Narra Jimin:
Esa sensación. Nuestros cuerpos juntos como jamás lo habían estado antes. Ese impulso tan fuerte de querer besarle. El querer decirle que le quiero. La impotencia de no poder. Seulgi.
***
Acabamos de cenar y algunos nos fuimos a nuestros dormitorios. Los demás siguieron bebiendo en la playa. El primero en marcharse fue Suga poniendo como excusa el cansancio por el viaje que había hecho esa mañana para llegar allí. Quise haberle dicho que se quedara pero no lo hice. Pocos minutos más tarde me retiré yo, dando una excusa parecida a la de Suga.
Suga había estado toda la cena más distante aún si cabe. Apenas me había mirado y cuando yo le hacía preguntas o no me contestaba o si lo hacía, no me respondía con más que con simples monosílabos. Estaba apenado, tenía que conseguir hacer una cosa antes de que esta semana pasara y sentía que no iba a poder pero tampoco quería rendirme.
Tan solo habían pasado cinco minutos desde que había llegado a la habitación cuando de pronto el pomo de mi puerta giró y tras de ella apareció Seulgi con una de esas camisetas largas que le hacía parecer que no llevaba pantalones.
- J-jimin...
- ¿Si?
- Puedo... ¿puedo quedarme a dormir contigo?
- Haz lo que quieras. -contesté dirigiendo mi vista de nuevo a la pantalla de mi móvil.
Seulgi se tumbó a mi lado, temerosa de que le pudiera decir algo y de pronto, me sorprendí cuando me abrazó por la cintura y apoyó su cabeza en mi pecho quedándose dormida en aquella posición.
La observé. Seulgi era guapa, simpática y siempre había perdonado todos mis desplantes y mis malas contestaciones, entonces, ¿por qué no podía quererla como ella me quería a mi? Aquella pregunta había rondado en mi cabeza desde hacía varias semanas y aún no lograba entender el porque de que mi cuerpo no reaccionara ante ella. Cualquier chico que se aprecie sin dudarlo tendría algo con ella y yo, que era un suertudo por poder tener esa posibilidad, la desaprovechaba.
Agobiado, decidí salir a tomar el aire. Necesitaba volver a pensar en todo aquello por mucho que ya lo tuviera claro.
Me libré como pude del amarre de Seulgi y salí sigilosamente de la habitación. Salí de la casa y me sorprendí cuando salí al porche y lo vi allí sentado, mirando hacia donde los demás seguían bebiendo y gritando como locos.
- Menuda fiesta se están montando eh. -solté haciendo que se sobresaltada por tan repentino comentario.
Me miró y una vez comprobado quien era volvió a girar su cabeza hacia delante ignorando una vez más mi presencia.
- Me gustaría pedirte perdón.
- ¿Debería perdonarte algo?
- Si... Siento haberte ignor-
- Jimin, si me odias o no te caigo bien y eso lo hiciste en un acto de amabilidad o vete tú a saber puedes ahorrarte el discursito de disculpas que viene ahora. Simplemente deja que yo haga mi vida y yo haré lo mismo contigo. -dijo antes de que pudiera acabar mi frase pillandome por sorpresa.
Hizo un ademán de levantarse para irse y mi corazón, acelerado, me pidió a gritos que si hacía falta le rogara para que no se fuera y se quedase un poco más conmigo. Antes de que se pusiera de pie alcancé y le agarré de la manga de la camiseta haciendo que se detuviera y su mirada se desviara a mi.
- Perdóname Suga. No te vayas por favor, quédate un rato más. -le rogué. Esto último levantando la vista hacia él.
Poco a poco se fue agachando hasta volver a estar sentado en el escalón a mi lado, volviendo a llenarme con su presencia.
- Gracias. -susurré a la vez que me encogía y apoyaba mi rostro en mis brazos.
Nos quedamos ambos mirando al horizonte, a la luz anaranjada del fuego que se hallaba prendido delante de nosotros.
- Suga...
- ¿Si?
- ¿Te apetecería ir a mirar las estrellas? Namjoon me ha dicho que si andamos un poco llegará un punto en el apenas hay contaminación lumínica y dice que se ven muy bien.
- Vayamos.
Anduvimos por la playa, ambos sumidos en un profundo silencio. Cuando llegamos a un punto en el que la oscuridad nos rodeaba, lejos de la casa, me senté en el suelo y me tendí sobre la húmeda arena.
Suga siguió mi ejemplo y se tumbó a mi lado manteniendo una considerable distancia entre nosotros. Le miré. Y su rostro, iluminado por la débil luz que aquella noche desprendía la luna, era el más bello que jamás había visto. Volví a mirar el cielo estrellado, con un sentimiento agradable que me inundaba el pecho.
De pronto, el sonido de unos suaves ronquidos hizo que volviera mi cabeza otra vez y allí le vi. Su rostro se asemejaba al de un bebé y no pude evitar que algo dentro de mi se derritiera al ver aquella escena tan tierna.
Le observé durante un rato, admirando su belleza. Y de pronto, mis ojos bajaron por sus ojos y su nariz hasta llegar a sus labios. Ésos rosados y entre abiertos que tanto llamaban mi atención en aquellos momentos. El mismo sentimiento que antes había acudido a mi mente, ese tan fuerte y repentino de querer besarle, había regresado pero ésta vez no me contuve y, sabiendo que éste estaba dormido, le besé. Fue un beso casto lleno de miedo, inseguridad y timidez, uno simple pero uno que hizo que todo en mi se desatara y que al separarme segundos más tarde, quisiera volver a repetir aquel beso y los sentimientos que suscitaba en mi durante toda mi vida.
Después de separarme, Suga apenas se movió y su respiración siguió igual que segundos antes. No había notado nada cosa que agradecí. Sonreí y cerré los ojos dejándome invadir por ese sentimiento que aún permanecía dentro de mi.
- Suga... -dije moviendo su hombro para que de despertara.
Éste lo hizo y se levantó con los ojos entrecerrados.
- Te has quedado dormido y a no ser que quieras dormir hoy al aire libre me temo que hay que volver.
- Mmmm si. -dijo antes de levantarse medio tambaleándose.
Volvimos a la casa, le acompañé hasta su habitación y me aseguré de que todo estuviera bien antes de salir de allí. Él estaba demasiado dormido como para percatarse de nada. Cerré la puerta sigilosamente y volví a mi habitación.
Abrí la puerta y me encontré a Seulgi en la cama. Seguía tumbada en la misma posición que tenía antes de que me hubiera ido. Llegué a su lado y me tumbé en la cama a su lado con cuidado de no despertarla.
- ¿Dónde estabas? -preguntó Seulgi de repente abriendo los ojos poco a poco.
Casi pegué un bote en la cama del susto que me llevé cuando la oí.
- Había ido a dar una vuelta con Namjoon. -mentí.- Seulgi... ¿me podrías besar?
Sin haber obtenido respuesta, ésta se lanzó a mis labios y los besó apasionadamente pero ni un beso de película me hubiera bastado para sentir con sus besos lo que había sentido minutos antes.
ESTÁS LEYENDO
When your eyes meet mine. (Yoonmin)
Hayran KurguComo iba a esperar que acabaría así, dejando que un desconocido que entró en mi vida por casualidad, acabara haciendo que dependiera de él de tal forma que si faltaba, la vida carecía de significado para mí.