Capítulo Vigésimo Primero

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María cayó rendida al pecho de Esteban después de hacer el amor, respiraba con dificultad y unas lágrimas habían escapado de sus ojos, el acarició su espalda con devoción y la abrazó fuertemente a él. 

- Bienvenida a casa mi amor. - María comenzó a sollozar - shhh... Tranquila, hey mírame. - María lo miró con tristeza y amor. 

- Perdóname... Perdóname por no recordarte... No se cómo... Te amo tanto y no puedo creer que me olvidará de ti. 

- No fue tu culpa, no llores mi amor. 

- Siempre creíste que era yo... 

- Siempre... Solo un tiempo lo puse en duda -  le acarició la mejilla y un mechón de pelo que se atravesaba en su rostro lo llevó detrás de su oreja, acariciando el lóbulo con los dedos. - Pero aquella tarde en el hotel, lo supe, vi tu tatuaje. 

María abrió los ojos y asintió. Aún estaba a horcajadas sobre Esteban y su miembro estaba dentro de ella, se levantó suavemente y él gimió, ella sonrió y lo liberó para acostarse a su lado.

- ¿Cómo recordaste? 

- Dejé de tomar unos medicamentos que al parecer impedían recordara, comencé a tener imágenes que no sabía si eran recuerdos o fantasías, imágenes tuyas - ella acarició el pecho de su esposo - cuando me mirabas al hacer el amor, cuando besabas mi cuerpo, y eran tan reales, comencé a asustarme, y una conversación con Alejandro me hizo darme cuenta que algo no estaba bien, fui a un especialista, y ella me ayudó. 

- Maldito Loreto, voy a matarlo... Haberte engañado. 

- ¿Cómo sabes que fue el? - María se levantó y lo miro de frente

- Esta semana que estuve fuera, estuve investigando. 

- ¿Qué descubriste?

- Loreto perdió a su esposa, y aprovechó tu accidente para sustituirte. Supongo que esas medicinas te las dieron por orden de él. Para que no recordaras y vivieras una vida que no te correspondía. 

- Lamento no haberlos recordado... ¿Te das cuenta? Perdí la vida entera con mis hijos. 

- Y estuviste criando otros que no eran tuyos. 

- Esteban... Emiliano, Fernanda y MariJo son mis hijos. Independientemente de lo que haya pasado. Ellos no tienen culpa de esta situación, también son víctimas de Loreto. 

- Lo sé... Lo sé mi amor. Ahora lo que importa es que recordaste... Me recordaste - El sonrió y ella se enamoró más si eso era posible. 

- Eres un engreído... Y sí... Te recordé, mi cuerpo te reconoció... Sino, no me habría entregado a ti. 

- Y en una terraza señora San Román - el se burló de ella y ella le golpeó suavemente el hombro. Pero se puso seria de repente. 

- ¿Cómo voy a explicarle a mis hijos todo esto? 

- Yo te ayudaré... Pero María... Hay algo quería quiero saber.

- ¿Qué cosa? 

- ¿Por qué la tarde del accidente, huías? ¿Por qué me traicionaste con otro sin tanto dices amarme? 

- ¿Traicionarte? ¿De qué hablas? 

- No me mientas por favor... Puedo perdonarte, porque te amo con locura, y no quiero perderte. Pero dime la verdad

- Esteban, no se de que hablas

- Tengo unas fotografías de ti con otro hombre, y por Antonieta supe que te ibas para fugar con tu amante. Aclaremos esto de una vez por todas






"La Sombra del Dolor"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora