El calor de tu sonrisa [TERMINADA]

Capítulo 59

Llego a casa de Ana y veo que sus padres estaban de pie frente a la puerta.

Alicia:
-Estábamos esperando por ti, menos mal que ya has llegado.

Pablo:
-¿Ha pasado algo?

Alfonso:
-Tranquilo, no ha pasado nada. Es que nos tenemos que ir por una urgencia en el trabajo y no queríamos dejar a Ana sola.

Pablo:
-A vale, pues que tengan un buen viaje. Yo cuidaré de Ana, no se preocupen.

El padre me dio la mano y la madre dos besos en forma de despedida. Entré en la habitación y vi a Ana dormida abrazada a la almohada, es adorable. Cerré  la puerta y me fui al salón para dejarla dormir.

Un rato después volví a entrar en el dormitorio y vi que ya estaba despierta. Se apoyó en el cabezal y me senté a su lado.

Pablo:
-¿Has estado llorando?

Ana:
-N... no.

Pablo:
-¿Segura?

Ana:
-Segura.

Sabía que me estaba mintiendo pero esta vez se lo iba a dejar pasar. No quiero que se sienta agobiada ni vigilada.

Pablo:
-Bueno, voy a hacerte la cura.

Ana:
-Yo me la hago, tengo experiencia.

Pablo:
-¿Y eso?

Ana sabe que el doctor me dijo lo queme dijo cuando pasó lo de Hugo. Cree que no sé nada de eso, por lo tanto, se acaba de delatar ella sola.

Ana:
-Pues.... es que mi hermano tuvo un accidente hace un tiempo y yo fui la encargada de curarle mientras estaba convalenciente.

Pablo:
-A vale, de todas maneras te lo voy a hacer yo. Levántate la camiseta.

Ana:
-¿Por qué no me la quitas tú? Dijo mordiéndose el labio.

Pablo:
-Anda no me provoques que luego me quedo con las ganas. Además en tu estado no puedes hacer esfuerzos ni nada por el estilo.

Resopló con cara de indignada y acto seguido se remangó la camiseta. La verdad es que la cicatriz impactaba un poco ya que era bastante grande y se veían todas las grapas. Cuando terminé con la cura guardé las cosas y me puse en la cama con Ana a ver la tele, más bien la vi yo solo porque a los cinco minutos de estar acostado ella se durmió acurrucada en mis brazos. Por la noche dormía muy mal o apenas dormía así que aprovechaba el día, cuando yo estaba con ella, para descansar. Todavía tiene miedo en el cuerpo y la entiendo perfectamente. No es nada fácil entrar en la habitación donde te apuñalaron y no recordar lo que pasó.

Después de darnos una ducha, Ana con una serie de instrucciones, cenamos y nos pusimos en el sillón a ver una peli.

A media noche me despierto y cuando extiendo el brazo el sitio de Ana está vacío. Me levanto y cuando salgo al salón la veo sentada, llorando, tapada con una manta, con varios paquetes de clínex y todas las luces apagadas. Me acerco a ella y la abrazo.

Pablo:
-¿Qué te pasa?

Ella simplemente se levanta, yo le agarro el brazo y la siento encima de mí.

Pablo:
-Ey! Ven, dime que te pasa.

Ana:
-Nada, no es nada.

Pablo:
-No mientas, mira como estás.

Ana:
-Que estoy bien Pablo, déjame!! Dijo alterándose.

Después se fue a la cama, dejándome allí sentado.