Capítulo Decimoséptimo

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Esteban llevó a Inés a un hotel muy romántico, cercano al restaurante, entraron y el la aprisionó contra la pared, besándola y acariciándola, ella se entregó a la pasión desmedida, acarició su espalda y lo pegó a ella. 

- Esta vez quiero tenerte en una cama, te amaré toda la noche, ¿alguna objeción? - Él la miró fijamente a los ojos verdes que tanto le cautivaban. Y de repente Inés sintió un fugaz miedo, pero lo desechó, amaba a ese hombre fuerte y dulce que ahora sería el padre de su hijo. 

- Ninguna... Yo también quiero estar contigo. 

Sin esperar mas, Esteban la cargó en sus brazos y la llevó a la cama, allí comenzó a besarla, mientras le quitaba una a una las prendas de vestir, primero la blusa, respiró hondo al ver su pecho cubierto por un sexi brassier, la miró a los ojos con deseo; la vez pasada habían tenido un encuentro satisfactorio sí, pero rápido, y no había tenido el placer de deleitarse en juegos previos, esta vez deseaba más... Y el verla así dispuesta para el amor era lo más excitante, su cuerpos empezaron un baile amoroso, entre quitar prendas, besarse, y tocarse, Inés pensó que todo era nuevo y excitante pero se sentía tan conocido, como si su cuerpo y el de Esteban conocieran como darse placer desde siempre. Esteban comenzó a bajarle la falda y la dejó en ropa interior, besó su vientre y subió a quitarle el brassier, al hacerlo besó sus pechos al tiempo que Inés se quedaba sin respiración..

- Esteban... 

- Si... ¿Te gusta? 

- Me encanta 

El sonrió y la besó en los labios, mordió su labios suavemente y ahondó el beso usando su lengua, mientras sus manos no dejaban de acariciarla. Comenzó a descender para quitarle las gratuitas y al hacerlo se encontró con un tatuaje, allí del lado izquierdo encima del pubis, un corazón muy pequeño con una "E" grabada, Esteban contuvo la respiración un momento y posó su frente en el vientre de Inés, mientras una lágrima rodaba por su mejilla. Sonrió soltando el aire y la besó allí en el tatuaje. Inés se estremeció y él subió a verla a los ojos. Inés vio los ojos empañados de Esteban y frunció el ceño levemente.

- ¿Sucede algo?

- Sí... Sucede que te he extrañado muchísimo mi amor.

- Apenas nos vimos hace unos días.

- Para mi ha sido una eternidad, no vuelvas a irte de mi lado nunca más... Te lo suplico. - Inés le acarició el cabello y sonrió, guardando en su alma el secreto más hermoso de una mujer. 

- Bésame

- Para siempre. 

Esteban y María continuaron amándose , cuando por fin después de dos orgasmos de Inés, Esteban se permitió penetrarla, al hacerlo le susurró al oído 

- Mi hechicera... Te amo y te amaré siempre 

En la bruma del deseo, Inés lo escuchó y su mente conjuró imágenes, piel contra piel, caricias, besos que por un momento la confundieron pero el comenzó un vaivén de caderas, que la hizo olvidar cualquier otra cosa que  no fuese ese momento, cuando sintió que llegaba al clímax, gritó su nombre

- Esteban... - El se mordió los labios para no gritar y al vaciarse dentro de ella solo fue capaz de decirle. 

- Bienvenida, mi amor. 







Casa Guzman 

- ¿Qué haces acá?

- Te dije que te iba a dar chance para pagarme, pero te estas tardando demasiado... ¿Cómo vamos a solucionar esto? 

- Ya pronto el negocio con San Roman se cerrará y veré los resultados, y te pagaré. He tenido una mala racha, pero nunca te he quedado mal. 

- Mira Loreto, vine porque quiero que estés seguro que a mí nadie me estafa, y si no es cierto que pronto me pagarás, ya conoces las consecuencias, matarte sería muy rápido... Yo prefiero las venganzas que duran y divierten más. ¿Dónde esta esa mujercita tuya tan chula?

- No está acá - Loreto se tensó. 

- Una lástima, es un verdadero agasajo para el ojo. Bueno, te recuerdo, tienes un mes para pagarme y si no, le haré una visita a la Señora de Guzmán y creeme, en el fondo estoy deseoso de que no tengas para pagarme. 







Hotel 

Esteban abrazaba a Inés y le acariciaba el cuerpo. Ella reposaba la mejilla sobre su pecho y una de sus piernas se entrelazaba a él. El la apretó suavemente y ella sonrió. 

- Es hora de que me vaya

- No, quédate

- No puedo Esteban y lo sabes. - Ella se sentó sosteniendo la sábana para cubrir sus pechos, Esteban la miró y sonrió, recordó la noche de bodas con María

<Flashback>

- ¿Por qué te cubres? Conozco cada centímetro de tu cuerpo - María se sonrojó y desvió la mirada. - Te sonrojas deliciosamente, suelta esa sábana y déjame ver esos hermosos pechos que tienes. 

- Esteban...

- Eres mi mujer, mi amor, mi todo... No te debe avergonzar nada que suceda entre nosotros, porque esto es amor en toda su extensión, lo sabes ¿no es así? 

- Claro que lo sé... Te amo Esteban. 

- ¿Entonces? ¿Dónde esta esa hechicera que hasta hace unos momentos no dejaba de gritar mi nombre? - El sonreía al verla avergonzarse, - Te sonrojas incluso en tus preciosos pechos.
Le quitó la sabana y le besó el pezón derecho, succionando y acariciando el pecho contrario. 
- Esto es amor... Y nunca lo dudes mi amor. 

<Fin del Flashback

- ¿Por qué te cubres con la sábana? - Inés se sonrojó, Esteban la miró con deseo - Te sonrojas incluso en tus preciosos pechos. 

Al tiempo que le quitaba la sábana, Inés sintió que sabía lo que vendría a continuación y respiró hondo. El le besó el pezón sin dejar de mirarla a los ojos, y ella botó el aire contenido, Esteban San Román estaba consumiéndola, el succionó su pecho y ella tomó su mano y la llevó a su pecho y el comenzó a masajearlo suavemente mientras su boca no dejaba de deleitarse en el otro pecho. 

- Así que esto es el amor. - Dijo Inés en un suspiro. 

- Nunca lo dudes mi amor. 

&quot;La Sombra del Dolor&quot;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora