CAPÍTULO XXXI

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MATTEO

Las horas pasan y lo único que logro es dar vueltas en mi cama constantemente, nada tiene sentido y hasta hoy me doy cuenta, no tengo pensamientos coherentes, todos los errores que cometí en el año se me vienen a la cabeza y siento que fuera ayer cuando estaba subiéndome a la moto de Chile por primera vez, nunca tendría que haberlo hecho, pero en ese momento parecía tan simple y divertido, me hizo sentir bien, feliz. No tenía ese vacío en el medio del pecho con el que vivía cada día porque aún teniendo el amor de Luna siempre sentí que algo en mi vida estaba faltando.

La luna rota lentamente hasta el horizonte y mis ojos no quieren cerrarse, me arden porque me la pasé mirando la pantalla del celular, revisando las redes sociales en busca de que pasen las horas, pero es más difícil que eso. Tengo que ir al colegio y no tengo ni la menor idea de cómo haré porque honestamente solo quiero meterme en la cama a ser miserable o moverme esta el gimnasio y arrancarme las manos dándole a la bolsa.

Llega la hora de despertar y es irónico porque jamás me dormí, así que con los ojos inyectados de sangre me levanto dando traspiés, no sé ni lo que hago, voy al baño y me doy una ducha para parecer un poco más vivo. El agua está tibia tirando a caliente y me ayuda, por lo menos siento las piernas menos entumecidas aunque la espalda y el cuello me duelen horrores, cuando intento hacer un movimiento mu crujen los huesos. Salgo con la toalla en la cintura y mientras me lavo los dientes recibo el reflejo directo de la miseria. Mis ojos junto a mi nariz están más rojos de lo que me imaginaba, se nota demasiado que me la pasé llorando. Tengo ojeras por el piso y mi pelo está para todos lados, básicamente soy una asco de ser humano.

Me cambio sin ganas, me pongo el uniforme que cuelga de la percha y ni me preocupo por acomodarlo bien, porque no me interesa. Bajo las escaleras decaído, se nota en el sonido de mis pasos, son apagados y arrastrados. Cuando llego a la cocina Maguie me espera con el desayuno listo y apenas su rostro se encuentra con el mío sabe que no estoy bien, además es obvio que escucho la discusión con Luna ayer. – Estoy decepcionada. – dice rompiendo el silencio y hundiéndome una daga en el corazón. – No me esperaba esto de vos Matteo. – Su voz está quebradiza.

- ¿Mis padres lo vieron? – pregunto y no me animo a observarla a los ojos

- No, salieron muy rápido en la mañana, pero se van a enterar la noticia está por todos lados

- Ya lo sé. – respondo cortante y me sumerjo en mi desayuno

- ¿Por qué? – pregunta y la observo confundido. - ¿Por qué hacías esas cosas de noche hijo? – Su tono maternal y sus ojos cristalizador me rompen el corazón

- Soy infeliz Maguie, nada en mi vida me llena y por una vez me sentí completo. – Susurro y escondo mi rostro tras la taza de café.

No me responde porque sabe que le estoy diciendo la verdad ella más que nadie pasa todo su tiempo conmigo viéndome crecer con errores y aciertos, llantos y felicidad.

En pleno silencio me voy hacía el auto que me espera como todos los días, me subo y Federico me saluda igual que siempre, como si nada diferente hubiese pasado y es que en verdad entre nosotros todo sigue igual porque él siempre supo todo.

- ¿Puedo preguntar por Luna? – Rompe el silencio en medio del viaje. – Aunque tu cara me dice todo

- Me dejó, no hay nada más que agregar. – digo con mi vista aún en la ventanilla

- ¿No pensas hacer algo?

- ¿Hacer algo? – pregunto irónico. – Tengo lo que me merezco, yo me gané cada cosa que me está pasando

1. La legalidad de Matteo Balsano (#Lutteo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora