CAPÍTULO IV

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MATTEO

  La noche cae en Buenos Aires y comienza a correr una leve ventisca de verano, voy en el auto pensando en todo lo que pasó en el día y me siento agotado, la conversación con Luna me voló la cabeza y lo único que quiero hacer es estar en mi casa. La reja del portón se abre automáticamente e ingresamos, la casa se eleva majestuosamente entre los árboles, siempre tan escondida de la vista de quien sea y la siento innecesaria ¿Para qué queremos tres personas una casa tan grande? No sé, cada vez mi vida me parece más estúpida.

Entro por la puerta de servicio como siempre y me encuentro a Maguie preparando la cena, le doy un beso en la mejilla y dejo la mochila sobre la mesa. - ¿Cómo estuvo tu día Matteo? – pregunta acercándome un vaso de jugo de naranja recién exprimido, lo acepto con una media sonrisa y comienzo a beberlo para evitar responderle rápido. – Te conozco hijo se que hoy pasó algo. – Alza una ceja y se cruza de brazos.

- ¿No hay manera de evitar la conversación? – pregunto y dejo el vaso junto a mi mochila. – Ella niega con la cabeza. – Estuve con Luna y hablamos. – Dejo un silencio suspendido entre nosotros

- ¿Y? – Me incita a que siga hablando

- Hablamos sobre nosotros y le pedí perdón, ella acepto mis disculpas pero me dijo que necesitaba tiempo para pensar. – tuerzo el gesto y vuelvo a tomar jugo

- La entiendo. – Larga un suspiro. – Lo que pasó entre ustedes es difícil hijo y más para ella, yo la entiendo. Solo necesitas dejarla un poco para que piense y se relaje. Después de esto va a empezar a ver todo con más claridad

- Lo sé, pero no quiero alejarme de ella hasta que piense

- Y no te alejes. – Se ríe como si fuese obvio

- ¿Cómo querés que haga si ella tiene que pensar? – pregunto irónico

- Que piense, pero no necesita hacerlo lejos de vos, reconquistala Matteo, demostrale que lo que ustedes querían tener valía la pena

Me quedo en silencio por unos segundos, tiene razón, el abrazo de Luna me demostró que ella no quería estar nunca más lejos de mí. – Voy a hacerlo. – digo confiado, junto mis cosas y salgo corriendo a la sala. Automáticamente agarro mi celular y le envío un mensaje.

Espero que hayas llegado bien a tu casa.

Lo envío y sigo camino hasta mi habitación, en el camino dejo las zapatillas en la puerta y arrojo la mochila en algún rincón lejano. El panorama es bastante diferente al de hoy en la mañana todo está acomodado y huele a vainilla, Maguie sabe que es mi perfume favorito. Agarro mi guitarra y toco algunos acordes sin pensarlo demasiado, estoy analizando componer una nueva canción pero todavía no sé muy bien de que podría ir la letra, no quiero que sea triste aunque tampoco estoy como para componer la canción más alegre del mundo, siento una vibración en mi bolsillo y miro la pantalla

Sí, la verdad es que recién llego, estoy muy cansada. ¿Vos?

También, estoy tocando un poco la guitarra para aclarar la mente

Se lo envió rápido y vuelvo a las cuerdas, la afino porque hace tiempo que no toco de verdad, otro mensaje aparece

La música siempre es la mejor compañía, hace mucho que no te escucho cantar. Lo extraño

Una sonrisa de idiota se asoma por mi rostro, toco el botón para grabar y comienzo a cantar Siento, hace tanto tiempo que ni pensaba en la letra que me costó bastante comenzar, la tenía anotada en mi tablet, pero ya ni sé donde quedo ese archivo, desistí en buscarlo porque las palabras están en mi mente, solo tenía que buscar un poco para poder encontrarlas, son parte de mi y por eso mismo es imposible olvidarlas.

1. La legalidad de Matteo Balsano (#Lutteo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora