Capítulo Vigésimo Cuarto

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Mas tarde...

- ¿Cómo la encuentra doctor? 

- Sus signos vitales están estables, y el latido del bebé está presente. Por ahora parece que lo peor ha pasado, sin embargo quiero estar seguro y te quedaras ingresada. 

- Esta bien, doctor. 

- ¿Puedo quedarme?

- No es posible, pero la cuidaremos. Vaya a descansar. 

- Me quedare afuera. 

- No, Esteban, ve a descansar, estoy bien; de verdad. Además los muchachos se quedarán más tranquilos si saben que puedo quedarme sin compañía. Puedes decirles que los amo, y que espero mañana poder verlos. 

- Esta bien, mañana pasaré a verte María - El doctor salió

- Bésame... - Esteban hizo lo que ella pedía. - Esteban sobre nuestra discusión. 

El le puso dos dedos en los labios, callándola. 

- No hablemos de eso ahora. Solo importa que tu y mi hijo estén a salvo. 

- Nuestro hijo... Esteban, hay otra cosa que debo decirte. 

- Mañana mi amor... Ahora déjame besarte - Esteban la besó, mordió juguetón sus labios y usó su lengua. - Dios, te amo y te deseo, aun sabiendo que estas convaleciente. 

- ¿Te excitan las batas de hospital? - bromeó María

- Me excitas tú - El beso se hizo más y más apasionado , así que Esteban suspiró y se despidió. 

La mañana siguiente, María recibió una visita que no esperaba. 

- Hola Inés, ¿cómo estas? Me avisaron que estabas ingresada, me preocupé mucho ¿Como te sientes?

- Antonieta - María sonrió al ver a su hermana - que bueno que viniste. Ya estoy mejor, solo sangré un poco al levantarme, pero me siento mejor. 

- Me alegra mucho - Antonieta le tomó las manos. 

- Antonieta, hay algo que quiero decirte. Recobré la memoria. - Antonieta se hizo la sorprendida, María le había contado su historia, cuando creía que era Inés, había confiado algunas cosas de su matrimonio, sin embargo se había guardado la relación que había surgido con Esteban. 

- ¿De verdad? Me alegra por ti Inés, es una gran noticia. 

- No lo entiendes Antonieta, quiero decir, ahora sé quien soy - María estaba emocionada - soy María... Hermana estoy tan feliz de recuperarlos. - Antonieta se mostró sorprendida e incrédula, tenía que mantener la farsa. 

- Inés... ¿De qué hablas?

- No, no soy Inés... Inés fue el invento que Loreto creo para retenerme. Pero ya recordé y soy María. 

- Pero... 

- Se que es complicado. Pero es así, no existe Inés, 

- ¿Y los registros de las gemelas? 

- Quizás una mentira de Loreto, otra más. 

- Dios mio María... Regresaste, es un milagro. - Antonieta la abrazó y de repente se separó para mirarla. - Tenemos que decirle a Esteban. 

- El ya lo sabe. - Antonieta palideció, eso no se lo esperaba. 

- ¿Qué? ¿Cómo que ya lo sabe? ¿Desde cuándo? 

- Hoy, esta tarde hablamos. 

- Cuando estuviste en la mansión...

- Así es

"La Sombra del Dolor"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora