CAPÍTULO XXVII

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MATTEO

- ¿Hoy? – Pregunto mientras me subo al auto para volver a casa

- Sí, todos estamos libres

- Está bien, después de comer voy para allá. – Cortó la llamada y guardo el teléfono en el bolsillo de mi pantalón

Observo el paisaje que despacio se vuelve más verde por la llegada de la primavera, estoy agotado corporal y psicológicamente, no tengo ganas de patinar aunque sé muy bien que despejar la cabeza me haría bien, hoy prefiero regodearme en mi angustia y eliminarla con la bolsa de boxeo pero sé que no puedo dejar a los chicos solos, tengo que hacer esto, quiera o no. – Fede después de comer tenes que llevarme a la quinta de Pedro. – digo sin quitar mi vista de los arboles que pasan fugazmente. No me responde pero sé que me escucho, así que volvemos a quedar en silencio hasta que llegamos a mi casa.

Cuando cruzo la puerta, voy directo al baño y luego ya estoy apto para hacer cualquier cosa, Maguie no me da tiempo para quitarme la ropa porque me llama a comer, así que directamente voy a la mesa. - ¿Cómo estuve el colegio? – pregunta dejando un plato de pasta italiana enfrente de mí.

- Tuve examen, la verdad era demasiado sencillo. – Le guiño un ojo y ella me sonríe.

- Me alegro de oírlo entonces. – Me sirve jugo en el vaso y enciende el televisor.

Hundo el tenedor en la pasta y la enredo para mandármela a la boca, la conductora del programa vuelve a pasar las mismas noticias sobre "Los patinadores ilegales nocturnos" y le sube el volumen al máximo para romperme los tímpanos, se acerca más a la pantalla y se me cierra la garganta, dicen lo mismo que antes y pasan exactamente les mismas imágenes. Mientras nada de mí aparezca, puedo respirar. – Estos chicos...- Comenta Maguie observando. - ¿Dónde están sus padres? Deberían ver que se van de casa a la noche para drogarse y beber alcohol

- ¿Drogarse y beber alcohol? – pregunto retóricamente. – Por favor, seguramente estén exagerando, yo creo que esos chicos se reúnen ahí a patinar a compartir algo que les gusta hacer.

- ¡Matteo! No los defiendas. – Me regaña mientras sigo comiendo. – Y si no estuvieran haciendo nada malo no tendrían que estar con los rostros tapados, además miralos. – Me señala a Cadáver que justo aparece frente a la pantalla. – Se nota claramente que son rufianes, gente de mala vida

- ¿Rufianes, gente de mala vida? – Rodeo los ojos. – Creo que los estás juzgando por unos videos y lo que dice la televisión

- Me defrauda mucho que te pongas del lado de ese tipo de gente. – Niega con mirada reprobatoria y prefiero guardar silencio y terminar mi plato de comida

Cuando acabo y estoy por levantarme, me detiene y una pequeña sorpresa sale de la heladera, frutillas con crema. Se me abre aun más el estomago. – Gracias. – digo cuando me entrega una cuchara. Maguie no es de hacerme postre siempre, porque sé que hace muchísimas cosas a la que se le suma "cuidarme", así que cuando se toma el tiempo le agradezco el detalle. – Termino, me cambio y me voy con mis amigos. – Le informo mientras devoro el postre

- Pero si recién llegas ¿Ya te vas? – pregunta triste y asiento mientras me meto la ultima cucharada a la boca. -¿Y con qué amigos? Hasta donde yo sé tu amigo es Gastón y bueno ese tal Ramiro que nunca le he visto la cara

- Son amigos de hace bastante Maguie. – digo bebiendo un sorbo de agua para bajar todo. – No te preocupes, de verdad. – Le doy un beso en la mejilla y salgo corriendo a mi cuarto.

1. La legalidad de Matteo Balsano (#Lutteo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora