Regalos

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Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a J.K. Rowling, Warner Bross & Salamandra. Yo únicamente juego con los personajes que Jo nos regaló. La historia es de mi muy triste y retorcida imaginación.

Disfruten de la lectura como lo he hecho yo escribiendo...

Sonrisa tuya, suspiro mío

XXX: Regalos

Hermione fue arrastrada por la marea de alumnos hacia el Gran Comedor donde se llevaría a cabo la victoria de los Gryffindor. Se perdió entre el puñado de gente, que hicieron que perdiera de vista a las serpientes que habían estado junto a ella en el partido. Se sentía aturdida y no entendía muy bien lo que había pasado.

Fred se le había declarado frente a toda la escuela. ¿Era esa una forma de decirle que ya no le importaba lo que los otros pensaran? ¿Al fin había hecho lo que ella tanto había deseado en el pasado? No iba a negar que sentía cierto placer en que lo hubiera hecho, pero...

¿A quién quería engañar? Ya no era lo mismo, y mucho menos ayudaba el hecho de que hubiera aquel admirador secreto que aclamaba tanto amor por ella. Era un hecho que quería conocerlo. Y descubriría su identidad.

—¡Hermione!—gritó Sebastian—¡Te aparté un lugar!—decía con una sonrisa en el rostro desde su mesa en Slytherin. No iba a ser primera vez que se sentaba ahí, y como no veía a sus compañeros de casa decidió irse con él.

—¿Granger dejará su mesa para sentarse con nosotros el día de su victoria?—se mofó Blaise mientras agarraba unas papitas y las sumergía en salsa picante—Creí que nunca llegaría el día para ver eso.

Hermione le sonrió encogiéndose de hombros.

—Todo sea por...

—... la unión de las casas—dijeron Astoria y Draco al unísono.

Blaise, Sebastian e incluyendo a Hermione soltaron risitas.

—Así es—respondió ella mientras se sentaba entre Draco y Sebastian.

Draco no esperaba que ella tomara asiento junto a él, ya que había más lugares vacíos. Habían sido de los primeros en llegar, esperando por las entradas de los equipos que habían jugado ese día. Sus cuerpos se tocaban en ciertas partes y el Slytherin no podía ignorar aquello. Y ni que decir de el numerito que había montado el estúpido repetido declarándole su amor a Granger. ¿Ella iba a regresar corriendo a él como veces anteriores? Porque eso es lo que ella había querido desde el principio. Ser cortejada como debería ser, que todos supieran y que las cosas fluyeran cómo deberían fluir. Es lo que ella había deseado antes. Draco no podía perder la esperanza. Ella debía estar con alguien que la amara con todas las que ella mereciera. La noche que pasaron juntos, ella se notaba harta de todos los juegos de ese Weasley. Había logrado salir de aquel agujero en la que ella misma se había metido durante el último año. ¿Iba a regresar a lo mismo? Pero bueno, ¿quién rayos era él para opinar? Nadie. Ni siquiera era su amigo.

El rubio tenía la mirada perdida y no se dio cuenta de las miraditas que le echaba Hermione a su lado. Mientras platicaba con Sebastian del partido y bromeaba de algunas cosas con Blaise y Astoria no podía evitar echarle miradas de reojo al rubio junto a ella. Era más alto de lo que había pensado, su colonia olía delicioso, su uniforme estaba impecable y era un poco intimidante con aquella mirada seria y un poco perdida. ¿Qué podría estar pensando?

Hermione salió de sus cavilaciones acerca del rubio cuando escuchó el alboroto que se avecinaba de la puerta y de repente entró el equipo de Ravenclaw. Fueron recibidos con aplausos y virotes por parte de todos. La castaña aplaudió junto a sus compañeros.

Sonrisa tuya, suspiro míoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora