CAPÍTULO X

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MATTEO


Despierto con la mente en todo lo que me pasó, anoche me costó demasiado dormir, le di vueltas al tema un millón de veces y cada cosa que pienso es catastrófica.

Me pongo los pantalones del uniforme y camino en busca de mi camisa por toda la habitación, no sé donde está, Maguie siempre deja todo donde quiere y eso me pone de pésimo humor, agarro el saco, la corbata y la mochila y bajo sin remera las escaleras. – Maguie ¿Dónde está mi camisa del colegio? – pregunto y dejo el resto de mi ropa sobre la silla del comedor

- ¿No la dejé en tu cuarto? – pregunta y es cuando noto las grandes ojeras en su rostro, está más demacrada que de costumbre y su mirada es fría

- ¿Está todo bien? – pregunto y el aire de la casa es tenso

- Sí. Soy una distraída, la planche y la dejé en el lavadero ahora te la traigo, vos desayuna. – dice y desaparece de mi vista

Me siento frente al café y siento un escalofrío que me recorre la espina dorsal, la mañana está bastante fresca y yo sigo sin la camisa puesta, bebo la infusión para que mi cuerpo tome un poco de calor, envuelvo la taza con mis manos y me siento ido, no pienso en nada, porque mis propios pensamientos me dan miedo, pero sé que estoy con la vista perdida en la fugacidad del instante.

- Tomá hijo. – dice en un susurro y la deja sobre la mesa

No le respondo nada, en pleno silencio me la coloco, luego la corbata y por último el saco, cuando estoy listo como algo de todo lo que hay y desaparezco en busca de mi chofer.

Federico me espera con una leve melodía de jazz sonando y las ventanillas subidas, entro de apoco y me siento dejando la mochila en el suelo. – Buenos días. – digo y me devuelve el saludo.

Desde que mis padres lo contrataron hemos tenido conversaciones de no más de cinco minutos y sé muy bien que él sabe lo que está pasando pero tampoco es que pueda preguntárselo libremente porque en cuanto sospeche se lo dirá a mis padres y nada bueno puede salir de eso.

- De apoco el clima se vuelve otoñal. – digo porque no sé de qué hablar

- Si, se nota como refresca. - claramente lo de él no son las conversaciones. – Es un clima tan frío, solitario, oscuro. – deja su definición flotando en el aire

- A veces da miedo. – agrego para desviar la conversación, por el retrovisor alza una ceja. – me refiero que es oscuro, uno no puede ver con claridad lo que pasa a su alrededor con la neblina ¿No?

- ¿A qué se refiere? – pregunta y sé que ese camino no me estaba sirviendo. – Abróchese el cinturón. – dice tajante y antes de poder hacerle caso dobla a la izquierda, me golpeo un poco contra la puerta, nada grave

- ¿Qué pasa? – pregunto y observo para todos lados

En la calle solo veo gente paseando sus mascotas o niños que las madres los acompañan al colegio

- ¿Qué pasa? – pregunto nuevamente y no recibo respuesta

Sigue la ruta hacia el Blacke pero desde un camino totalmente diferente, sigo observando por las ventanillas pero nada me parece raro, no me respondió la pregunta y no abrió más la boca, subió el volumen de la música y siguió conduciendo como si nada hubiese pasado. Los nervios se me ponen de punta, no puedo tolerar esta situación un segundo más, estoy en peligro y nadie quiere decírmelo.

Cuando llegamos me bajo enojado, azoto la puerta del auto y no me interesa lo más mínimo lo que me diga, entro sin mirar a nadie y sin saludar. Mi día es una maldita mierda, acomodo mis cosas sobre el banco y uso el celular pero en busca de nada especial, recibo un mensaje de Luna preguntándome si llegué, no le respondo, no quiero hablarle. - ¿Y si tengo el celular intervenido? – me pregunto a mí mismo y sin pensarlo lo arrojo sobre la mesa. - ¡Mierda! – digo en un tono más alto.

1. La legalidad de Matteo Balsano (#Lutteo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora