su oficina solo? 

- Si señora... Pidió no ser molestado. 

- Tranquila, yo lo resuelvo - Lupita quiso detenerla pero ya Déborah había entrado en la oficina, él no se había percatado de su presencia, allí estaba sentado en su silla mirando por el gran ventanal, Déborah se acercó a él y desde atrás de la silla, posó sus manos en los hombros a de Esteban - ¿Sucede algo que te preocupe? 

- Deborah pedí que no me molestaran. - las manos de Deborah comenzaron a masajear los hombros tensos de Esteban. 

- Lo sé, y te pido no te molestes con Lupita, ella me lo dejo claro, pero yo quería entrar a verte, y no me arrepiento, estás tenso y necesitas compañía, quien mejor que yo - la presión que hacía en los hombros de Esteban lo iba relajando, hace tiempo no estaba con una mujer, y solo habían sido encuentros poco satisfactorios. Una mujer sustituta, alguien de carne y hueso, a quien tocar mientras su mente viajaba 20 años atrás. Deborah le dio vuelta a la silla y miró fijamente a Esteban - hace mucho te deseo. 

- Deborah... 

- No quiero que creas que quiero compromisos, solo estamos tu y yo... Yo puedo hacerte olvidar lo que sea que te atormenta. 

- Esto es... No puedo... 

- ¿por qué no puedes? Me deseas también, no puedes negarlo - la mirada de Deborah se posó en la entrepierna de Esteban y vio la prueba del deseo. - solo es una manera de saciar esto que ambos sentimos. 

- Trabajas para mí, no es adecuado... 

- Dejame decidir a mí que es lo adecuado... - se acercó a Esteban y lo besó, los besos y las caricias fueron tornándose más atrevidas, Esteban la sentó bruscamente en el escritorio y la tomó sin delicadeza, al llegar al clímax no fue el nombre de Deborah el que pronunció. 

- Tranquilo, todo esta bien - Deborah disfrutó cada momento, ahora empezaba su plan, tendría a Esteban cada vez que quisiera y con suerte en el futuro sería su nombre el que pronunciara durante el acto. 





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Bajo la ducha, trataba de ahogar sus sentimientos... Cada día que pasaba acababa con ella poco a poco, sus caricias la torturaban, lo odiaba... Cada día de su vida desde la primera vez, cada beso a la fuerza... Tomo el jabón y lo pasó por todo su cuerpo, intentando borrar las huellas de sus caricias, de sus besos... ¿Por qué no moría definitivamente? Recordó a sus hijos, por ellos no había muerto, ellos eran su motor, su polo a tierra, por ellos vivía, y tan solo se adormecía con los sedantes, para poder sobrevivir. Las lágrimas se mezclaron con el agua que intentaba borrar los malos recuerdos, mientras trataba de reemplazaron con recuerdos que la ayudaran a sobrevivir. 

<Flashback

- Bésame...

- No lo haré - lo dijo sonriendo 

- Si no me besas, no respondo... 

- A ver, ¿qué vas a hacer? 

- Voy a hacerte suplicar 

- ¿Y como harás eso? - su mirada se tornó seductora, pero sus ojos se nublaron de deseo cuando el posó sus manos en sus muslos 

- Oh no me tientes Mujer... Sabes que puedo hacerte suplicar 

- Promesas, puras promesas 

- Tu lo pediste.... 

<Fin del Flashback

- Ya sal de esa ducha y deja de hacerte la mártir... 

&quot;La Sombra del Dolor&quot;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora