CAPÍTULO XXX

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MATTEO

            Abro los ojos como puedo, el despertador me rompe los tímpanos y con todo el sueño acumulado que tengo desde el día de mi cumpleaños, siento que nunca más voy a poder dormir de nuevo. Corro al baño para limpiar y cambiarme las vendas por última vez, luego de hoy ya puedo tener mi tatuaje al aire libre o bueno, más bien escondido tras mis pantalones.

Me pongo el uniforme despacio, no planeo apurarme en lo más mínimo y si llego tarde clases me da igual, realmente estoy exhausto, necesito un respiro de mi vida. Intento hacerme el nudo de la corbata mil veces, pero en todos mis intentos me queda horrible, así que desisto y la guardo en el bolsillo para que Maguie luego me haga el nudo. Me coloco la mochila y bajo las escaleras arrastrando los pies hasta llegar a la cocina. – Buen día. – La saludo entre bostezos y me siento en mi lugar habitual.

- ¿A qué se debe ese sueño? – pregunta y me deja un café. – Hace tres días que venís acostándote a las diez y te levantas con la misma cara

- Me cuesta mucho dormir. – respondo bebiendo unos sorbos. – No sé qué me pasa

- ¿Exámenes difíciles? – pregunta. – Falta muy poco para terminar por lo que me imagino que debes estar con esas cosas

- Sí. – Miento mientras como un poco. – Me tiene agotado la escuela.

La televisión está en un volumen muy bajo, solamente la observo para mirar el clima y luego me levanto decidido a ir a la escuela, con unos diez minutos de retraso, pero bueno, al menos voy.

Utilizo el auto para poner mi cerebro en off y cerrar los ojos, una leve melodía de jazz suena para acompañar mi lenta respiración, tengo los ojos cerrados. Todo es negro, todo es paz. – Matteo. – La voz de Federico me interrumpe. - ¿No estarás durmiendo camino al colegio no? – pregunta chistoso

- No. – balbuceo acomodándome mejor. – Solo estoy descansando un poco

- Sí, te veo. – ironiza y de apoco la velocidad baja. – Te recomendaría que abras los ojos porque estamos llegando

- ¿Ya? – pregunto aún con los parpados cerrados. - ¿Podes darle vuelta a la manzana aunque sea una vez? – Tengo el cuello duro pero aún así no quiero cambiar la posición

- Estas llegando tarde, no puedo hacer eso y lo sabes. – Su tono es tajante y como sí se rompiera el hechizo abro los ojos y todo vuelve a ser la mierda de realidad en la que vivo.

- Necesito una siesta, muy larga. – susurro desperezándome

- Y un chicle de menta, Dios mío. – dice y me da uno en la mano. – Mastícalo bastante antes de hablar con alguien

- Ay que gracioso. – Revoleo los ojos y me meto el chicle a la boca para comenzar a hacer globos

Ingreso por la puerta principal, no hay nadie, los pasillos están vacios y las aulas repletas, todo el mundo ya está en clase, menos yo. Me froto la cien ya que un pequeño dolor de cabeza amenaza con molestarme, esto de no dormir me está pasando factura.

- Tarde, Balsano. – dice mi profesor cuando cruzo la puerta

- Perdón. – respondo más o menos educado y voy a mi lugar de siempre

Saco las cosas despacio para no hacer ningún ruido todos están anotando las formulas del pizarrón muy concentrados, hasta Gastón que simplemente me hace un gesto cuando me siento y corre un poco la hoja para que comience a copiar. – Bueno ahora resuélvanlo ustedes. – Indica el profesor y se sienta.

1. La legalidad de Matteo Balsano (#Lutteo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora