Capítulo Decimonoveno

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Los días pasaron... Esteban e Inés no se vieron más, él solo le escribía, Inés estaba preocupada, había creído que las cosas habían cambiado desde aquella tarde en el hotel. Esteban se mostraba distante, había salido de viaje, se había enterado por MariJo quien ahora pasaba mucho tiempo con Estrella. Por su parte los días del embarazo avanzaban y se sentía mucho mejor, Loreto también había viajado, ella lo notaba tenso, y prefería evitarlo. Emiliano se volcaba en el trabajo, Inés comenzaba a sospechar que algo le molestaba. Así que decidió visitarlo en las empresas San Román donde había empezado un proyecto nuevo con Hector. 

- Buenas tardes Lupita, ?no? 

- Así es, Buenas tardes, ¿qué se le ofrece? 

- Quisiera ver a mi hijo, Emiliano. 

- Un momento, ya se lo ubico. 

- Hola... - Inés volteó para saludar a la persona que iba llegando 

- Hola... Alejandro... Que placer verte. - Alejandro la miró y sus ojos mostraron una alegría inmensa. 

- Hola... inés.- se contuvo para no decirle mamá - ¿cómo estás? 

- Muy bien... Vine a ver a mi hijo.

- Señora Inés... Su hijo le pide que la espere si es muy importante, en unos minutos estará con usted. 

- Gracias

- ¿Por que no esperas en mi oficina? 

- Esta bien, me encantaría, si no seré un estorbo. 

- Nada que ver.

En la oficina de Alejandro, Inés se sentó y se relajó al ver la amplia vista a la ciudad desde la ventanas. 

- Bonita oficina.

- Gracias, ¿Cómo te sientes? 

- Muy bien gracias... - Inés se sentía un poco incómoda por la forma de Alejandro de mirarla, la miraba fijamente, tratando de revelar algo. - ¿son fotos? - Inés se acercó a un escritorio repleto de fotografías familiares y sonrió al tomar una donde estaban Esteban y sus tres hijos. 

- Así es... Fotos familiares... Algunos recuerdos. - Inés acarició la fotografía, eran una familia feliz, 

- Se nota que se quieren mucho.

- Así es... - Alejandro sólo la miraba. Recordaba su risa, aunque sus rasgos no pudiese rememorarlos con seguridad. - Mi papá decía cuando eramos niños, que aunque nos amaba, algunas veces quería guindarnos en un tendedero para no tener que preocuparse. 

Inés río suavemente y Alejando sintió el gozo de escucharla de nuevo reír. Ella fue tomando foto por foto, y de repente se encontró con una fotografía de María con Alejandro siendo apenas un niñito, debía tener cuatro o cinco años. Se miraban a los ojos y el fotógrafo había captado el momento mágico. 

- Es una fotografía muy hermosa. 

- Ese día había llegado a casa de los San Román y mi mamá, me estaba explicando que ahora eran mi familia, me dijo unas palabras que no olvidaré jamas. Me dijo: "Ya nada debes temer, tu mamá está aquí y te cuidara..."

- Nada te hará daño - Inés completó la frase sin estar consciente de ello. Miró a Alejandro quien la observaba en silencio y tembló. 

- Así es... Eso me dijo. - ¿de dónde había salido ese recuerdo se dijo Inés? 

- Yo... Tengo que irme... Yo... 

- No te vayas... - Alejandro la tomó de la mano e Inés empezó a hiperventilar. - ¿qué te sucede? Respira... No te vayas a ... - Pero no había terminado de decirlo cuando Inés se había desmayado. 

Alejandro le pidió a Lupita que llamara al médico de la empresa y éste llego a revisar a Inés rápidamente. Le tomó los signos vitales y aplicó un poco de alcohol en un algodón y lo pasó cerca de su nariz, para ver si reaccionaba, funcionaba. Varios pares de ojos la observaban cuando despertó, y todo le daba vueltas. Gimió al sentir un dolor de cabeza fuerte. 

- Señora... ¿Puede decirme su nombre? 

- Inés... 

- ¿Sabe donde esta? 

- Si, en las empresas San Román ¿puede quitarme esa luz de los ojos? Me esta mareando más

- ¿Te sientes bien mamá? 

- Hijo, Si... Gracias. Ya se me esta pasando. 

- ¿Qué te sucedió? 

- No desayuné, eso debe ser. - Inés miró a Alejandro y frunció el ceño. 

- Pienso que quizás pueda estar embarazada - intervino el médico 

- Si, así es. Mi mamá está embarazada. - Héctor y Alejandro se sorprendieron de la noticia. Y Alejandro abrió la boca pero volvió a cerrarla. 

- Pues eso de pasar ayunos prolongados no son recomendables. ¿Está controlando su embarazo? 

- Si, gracias doctor. Ya estoy mejor. Esta tarde tengo cita con mi médico.

- ¿Quieres que te lleve mamá? 

- No es necesario hijo, puedo sola. Gracias de todas maneras. 




En el consultorio después de ser examinada por el neurólogo, Inés se encontraba nerviosa, esa tarde en la oficina de Alejandro, las imágenes tan vividas, y voces que llegaban a su cabeza con recuerdos o imaginaciones distorsionadas habían hecho que adelantara la consulta. 

- ¿Qué opina usted doctor? 

- Me gustaría vieras a una terapeuta amiga mía Inés, las imágenes que aparentemente estás viendo constantemente en tu cabeza no creo que sean alucinaciones, creo que son recuerdos. Pero no puedo estar seguro. Ella es experta en hipnosis. Déjame hablar con ella, ella tiene su consulta acá mismo. 

El doctor habló brevemente con la terapeuta quien llego unos minutos después. 

- Hola Inés, ¿cómo estas? 

- Más confundida que nunca, y eso que tengo amnesia. - la terapeuta sonrió y le pidió relatar la historia, al terminar asintió seriamente. 

- Inés... Después de todo lo que me has contado, quiero pensar distinto, pero me resulta imposible, pero creo que tu médico, trataba de mantenerte sin recuerdos, y por la calidad de los recuerdos que surgen en tu mente, me atrevo a sugerir que durante tus hipnosis quizás... Se generaron falsos recuerdos. 

- ¿Puede suceder eso? 

- Si el terapeuta dirige las preguntas incorrectamente sí, puede generar creencias. ¿Te animas a una sesión? Estaría el doctor con nosotros.

- Si. Creo que necesito encontrar la verdad. 

Durante la sesión, Inés se mostraba intranquila, quería buscar mas allá de su accidente y la terapeuta la guió. De repente comenzó a hablar de Esteban, de cómo al conocerlo sintió que su vida se completaba, empezó a hiperventilar y el neurólogo miró a su colega quien solo levantó la mano para tranquilizarlo. Inés se recuperó, lloró durante la sesión y al despertar se desahogó en llanto... No podía parar de llorar y los doctores solo la observaron mientras sentían empatía por esa mujer a quién se le desgarraba el alma. 

"La Sombra del Dolor"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora