Capítulo Quinto

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Esteban estaba petrificado y apretó la mandíbula con fuerza, respiró agitadamente "Su esposa"  la palabra taladraba su mente, martirizándolo. 

- Esposa dices... 

- Así es - contestó Loreto, extendió la mano a Esteban y éste la tomó, el apretón fue más fuerte de lo que esperaba, y Loreto se tensó, conocía una afrenta cuando se le presentaba y curiosamente Esteban San Roman lo estaba retando, ¿pero por qué? - Inés Huerta de Guzmán. - dijo al tiempo que la apretaba por la cintura acercándola a el. Inés fingió una sonrisa y miró a ese hombre que la miraba fijamente y que sus ojos llameaban coléricos. 

- Buenas noches Señor San Román, una casa muy hermosa la suya. - su voz... 

- Debes conocerla bien, viviste aquí hace mucho... Ya deja de fingir - tres pares de ojos miraban sorprendidos el arrebato de ira de Esteban 

- ¿Cómo dice? - Inés lo observó confundida

- ¿Qué pensabas que diría? ¿Que me quedaría callado? - Loreto estaba empezando a molestarse 

- San Román le advierto que si le sigue hablando así a mi mujer, no respondo de mis actos.

- Su mujer... Déjeme ser claro Guzman, esta mujer, no puede ser "su mujer" cuando aún sigue casada conmigo. - Inés abrió los ojos sorprendida de esa declaración, - así que a tu lista de pecados debo añadir bígama.

- Esteban creo que debe haber una confusión acá - intervino Gerardo - porque no hablamos en privado, todos los invitados están pendientes de la situación. - Esteban respiraba aceleradamente, sentía como si hubiese corrido un maratón, odiaba ver esos ojos verdes que fingían inocencia, cualquier que la viera creería que era una mujer íntegra, sin mancha alguna... Pero el la conocía perfectamente. 

Antonieta había percibido el aglomerado de gente que parecía presenciar una discusión, se acercó al grupo y vio que quien discutía era Esteban. 

- Sucede algo, Este... - al ver a Inés, Antonieta no solo quedó sin habla, un miedo terrible la sacudió, haciendo temblar - tú... No puede ser - y antes que pudiera decir algo más, se desplomó, afortunadamente Gerardo la retuvo en sus brazos. Tres jóvenes observaban todo y se acercaban decididamente al grupo. 

- ¿Papá sucede algo?... - esos tres jóvenes se quedaron mudos ante la presencia de esa mujer... Alejandro continuó - ¿tú...?

- Mamá... ¿Eres tú? - Estrella preguntó ansiosa, confundida, con lágrimas en los ojos, Inés observo a esos tres guapos muchachos que la miraban agitados, con lágrimas de tristeza y añoranza, su corazón latió fuertemente. 

- ¿Qué se supone que significa esto papa? - preguntó Hector. 

- Pues que al parecer su madre ha decidió revivir y volver... - Esteban la observaba e Inés sentía su mirada que la taladraba, la marcaba. Tembló y Loreto intervino al sentirla tensarse. 

- San Román, no se que broma de mal gusto sea esta, pero mi esposa y yo retiraremos. 

- No por favor... No te vayas mamá... Te lo suplico - Estrella tomó las manos de Inés y ambas sintieron un choque eléctrico, que las dejó sin habla. La mirada ansiosa de Estrella le rompió el corazón - Quédate un minuto... Hablemos 

- Cariño... Yo ...

Gerardo que había llevado a Antonieta dentro, intervino

- Por qué no entramos a la casa Esteban, resuelvan esta situación en privado. Loreto te pido que no te vayas, debe haber una explicación para esto.

Loreto y Esteban se miraron como enfrentados a duelo, y asintieron, todos pasaron dentro. Dentro de la casa, Inés se sintió observada por esa familia, parecía que querían diseccionar cada parte de ella, buscar en su alma y hurgar sus pensamientos más profundos, estaba empezando a dolerle la cabeza. 

"La Sombra del Dolor"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora