Capítulo Vigésimo Segundo

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Casa Guzmán
 

María llegó en un taxi y al bajarse, miró la casa donde había estado viviendo los últimos meses, una vida que no era suya, una vida de mentiras que Loreto había creado para ella, con el fin de retenerla. Pero ahora que sabía la verdad, nada la unía a él, salvo sus tres hijos. Respiró hondo, decir la verdad rompería los corazones de Emiliano, Fernanda y MariJo. Pero no había alternativa, sus verdaderos hijos también estaban en medio del asunto, y ella no estaba dispuesta a perder a ninguno. Pasó de ser madre de tres, a ser Madre de seis... Siete... Patricio, aunque él no quería saber nada de ella. 

Un carro se estacionó frente a la casa y ella frunció el ceño, un hombre se acercó a ella, y por un momento pensó, que no había sido buena idea quedarse frente a la casa sola de noche. 

- Buenas noches Señora de Guzman - María se tensó al escuchar ese nombre que había adoptado, pero que no era el suyo. 

- Buenas Noches ¿Se le ofrece algo? 

- Mis disculpas si la he asustado, me presento, mi nombre es Rómulo Ancira, soy un buen amigo de Loreto. 

- No se preocupe, no me asustó - María mintió y sonrió, el correspondió a la sonrisa y la miró con sus ojos brillosos. 

- ¿Está Loreto en casa?

- La verdad, acabo de llegar, ni siquiera he entrado, si me da unos minutos...

- No tengo mucho tiempo para esperarlo - Miró su reloj 

- Pase... Vamos a ver si está en casa - María entró y lo dejó pasar. Y dentro preguntó a la muchacha de servicio si estaba en casa Loreto, pero no había regresado. - Loreto no se encuentra... Si quiere dejarle un mensaje. 

- Claro, digale a Loreto que estuve por acá y que se comunique conmigo a la brevedad - María levantó la ceja y el la tranquilizó - asuntos de negocios. 

- Entiendo...

- No habíamos tenido oportunidad de conocernos, aunque yo sí la había visto. En fotografías... En la oficina de Loreto - Rómulo aclaró rápidamente - pero no le hacen justicia a su belleza. 

- Gracias - María se sintió incómoda. - entonces señor Ancira, le daré su mensaje a Loreto, disculpe que no tenga mas tiempo para atenderlo

- ¡Oh no se preocupe! Se nota cansada. 

- Lo estoy

- Bien, buenas noches mi señora de Guzmán - Romulo besó la mano de María y ella se retiró suavemente. Salió de la casa, dejando a María inquieta. 





Mansión San Román

- ¿Por qué tan interesado ahora en recordar eso?

- Es asunto mio 

- Esteban, para qué torturarte - Antonieta pasó la mano por sus hombros acariciándolo - Me duele ver lo que esa traición te ha hecho. 

- Creo que pudo haber sido un error esa traición Antonieta.

- ¿Qué?

- Quizás confundiste todo

- Esteban... María me lo dijo... Me dijo que se iría, traté de convencerla de quedarse y luchar por la familia, pero ella estaba encandilada por ese hombre, no te deberías extrañar, apenas llevaba contigo unos meses y se acostó contigo. Era impulsiva, inmadura... Yo quise hacerle entrar en razón, y me dolió que prefiriera satisfacer sus deseos antes que anteponer a su familia, a ti. 

- Ella... - Esteban estaba confundido, no creía capaz de mentir en algo tan serio a Antonieta, María le había dicho que la supuesta traición no era verdad, y el deseaba creerle, había fotos, y ella se negaba, ¿sería parte de su falta de memoria? ¿Aún quedarían lagunas?

- Ella me dijo estas palabras... Textuales Esteban "Amo a mis hijos y Amé a Esteban profundamente, pero quiero algo mas que ser mamá, quiero aventuras, y el me promete eso y más, me iré para no volver" - Cada palabra se clavaba en Esteban y creaba una maraña de dudas. 

- ¿Me juras que fue así? 

- Yo jamás te engañaría, ¿de qué me serviría? Era mi hermana y la quise muchísimo, pero no puedo permitir que sigas haciéndote daño. 






Casa Guzmán

María estaba en su habitación, recostada en la cama, pensando todo lo que se había perdido, a sus hijos, su vida con Esteban,... Sacudió la cabeza, frustrada, Esteban hablaba de una traición, un hombre con el que lo había traicionado... Estaba equivocado, nunca desde que lo conoció había puesto sus ojos en otro. En cambio él... El si había tenido otros amores, prueba de ello era la tal Deborah, María se levantó bruscamente de la cama y comenzó a pasear por la habitación.

- Eres una estúpida María, claro que ha tenido otras... Que creiste, ¿que se iba a quedar guardando los recuerdos?... Odio a esa mujer... ¿Quién se cree para llegar y besarlo delante de mí? - Recordarlo la enojaba, respiraba agitadamente, así la encontró Loreto. 

- ¿Que tanto discutes ? - María se vio cara a cara con el hombre que la había alejado con mentiras de sus hijos. Sintió unas ganas enormes de abofetearlo. - ¿por qué me miras así, Inés?

- ¿Inés? Te equívocas Loreto, yo no soy Inés... Pero eso tu lo sabes perfectamente ¿no es asi? - Loreto abrió los ojos asustado. 

- ¿Qué? ¿Qué dices? 

- Que se acabó tu mentira... Eres un maldito.. ¿Cómo pudiste? Como pudiste aprovecharte de mi situación e inventar toda una historia de vida. 

- Inés... 

- No me llames Inés... Soy María, María Fernández Acuña, ¿cómo fuiste capaz de algo tan vil?

- Así que recordaste... 

- Así es, Para tu desgracia

- Puedo explicarlo...

- ¿Ah si? ¿Qué vas a decir? ¿Cómo vas a justificarte?

- Te he amado desde que te vi, Inés.

- Ya te dije que no me llames Inés.

- María... María cuando te vi... Indefensa... Habías salido del coche que había explotado, te habías salvado. Te llevé al hospital, y me enamoré enseguida, cuando despertaste, y sin memoria, pensé que eras un regalo de Dios. 

- Y aprovechaste para sustituir a tu mujer muerta 

- ¿Cómo sabes eso? 

- Eres un desgraciado

- Tienes que entender... Te amé.. Y la manera de tenerte era esa. De conservarte; y por mis hijos. Nuestros hijos ¿o vas ahora a despreciarlos? 

- Lo único bueno que ha salido de todo esto, ha sido ser madre de esos tres muchachos, y no pienso renunciar a eso. - María alzo la barbilla con altivez

- Entonces podremos seguir igual

- Te equívocas Loreto, yo soy la Señora San Román y tengo otros hijos, hijos de los cuales me apartaste.

- Yo no sabia que tenías hijos, ignoraba quién era tu familia. Hasta esa maldita fiesta donde te reconocieron. 

- Y seguiste las mentiras, eres un... - María respiró hondo y salió de la habitación - Me iré de esta casa y me llevaré a mis hijos, de eso no te quede duda. 

- Tu no te irás a ninguna parte - Loreto la sostuvo fuertemente del brazo. Pero María se deshizo con violencia y tropezó con un escalón de la escalera, rodando por ellas, ante la mirada espantada de Loreto y María José quien había estado escuchando escondida la pelea de sus padres. María cayó en el piso inferior inconsciente. 

"La Sombra del Dolor"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora