47- Uniendo nuestras almas.

887 81 0
                                    

Llegamos a nuestro piso, teníamos las manos entrelazadas y ninguno quería soltarlas.

— Gracias por otro día perfecto.

— Espero poder hacer todos tus días perfectos.

— Y yo hacerte muy feliz cada día. —Besó mi frente y lentamente llegó a mis labios, yo pasé mis manos por su cuello y él sujetó mi cintura atrayéndome más a su cuerpo.

Caminamos lentamente y sin dejar de besarnos, sentí la pared contra mi espalda frenando mis pasos; nuestros besos eran apasionados, necesitados el uno del otro, él se separó un poco, teníamos nuestras respiraciones entrecortadas, comenzó a dar pequeños besos en mis mejillas, trazando una línea hacia mis hombros, sentía una descarga eléctrica recorrer mi cuerpo, yo también comencé a besar su cuello, sentía su aroma como si fuera el olor más perfecto del mundo. Se detuvo en mi hombro, aún podía sentir su respiración pausada y me estremecí al escuchar su voz en mi oído.

— No voy a hacer nada que tú no quieras —su voz era más grave de lo normal, sabía a lo que se refería y yo estaba dispuesta a aceptar aunque moría de nervios, me acerque a su oído.

— Quiero ser tuya —lo pude ver sonreír, me miró con esos ojos que me hacen perderme en el espacio y rozando mis labios concluyó.

— Y yo deseo ser tuyo —sonreí y lo besé, él me cargó en brazos como sale en las películas románticas, abrió la puerta de su habitación y me miró con una dulce sonrisa.

— Es la tradición en la noche de bodas, ¿no? —sonreí, cerró la puerta a su paso y me puso de pie junto a su cama, le di un beso.

— Te amo Meikel. —Comencé a desabotonar su camisa azul marino, él retiró mi blusa, me sentía nerviosa, pero segura de quererme entregar completamente a él, dispuesta a darle lo que a nadie más había dado, me dio otro beso apasionado y me recostó en la cama.

— Te amo Ahiry.

Esa noche habíamos unido nuestras almas en una sola, ese día fuimos uno.

Desperté y me encontré con los hermosos ojos de Meikel, simplemente sonrió.

— Buenos días mi princesa.

— Buenos días mi príncipe.

Nos abrazamos, hablamos nuevamente sobre la visita de los chicos, dijo que él disfruto mucho de la compañía de Emek y Dante. Pasado el mediodía nuestros estómagos comenzaron a hacer ruidos extraños, los dos reímos.

— Creo que es hora de comer algo.

— Si, pero no quiero bajar. —Me abrazo y después se puso de pie, únicamente tenía sus bóxer, pude ver su abdomen bien formado y sus brazos fuertes, sentí rubor en mi rostro, pero después de todo, ¿no éramos ya esposos?, me sentí feliz de ello, él buscaba algo en su armario y de pronto recordé que solamente tenía mis bragas, busqué mi sujetador y lo encontré debajo de la camisa de Meikel que estaba tirada en el piso. Me sonroje nuevamente, realmente había pasado la noche con él, realmente él era mío y yo suya.

— Esto funcionará. —Él se acercó con una camisa negra un poco larga, la desabotono y la extendió, me puse de pie y pase mis brazos por las mangas, después giré y Meikel lo abotonó nuevamente, me dio un beso dulce y tierno.

— Podemos pedir la comida aquí, no dirán nada, pero tampoco quiero que vean a mi esposa.

— Gracias esposo, me parece muy bien.

— Amo que lo digas. —Pedimos la comida como él sugirió, James llegó con un carrito de comida, al entrar no pudo evitar demostrar sorpresa al vernos abrazados, en la cama de Meikel y yo usando su ropa.

2-Un nuevo inicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora