Capítulo Séptimo

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Inés dejó de pensar y se dejó llevar... Solo existía ese hombre y esos besos que la estaban marcando, hace cuánto no se sentía así... Que sentía como corría la sangre por sus venas, se sentía viva y por más que una vocecilla le decía "Estas absoluta y completamente loca"  se pegó a el y sus manos en los hombros de Esteban se apretaron, acariciaron, respondieron sin reservas, ese hombre y su beso la estaban consumiendo. Esteban usó sus labios, sus dientes, su lengua, para devorarla y ella sintió que las rodillas le fallaban, se aferró a el con fuerza, Esteban separó sus labios para que ambos respiraran, posó sus labios en su cuello, sus manos viajaron a su espalda, la apretaron... Quería convertirla en uno con él, bajó sus manos hasta su trasero y la apretó contra la evidencia de su deseo, Inés dio un gritito de excitación pero las palabras que pronunció Esteban acabaron por sacarla de la bruma de deseo...

- María... Te siento tan intensamente como siempre - Inés se tensó y buscó separarse, pero Esteban seguía imprimiendo besos en su cuello, en sus mejillas, 

- Suéltame por favor - la voz temblorosa hizo reaccionar a Esteban, la observó y lo que vio le impactó más que esa separación brusca. Inés tenía los ojos llenos de lágrimas, y su rostro sonrojado por el deseo, empezaba a palidecer - Suéltame... 

Esteban la soltó lentamente, sin dejar de observarla, frunció el ceño, ahora que podía pensar y analizar la situación estaba más confundido que nunca... 

- No debí haber venido - Ines se abrazó a ella misma, queriendo mitigar el temblor y el frío que ahora al separarse de Esteban sentía le calaba en los huesos, se enfrentó con sus ojos verdes llameantes a Esteban - el hecho de que tu... La mujer del retrato ese, tu esposa... Yo... No debiste besarme, no tienes ningún derecho. 

- Pero correspondiste... ¿o vas a negar que te aferraste a mi y disfrutaste cada instante?- la voz de Esteban era áspera por el deseo contenido. 

- No, no voy a negar lo que es obvio, claro que te seguí, y bueno... 

- Lo disfrutaste...- se acercó y descruzó sus brazos y los acarició - y quieres mas... Yo también... Solo Dios sabe por qué

- Esteban... - el levantó la ceja porque había dejado de ser Señor San Román, ella se separó de él - bueno está claro que después de lo que pasó... Las formalidades son innecesarias. No vine aquí a ser sustituta de tu mujer, sino a buscar respuestas. Respuestas que solo tu puedes darme. 

- Sigues negando la verdad.

- No soy tu María, para mi esta situación es tan absurda como para ti, pero NO soy esa mujer que dices. Apenas te conocí, y está claro que puedo recordar si tuve o no tres hijos contigo. 

- Fingiste ese accidente y nos abandonaste. 

- Que no soy... discutir contigo es como darse contra una pared. 

- Dame pruebas de que no eres María, y explícame entonces como puedes ser idéntica a ella.

- No tengo pruebas más que mi palabra, crecí en puebla, me crié con una tía que me adoptó cuando mis padres murieron en un accidente, nunca tuve hermanos, no que yo supiera, me casé con Loreto y he criado tres hijos con él. Creeme recordaría haber dejado abandonados tres más. - Inés estaba molestándose por momentos, Esteban San Román no quería creerle. 

- Puedes inventarte todo eso, y volver con quién sabe qué objetivo, pero te lo advierto María lo que sea que quieras no lo vas a conseguir. 

- Me voy, no tiene sentido hablar contigo. Creí que podrías darme información, ¿crees que no fue impactante ver ese retrato? No puedo quitarme de la cabeza los rostros de tus hijos llenos de dolor. - Inés suspiró amargamente y se dispuso a salir, cuando Esteban la retuvo.

"La Sombra del Dolor"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora