La carta

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Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a J.K. Rowling, Warner Bross & Salamandra. Yo únicamente juego con los personajes que Jo nos regaló. La historia es de mi muy triste y retorcida imaginación.

Disfruten de la lectura como lo he hecho yo escribiendo...

SEGUNDA TEMPORADA

Sonrisa tuyo, suspiro mío

Capítulo XXV: La carta

Fred miró hacia la puerta de la habitación de Harry una vez más, indeciso de ir nuevamente a la sala con los demás o fingir demencia y quedarse un rato más ahí solo. Ciertamente, nunca pensó que verla con ese estúpido lo pusiera así. Sintió las manos temblar, un nudo en el estómago y muchas ganas de gritar. Tuvo que esperarse a que todos abordaran a Hermione para desaparecer de ahí. No quería que ella lo viera así. No quería que mal interpretara las cosas... no estaba celoso, ni afectado. ¿O sí lo estaba?

Quizá no fueran celos, pero sí estaba muy seguro de sentir una agonía tremenda en el corazón acompañado de una gran tristeza. Se encontró deseando ser él mismo el que pudiera tomar de la mano a esa insufrible prefecta de Hogwarts. De todas formas, ¿por qué se torturaba así? ¿Solamente la culpa por haberle mentido y jugado con ella lo tenía así? ¿Eso era todo? Le había pedido disculpas mil veces, excepto quizá por la última estupidez que hizo, pero por lo demás todo estaba perdonado. Hermione era tan buena y generosa, sabía por su mirada que lo había perdonado. ¿Era entonces que él todavía no se perdonaba? Quizá fuera eso... quizá en cuanto él mismo se perdonara todo ya podría ser el mismo de antes. Disfrutar de la compañía de las chicas en Hogwarts, no preocuparse por nada en especial. Sí, eso debía ser. Había muchas chicas hermosas en Hogwarts, ¿a que sí? Sin embargo, con ninguna sentía algo más que cuando estaba con esa castaña de cabello alborotado.

¿Qué tenía de especial? Quitándole la inteligencia, los buenos modales, la sonrisa dulce, los ojos marrones preciosos, su piel suave, esos labios carnosos, esas piernas largas y esbeltas.... Suspiró. Eso no era nada si se le comparaba con otras chicas, ¿no? Quitándole su belleza física, ¿qué le quedaba? ¡Ajá! Era mandona, mal humorada, criticona, un poco gritona, demasiado perfeccionista, metódica, dedicada, apasionada, honesta... perfecta.

Fred sacudió la cabeza, sintiéndose desorientado. Palmeó por la bolsita de su chaqueta y sacó la carta. Esa carta. La que Hermione le dio hace ya varios meses. ¿Sería demasiada mala idea leerla justo en ese instante? ¿Justamente cuando ella se encontraba feliz en compañía de otro hombre? Bueno, Fred nunca destacó por su sensatez. Y desde que la había encontrado dos días después de salir de Hogwarts, la leía todos los días a tal grado de sabersela de memoria.

"Hola, no pretendo que esta sea una carta de amor ni mucho menos. Al menos esa no es mi intención principal. Me pediste que te dijera lo que siento... y bueno, me estoy exprimiendo el cerebro para poner todos mis sentimientos en palabras porque las palabras no son nada hasta que se convierten en hechos, las palabras son poderosas y eternas al mismo tiempo. Se quedan ahí tanto como tú quieras. Bueno, comienzo pero, ¿por dónde? Oh, quizá por decir que llevamos bastante "conociéndonos" y otro tanto de ser mejores amigos. Y durante ese tiempo me has enseñado muchas cosas. No malviajes ese cerebrito, ¿eh?"

— ¿Fred? ¿Estás aquí? —escuchó la voz de su hermana y en seguida guardó la carta en su chaqueta. — ¿Qué haces aquí? Todos están preguntando por ti.

Fred parpadeó rápido un par de veces para ahuyentar las lágrimas. No importaba la intromisión de Ginny, podía seguir leyendo la carta en su memoria. Sin decirle nada a la pelirroja, la tomó de los hombros y se encaminaron despacio hacia las escaleras.

Sonrisa tuya, suspiro míoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora