37- Todo fue un sueño.

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Fueron pequeñas acciones que convirtieron el cariño en amor, que lograron hacer que fuera posible imaginarnos nuevamente casados en un mundo paralelo, un amor tal, que me tiene destrozada sujetando esta carta, sintiéndome incompleta y tan tonta por no haber aceptado al mejor hombre que jamás creí conocer.

Al hombre que amaba realmente.

¿Por qué nadie nos enseña a identificar el amor? ¿Por qué es tan difícil distinguir entre cariño y amor? ¿Por qué tienes que perderlo todo, para comprender tus sentimientos?

Lloré por horas, leyendo una y otra vez sus últimas palabras, pensar que hace apenas unas horas dormía cómodamente en sus brazos, cuantas oportunidades desperdicié teniéndolo para mí sin ningún problema. Me acosté en la cama llorando mientras abrazaba la carta, no sentía hambre, frío o la noche llegar, en conclusión, no sentía nada. Me quedé completamente dormida.

El sonido de mi despertador me puso en guardia. Reprimí un grito al darme cuenta de que estaba en mi habitación, las sábanas estaban en el piso y la luz apenas entraba por la ventana.

Me puse de pie con cuidado, ¿qué estaba pasando? La puerta se abrió y tomé una caja, lista para arrojarla si era necesario.

— Ahiry, baja a desayunar, se enfriará. ¿Qué haces con esa caja? —Era mi madre, ¿mi madre?

— Me quedé dormida, bajo en un momento.

— Apresúrate, llegarás tarde a clases.

Me quedé helada, no podía ser verdad, definitivamente algo está mal. Quiere decir que Argrem, Elder, los 11 mundos, Emek, mi matrimonio y Meikel... ¿Habían sido un sueño? ¡No! No podían ser un sueño, todo era real, ¡yo lo viví! Meikel era real, ¡no puedes tener un sueño en el que vivas casi un año!

Lave mi cara con agua fría, pero mi reflejo seguía igual, aun podía ver mi habitación. Recuerda, recuerda. ¡La fiesta!

En esa fiesta, en el antro, todo comenzó ese día. ¿Alguna droga? ¿Fue una droga lo que me hizo soñar eso?

Quería gritar, ¡joder! ¡Esto no pudo ser un sueño!

Cómo puede me cambié, bajé sólo para encontrar a mi padre leyendo el periódico como siempre, tomé mi desayuno, todo parecía normal, nada había cambiado. Meikel. Él no podía ser un sueño.

Camine en silencio y sin problemas, llegué y vi a mis amigas, saludé con la mano, busque refugio en lo más profundo del salón. Quería desaparecer.

Cuando vi por la ventana, alcancé a ver a Emek, ¡sí! Salí corriendo y lo alcancé en el pasillo, pero al girarlo me di cuenta de que no, no era Emek.

— Lo siento.

— Sin problema.

El día transcurrió bien, si se puede decir así, casi no hablé con las chicas y en cuanto la campana sonó, me fui lentamente.

Después de comer no baje para nada, no podía con mi familia en estos momentos. Tal vez me había vuelto loca. Eso podría explicar todo. ¿Por qué no cae una bomba atómica y me ahorra el sufrimiento?

Me quedé dormida y como si Elder nunca hubiera existido, el despertador nuevamente me regreso a la realidad. Tomé mi libro favorito y lo puse con desgano en mi mochila, con suerte me ayudaría a salir de la realidad y hacer tolerable mi frustración.

Inicié mi rutina camino a la escuela, lo que más me dolía, al saber que todo había sido un sueño, era saber que Meikel nunca existió. Podía olvidar todo, incluso a Lena, Emek, los tontos gemelos, pero no a Meikel.

¿Cómo pude ser tan tonta y creer que podía tener todo eso? Que podías tener a Meikel.


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2-Un nuevo inicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora