41- Soy una egoísta.

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Él estaba de espaldas sentado en un escritorio, su saco colgaba de su silla. Podía percibir su olor a canela, ahora que lo veía, sentía tantos nervios que no me sorprendería desmayarme.

— ¿Tan rápido de regreso Greg? —Estoy aquí, pero ¿qué debería decir? Él se ve tan tranquilo y despreocupado, podría incomodarlo si me ve aquí, ¡joder Ahiry! Él había decidido dejarte, tú arruinaste todo, en ningún momento le demostraste que te importaba y ahora vienes para torturarlo más. Tomé aire y di media vuelta, ya había desperdiciado mi oportunidad de ser feliz con él, no tenía derecho a arruinar su felicidad, abrí la puerta nuevamente y escuché su voz.

— ¿Ahiry? —Mi corazón latía tan rápido y fuerte que no me dejaba pensar claramente.

— Lo siento, no quería molestar, yo... —Salí de la habitación con dificultad, maldije en voz baja cuando lo escuché corriendo detrás de mí.

— Ahiry, ¿qué haces aquí? —Tomé aire obligándome a no llorar, di la vuelta y sonreí.

— Solamente vine por unas cosas, ya estaba por irme, yo... —No me dejo terminar, me abrazó fuertemente, hundiendo su rostro en mi cuello, sentí esa descarga eléctrica que no pude sentir en mi sueño; dude en responder el abrazo, pero no podría desperdiciar mi última oportunidad.

— Soy egoísta, abandone la Tierra para no dudar y poder dejarte ir, pero viéndote aquí, no puedo, no me interesa que me odies y que no me dirijas la palabra nunca más; sabiendo que estás aquí, es más que suficiente yo... —Lo interrumpí escondiendo mi rostro por las lágrimas que salían una tras otra.

— ¿Odiarte? ¿Cómo podría odiarte? Eres tú el que debería odiarme. No puedes ser más egoísta que yo, que por mi orgullo y necedad, no me di cuenta del daño que causaba, que a pesar de todo eso, vengo a buscar una segunda oportunidad... —Lo había dicho, no tenía arreglo, estaba preparada para escuchar todo el desprecio de su boca, se separó con el ceño fruncido, sus ojos estaban cristalinos. Lo había perdido. Incluso él, el hombre más perfecto del mundo tenía un límite y yo lo había superado. Incluso sus sentimientos por mí tenían fecha de caducidad, no lo culpaba, él se merecía algo mejor.

— ¿De qué hablas? —me encogí de hombros, intentando no romperme en mil pedazos.

— Simplemente me negué a la idea de tener sentimientos por ti, aun cuando ya estaban dentro de mí creciendo cada día, yo sé que suena tonto y que tú tal vez ya no... —Tomó mi rostro con sus manos y me beso, no era como el beso de esa noche, tierno y honesto; esta vez era temeroso y un tanto pasional, nos separamos por falta de aire, él junto nuestras frentes sin decir nada, cerrando los ojos.

— Si puedo ser tan egoísta para pensar que aún tienen una oportunidad los sentimientos que negué por tanto tiempo yo... —Me interrumpió viéndome fijamente con esos hermosos ojos que me hacían creer que existían otros mil mundos.

— No tienes que pensarlo, tienes todas las oportunidades que en mi conciernen, únicamente para ti, este lugar —señaló el salón y después llevó su mano al pecho—, y el lugar en mi vida. Siempre han sido tuyos, siempre he sido tuyo y siempre lo seré, aún después de un siglo, seguirías siendo la única mujer que desearía tener en mi vida. La pregunta es si ¿podrías ser mía de ahora en adelante? —negué con la cabeza.

— No, siempre he sido tuya desde hace mucho tiempo, eres el único, mi primer amor, incluso en mis sueños —sonreí al recordarlo—, fui enviada por el destinó para ti. —Él sonrió ampliamente.

— No me gusta debatir al destino —sonreímos, limpio las lágrimas de mis ojos.

— No quiero mi antigua vida, quiero esta vida, en la que estás tú.

Tomó mi rostro con cuidado y me beso, nuestros labios se conocían y no tenían prisa, quería memorizar cada segundo, yo quería congelar este momento para la eternidad. La puerta se abrió, el mismo señor que había visto salir de la habitación, sonreí apenada de que nos viera besándonos.

— Perdonen príncipes, príncipe Stephen falta media hora para su discurso, ¿tiene todo en orden? —Él sonrió, es fácil acostumbrarse a verlo sonreír.

— Más que en orden mí querido Greg —Greg asintió y se retiró.

— ¿Darás el discurso conmigo? —Observé mi ropa, jeans, tenis y una playera polo, no son lo ideal para un discurso de la princesa.

— Mi ropa —beso mi frente.

— Aún tienes tiempo.

— Aún tenemos tiempo.

Me acompañó a mi habitación, elegí un vestido largo de color gris Oxford para combinar con Meikel, me sentía demasiado feliz, ¿cómo fue que nunca me permití disfrutar de esto?

Me encanta lo incoherente que puede ser la vida, en un segundo había perdido a Meikel, en el siguiente había soñado algo que de alguna forma me ayudo a elegir mi vida y en el siguiente, estaba junto con Meikel. Mi Meikel.

Puse un poco de maquillaje y sonreí al ver una luz peculiar en mis ojos. Meikel estaba afuera y sonrió al verme.

— Luces hermosa, es bueno poder decirlo y no solamente pensarlo.

— Tú también te ves muy guapo, me gusta cuando usas ese color.

— Usaré esta gama de gris continuamente —me dio un beso rápido.

— Vamos, tenemos un discurso que dar.

Supongo que cambió el discurso de último momento, habló sobre la estrategia contra Argrem, de la plantación de un ejército que ingresaría a Dromen, del resultado que logró el evento que organicé y datos generales.

Al terminar él tenía que dirigirse a su despacho, yo me quede en el cuarto azul, en donde lo vi por primera vez oficialmente, donde me enteré que él era el príncipe y mi futuro esposo.


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2-Un nuevo inicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora