CAPÍTULO XXXII

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MATTEO

Todo es silencio exceptuando por el ruido del motor, puedo sentir una persona a cada lado de mí pero no puedo ver, la pierna me duele como nunca en mi vida, mi corazón late desbocadamente y tengo miedo, pánico me recorre el cuerpo. – El teléfono. – Una voz me sorprende y siento manos sobre mi cuerpo, me tenso e intento no removerme, me tocan por todos lados, no paro de temblar hasta que me quitan el aparato. El ruido del viento ingresando por una ventanilla a velocidad entra por mi oído y luego la explosión de un vidrio. Lo rompieron.

No me dirigen ni la más mínima palabra solo siento la velocidad del vehículo que no para de doblar, ya perdí la cuenta de la cantidad de veces que fue a la izquierda y luego a la derecha. La velocidad disminuye y mi temor aumenta.

- Buenas tardes Guillermo. – La voz de alguien dentro de la camioneta me para el corazón de golpe. – Esto es sencillo, tenemos a Matteo y te damos dos opciones o te lo devolvemos más o menos entero o en partes, queremos la plata.

Dijo en partes, partes, van a cortarme en pedazos.

- ¿Vos te pensas que yo voy a creer que no tenes el dinero? – le responde con mal tono. – No, no tengo ni idea de dónde vas a sacar la plata pero la vas a conseguir porque si no el pendejo la va a pasar mal, va a sufrir tanto hasta que me pida que lo mate. ¡¿Entendiste?! – grita y me hace saltar en el lugar. – Sí lo tengo acá a tu hijo. No, no estás para hacer peticiones en este momento Balsano, move el culo y conseguí la plata

- ¡PAPÁ! – grito desesperado y sin pensar, me asestan un golpe en el estómago que me deja sin aire

- Viste ahí lo tenés. – dice mientras intento conseguir un poco de oxígeno en mis pulmones. – Doscientos mil euros, ya lo sabes tenés hasta las once de la noche como tiempo límite.

¿Once de la noche? Me van a tener acá hasta a esa hora. Mi corazón late a más no poder y tengo miedo de sufrir un paro cardíaco o algo así no es normal mantener este ritmo. La camioneta arranca nuevamente y un estruendo de vidrio nuevamente me da señal que rompió ese celular. Destruyen cada manera de que me rastreen, me van a tener acá todo el tiempo que ellos quieran.

- Y vos pendejo. – me habla uno que claramente es argentino. – Nadie te dijo que gritaras. – Me da un golpe en el mentón y me deja mareado, me cuesta recuperar el aliento aun tengo la bolsa. – Mejor que te portes bien porque nunca le dije que te iba a devolver entero. – Otro golpe me marea. – Sacale la bolsa. – Indica a quien debe estar a mi izquierda.

Dos manos entran como pueden en cada extremo de mi cabeza, me atan un pañuelo a los ojos y me quitan la bolsa, doy bocanas desesperado por tener aire puro. – Calmate un poco, no seas estúpido. – me dice el de la izquierda. – Estira las manos nene, dale

No puedo dudar ni medio segundo ya que me las agarran a la fuerza y me las atan con una cuerda, puedo sentir la soga rasguñándome la piel y cortándome la circulación. – Están apretadas. – Susurro con miedo

- Es la idea, ahora cerrá la boca. – Me dan otro golpe y el dolor ya se disipa a todos lados, no hay un centímetro de mi cuerpo que no me duela. – Espero que tu papá tenga la plata para la hora indicada porque sino Balsano. – Se forma un silencio y no abro la boca.

La camioneta sigue en marcha la velocidad es constante, nunca nos detenemos así que asumo que estamos en un autopista o en una ruta. Tengo miedo a donde me puedan llevar o qué me hagan, nunca en mi vida me imaginé viviendo esta situación.

- Ahora vamos a ver cuánto le interesas a tu papá, desde principio de año que nos debe esta plata y no nos paga, aun cuando te teníamos en la mira sigió pidiéndonos dinero prestado prometiendo pagar, pero como siempre las deudas tienen fecha de vencimiento y hoy toco pagar Matteo. – sisea mi nombre en mi oído y un escalofrío recorre mi columna vertebral. – Sacale esos patines de mierda

1. La legalidad de Matteo Balsano (#Lutteo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora