Cap. 29 -Cuanto me he alegrado de tenerte aquí, rubio

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Inspiro, expiro. Inspiro, expiro.

Venga Adel, eres una chica muy fuerte. No te derrumbes a la primera de cambio. ¡Échale narices!

Cojo aire una vez más y entro en el vestuario.

Como esperaba, todos con toallas, o en las duchas, o acicalándose.
Se me quedaban mirando. Es normal. No lo digo por mi físico ni mucho menos, pero ¿qué hace una chica en el vestuario de los chicos?

Mira a todos lados, pero no veo a quién quiero ver.

-Adel. -Una voz detrás mía.

Mis pies no responden. No puedo girar

Cobarde.

Vale, vale. Me doy la vuelta mirando al suelo.

-¿Qué haces aquí?

Empiezo a subir la mirada y contemplo una toalla en la cintura. Subo un poco más y un torso tonificado, desnudo está en visión. Un poco más hasta que llego a sus ojos. Esos ojos azules.

-Yo... -Estoy más nerviosa de lo que esperaba.

-Tú... -Inclina la cabeza para que siga.

-¿Podemos hablar?

-Lo estamos haciendo.

-En un sitio más privado, donde no tenga tantas miradas acechándome. -Me siento incómoda.

-Claro, me visto y quedamos, ¿vale?

-En la cafetería en 20 minutos, ¿te parece? -Propongo.

Asiente con la cabeza.

(...)

Estoy sentada en una mesa. Las manos me sudan de los nervios. No sé que lo voy a decir. La última vez que lo vi, no hablamos. Su novia/modelo se lo llevó enseguida. Y la anterior fue un desastre. La cagué. Recuerdo sus palabras: -Gracias por aparecer en mi vida Adel.
Y ese beso. Ese maldito beso.

-Hola. -Llega Marcos y se sienta en mi mesa.

-¿Qué... Qué tal el entrenamiento? -Lo primero que se me pasó por la cabeza.

Suspiró.

-¿De qué quieres hablar? -Dijo seco y cortante.

No me esperaba esto de él. Pero me lo merezco. Definitivamente me lo merezco.

-Creo que nada... Esto no ha sido una buena idea, siento hacerte perder el tiempo. -Me iba a levantar pero me agarró del brazo frenándome y volviéndome a sentar de golpe.

-Dime. -Me miró profundamente a los ojos. No le brillaban. No como las otras veces.

-Gracias por aparecer tú en la mía.

Se notó enseguida su cara de confusión.

-No me dejaste responder a la penúltima vez que nos vimos. Ya que la última prácticamente nos separaron. -Aclaré.

-¿Aún te acuerdas de lo que te dije? -Se echó para alante y me cogió de las manos que tenía sobre la mesa.

-Me acuerdo de todo lo que me has dicho. -Respondo.

Esto se me está haciendo demasiado difícil.

Se levantó del sitio.

¿Se quiere ir?

Sin batería #Parte1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora