Capítulo Vigésimo Sexto

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En la sala de espera todos estaban angustiados, esperando al médico. 

- No vuelvas a hablarle así a mi madre...- Emiliano se acercó a Héctor

- ¿No escuchaste que NO es tu madre? - le dijo Héctor enojado

- Ya basta los dos, No voy a tolerar que discutan acá, y menos sabiendo que María se encuentra mal. Así que ya dejenlo por la paz... Y tú Héctor.. Yo no te crié así, le bajas a tu actitud. 

- No dije nada que no fuese cierto. 

- No es el momento para discutir. 

La enfermera le pidió a Esteban que pasara. Esteban entró y María estaba recostada y su rostro se notaba cansado, pálido y sus ojos impregnados de lágrimas. 

- ¿Cómo está doctor!?

- Nada bien, María está sangrando de nuevo, y le acabo de hacer una ecografía, lo siento no hay latido. 

- ¿Qué quiere decir? ¿Está....?

María tenía el rostro hacía la ventana, sollozaba y a Esteban se le rompía el alma. 

- Lo siento María, debemos llevarla para realizar un procedimiento llamado legrado, donde extraeremos los restos... 

- Por favor no siga... - la voz de María era un susurro 

- Lo lamento María, los dejo solos unos momentos. 

Esteban se acercó a ella y le tomó la mano, pero María seguía con el rostro vuelto hacia el otro lado. 

- Querida... Lo siento tanto. Ojala... Si hubiese podido... Todo va a estar bien. - a Esteban se le quebraba la voz con cada frase. 

- ¿Por qué Esteban? 

- Estas cosas suceden sin explicación. Mírame María. - Ella lo miró y el vio su dolor reflejado en el rostro de su esposa. - Te amo, y vamos a superar esto juntos, te lo prometo. 

El médico entró de nuevo y le pidió a Esteban que rellenara un formulario, mientras preparaban a María. El se despidió de ella con un suave beso en la frente, prometiéndole estar fuera hasta terminara todo y salio, al hacerlo lloró la pérdida de su hijo, y se sentó en el piso del pasillo. 

María estuvo dos días ingresada, y fue dada de alta. Mientras estuvo allí, Loreto había viajado a Puebla, a resolver unos asuntos de la finca, por lo que sus hijos no habían tenido tiempo de enfrentarlo por todo lo que había hecho. Esteban estuvo con María todo el tiempo, pero ella dormía la mayor parte del tiempo, el médico le explicó que la pérdida de un hijo no era fácil, y que hacían bien en apoyarla permitiendo que ella superara el dolor en la medida que le fuera posible. Esteban la llevó a la mansión a pesar de las protestas de Fernanda, Emiliano y María José, incluso les pidió que fueran a su casa, a lo que Fernanda y Emiliano se negaron, pero María José quería estar cerca de su madre así que aceptó. 

María llegó a la mansión y fue instalada en la habitación principal, aquella que compartía con Esteban hacía tanto tiempo, aquella donde habían hecho el amor, respiró hondo. Esteban entró y dejó la maleta sobre la cama y la miró. 

- ¿Te sientes bien? 

- Todo lo bien que puedo estar - le dijo secamente 

- María... 

- Dime Esteban, ¿por qué le envenenaste el alma a Hector?

- María, aún estas convale...

- No, no quiero dejar esta conversación para después, quiero saberlo ahora - Los ojos de María llameaban de furia y a él le pareció la mujer más hermosa 

"La Sombra del Dolor"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora