Capítulo Sexto

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Esteban estaba sentado en su despacho, bebiendo, tratando de asimilar todo, de comprender, Antonieta entró y comenzó a hacer preguntas desesperadamente...

- ¿Dónde está? ¿A dónde fue? ¿Era ella? Esto es una locura, es imposible.. No puede ser ella Esteban.

- Baja la voz, no tienes que gritar... Ya se fue 

- Esto debe ser una broma, María no está viva, ella murió, en aquel maldito accidente

-- Verla fue un impacto tremendo... Era como regresar al pasado, pero realmente era diferente, quiero creer que no es ella, por mi salud mental; pero otra parte de mí quisiera que fuese ella, que respondiera mis preguntas, tenerla unos minutos para mí.

Antonieta se mordió una uña nerviosa... Su corazón no dejaba de latir fuertemente, y al ver a Esteban desolado, maldijo a María mil veces, tenía que hacer algo y pronto. 

- Que curioso que aparezca precisamente en nuestras vida ahora - Antonieta se acercó a Esteban y posó sus manos en los hombros de Esteban, masajeandolo. - Estás tenso, no deberías preocuparte, si esa mujer es María, pagará todo el daño que le ha hecho a esta familia.

- Está... Hermosa como siempre, madura... - Esteban se odió por sentirse así. - Antonieta apretó sus labios, odió a María con todas las fuerzas de su alma, incluso muerta se interponía

- Relajate... Ya eso quedo en el pasado. Por qué no vamos y te acompaño para que te acuestes. 

- Gracias Antonieta, pero yo puedo solo - Se levantó y se dirigió a su habitación, dejando a Antonieta sola. Entoces ella habló al retrato sobre el escritorio. 

- Han pasado años y todavía lo tienes embrujado, y ahora aparece esta mujer y revuelve sentimientos en Esteban, ¿por qué no desapareces de nuestras vidas para siempre? Sigues como una sombra, impidiéndole ser feliz. Yo puedo hacerlo feliz.... Pero él solo piensa en ti. Aún cuando te cree la peor de las mujeres. ¿Qué fue lo que hiciste en él? Maldita te odio. 



Los tres hermanos San Román se habían reunido en la habitación de Estrella. Estaban sorprendidos, entristecidos.. 

- Era ella... No lo entiendo... ¿Por qué lo niega? - Estrella miró a sus hermanos con expresión interrogante, a ella su madre le había hecho más falta, era solo un bebé cuando se había ido. 

- Fue un shock ver a esa mujer - Hector tenía dudas, pero estaba más enojado que asombrado, si esa mujer era su madre, tendría que dar muchas explicaciones. 

- Mirar a esa mujer fue... Diferente, sus ojos, su sonrisa, era ella, pero diferente... Algo en mi quiso acercarse, pero me dio temor, es como si me conectara con ella. Fue muy extraño, ha de ser el impacto - Alejandro había sido adoptado por Maria y Esteban cuando solo era un nene, María había insistido a Esteban que como ella había sido adoptada, su principal sueño era adoptar a un niño, darle un hogar como a ella se le había dado, recordó cuando María lo había sentado por primera vez en sus rodillas, él se había sentido como en casa, y cuando ella lo besó en la frente, supo que su corazón estaría ligado a ella para siempre. Pero esta mujer... Esa conexión era parecida a la que había sentido hace 20 años, sacudió la cabeza, era el parecido obviamente. 




Inés estaba acostada en su cama, despierta, como cada noche que no podía dormir, pero esta vez por motivos distintos. Esteban San Román invadía sus pensamientos, ese hombre fuerte, de cabellos oscuros y ojos verdes tristes, con sus puños apretados, que denotaban ira. Tenía el presentimiento que por más enojado que estuviera, no sería capaz de dañar a nadie, no alguien que amaba con esa intensidad, porque ese hombre amaba a esa mujer que había perdido, su corazón aullaba de dolor. Había una conexión invisible que surgió instantáneamente entre ellos, hubiese querido consolar a ese pobre hombre, y sus hijos, Dios mio esos tres muchachos que anhelaban su contacto, creyéndola su madre ausente. Tenía tantas preguntas en su cabeza... ¿Cómo es que una mujer podía parecerse tanto a ella? Estaba tan confundida, se levantó suavemente de la cama para no despertar a Loreto y se asomó a la ventana, la noche estaba oscura pero la luna estaba llena. Tenía que encontrar respuestas, y Esteban San Román comenzaría por sacarla de algunas dudas. 

- Maldita sea, - Loreto lanzó el teléfono a la cama - debo regresar a Puebla, hay un problema en la finca.

- Entonces regresamos.

- No, tu te quedas, iré y regresaré esta misma tarde, en el camino me pondré en contacto con Gerardo Salgado, aún tengo que ver si el negocio con San Román después de lo de anoche, me conviene... Encargate de ver casas en México, no quiero seguir en el hotel. - Inés asintió sin expresión alguna. 

- Esta bien... - Inés vería el asunto de la casa, pero le haría una visita a San Román. Mucho después que Loreto se fuera, Inés busco en los papeles de Loreto información acerca de San Román y encontró la dirección de las empresas. La tomó y pidió un taxi. Al llegar al edificio de las Empresas San Román empezó a dudar de su valentía. Después pensó "No podrás vivir con la incertidumbre" caminó y después de preguntar el piso donde podría encontrarlo subió a un ascensor. Casi cierran las puertas cuando un joven las detuvo. 

- Disculpe... Buenos días - el joven le sonrió y ella respondió igual

- Buenos días... ?A que piso te diriges? 

- Al piso quince por favor.. - Inés lo marcó y miró al joven con una sonrisa. - Usted también va al mismo piso.

- Así es, vengo a ver al Señor San Román, ?lo conoces?

- Por supuesto, trabajo para el. 

- ¿Sabes si a esta hora podrá recibirme? 

- Es probable... -El muchacho observó a esa mujer hermosa que movía sus manos nerviosamente. Su jefe siempre había sido considerado un monstruo en los negocios, pero en la vida personal era un hombre bastante agradable, su amistad con sus hijos había comenzado casi enseguida de conocerse, habían congeniado, sobre todo con Alejandro que sus vidas se parecían tanto, ambos habían sido abandonados para luego ser adoptados por familias que los habían amado. El rostro de esa mujer del ascensor le inspiró ternura y le tomó la mano suavemente. - Estoy seguro que el Señor San Román la recibirá. 

El tacto cálido de la mano de ese muchacho la tranquilizó un poco, pero al llegar al piso, su corazón volvió a galopar fuertemente. 

- Lupita, ¿puedes hacerme un favor? Anuncia a la Señora...

- Inés... Inés Huerta

- Dile al Señor San Román que la Señora Inés Huerta desea hablar con él. - el muchacho le sonrió, se iba a retirar pero Inés lo retuvo tomándolo del brazo. 

- No me dijiste tu nombre... 

- Patricio... Patricio Chavero a sus ordenes señora. - Y el muchacho se perdió en los pasillos dejando a Inés con un vacío que no supo explicar. 

- El señor San Román la recibirá, pase adelante. - Ines pidió internamente valor y entró a la oficina de Esteban San Román... Al entrar lo encontró de pie, esperándola, su posición tensa era muestra que aún deseaba enzarzarse en una discusión. 

- Buenos días Señor San Román, gracias por recibirme 

- Buenos días... No sé como llamarte... Dices que te llamas Inés, pero al pronunciarlo me suena tan extraño, y por más que trato de asimilar esta situación, solo puedo pensar en... ¿Por qué me haces esto? 

- Lo entiendo... Entiendo que te parezca extraño, para mí es como... Es una locura. - Inés y Esteban se miraron fijamente y el siguiente en hablar fue Esteban. 

- Tu belleza es... - El se acercó a Inés lentamente, sin apartar la mirada de sus ojos verdes, envuelto en una nube de deseo incontrolable - es una tortura. - alzó la mano y sus nudillos rozaron su mejilla, Inés dio un respingo y se quedó sin respiración, se sonrojó violentamente y Esteban lo encontró fascinante - Es una verdadera tortura, siempre lo ha sido. - con voz agónica, puso su mano en la nuca de Inés y la besó. Fue un beso salvaje, hecho para castigar, Inés se resistió brevemente pero al sentir la lengua de Esteban, gimió y se dejó llevar. 

"La Sombra del Dolor"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora