Mi departamento está en el último piso para evitar a las personas lo más que pueda, normalmente tomo la escalera de incendios cuando salgo; y justamente el día en que quise entrar como una persona normal, la vi. Cabello negro corto, ojos cafés con un toque dorado y una sonrisa que podía curar todo el odio del mundo. Ella estaba tratando de abrir la puerta con la llave, mientras cargaba dos bolsas de alimentos, yo estaba a punto de darme la vuelta y subir por la escalera de incendios pero mis zapatos hicieron ruido y ella volteó rápidamente.
-Hola. Lamento estorbar, pero no puedo abrir la puerta; ¿podrías ayudarme?- dijo lentamente en alemán. No es de aquí tampoco. Se hizo a un lado para que yo lo hiciera.
Asentí y bajé mi rostro para que no lo viera tan directamente. Abrí la puerta con facilidad y entre para sostener la puerta en lo que ella entraba, con la otra mano bajé la visera de mi gorra. Pasó a centímetros de mí, y pude oler una esencia de canela.
-Muchas gracias.
-¿Ne-necesitas ayuda?- dije con la mejor pronunciación que pude pero casi susurrando.
-No, gracias, solo es un piso.
Asentí y subí las escaleras rápidamente. Me detuve en el segundo piso y me asomé ligeramente. Vi la parte de debajo de su abrigo y sus converse blancos, batalló un poco en abrir la puerta, pero lo logró después de un minuto. Entró a su departamento y cerró la puerta tras ella. Pude ver un espejo y una planta en el umbral. El silencio volvió a reinar en el edificio.
Desde ese día dejé de usar la escalera de incendios, sólo quería verla una vez más. Pasó casi un mes para que la volviera a ver, pero no fue en el edificio que compartíamos.
-Una cerveza- pedí al entrar en un bar. Sin hacer contacto visual.
Observé al bartender sacar una cerveza del refrigerador, abrirla con un destapador y vaciarla en una copa de medio litro. La puso enfrente de mí y sin preguntar cuánto era saqué un billete de cinco euros y se lo di. Abrió la cartera del bar y me dio mi cambio en dos segundos.
Dos cervezas después, la puerta del bar se abrió por milésima vez y una risa femenina llamó mi atención. Era ella de nuevo, pero venía acompañada. Se sentó en la barra junto con un par de chicos después de colgar su chamarra en la entrada, traté de escuchar de qué hablaban dado que estaban sentados a un asiento de mí, pero hablaban alemán y yo no sabía demasiado como para entender toda su conversación.
No quería tomar más, pero ella estaba en la misma habitación que yo de nuevo, por alguna razón era incapaz de levantarme de mi asiento. Así que pedí otra cerveza.
Media hora pasó y ella se fue del bar, dejándome solo de nuevo y con una cerveza que terminar. No podía desperdiciarla. De camino a casa iba absorto en mis pensamientos, o más bien en ella. Si tanto quería verla, ¿por qué no le hablaba de una vez? Sé dónde vive, eso es más que suficiente, incluso podía tocar a su puerta pidiendo una bendita taza de azúcar.
Nunca me consideré tímido pero desde que llegué a Viena parece que soy alguien diferente. Abrí la puerta del edificio con lentitud, entré y empecé a subir las escaleras, en vez de escuchar cómo se cerraba la puerta de entrada, escuché que alguien la detenía. Volteé a verla y allí estaba ella con una sonrisa en su rostro y rubor en sus mejillas.
-Hola vecino- dijo subiendo las escaleras a mi paso.
-Hola.
-Oh, ¿nunca me presenté verdad? Lo lamento, ese día que abriste la puerta por mí, estaba muy distraída por todo lo de la mudanza.
Su alemán había mejorado notablemente.
-No hay problema. ¿Entonces eres nueva aquí?
-Sí, llevo un mes viviendo aquí.
-¿Y qué tal te parece?
-¿Te refieres al edificio? Bien, supongo.
Asentí sin saber qué más decir, pero empecé a subir las escaleras lentamente.
-Ya no te había visto- dijo de pronto.
-Vivo en el último piso, no hay muchas posibilidades de vernos.
Llegamos a su piso.
-Que tengas buena noche- dije dirigiéndome hacia el siguiente piso.
-¿Por qué no usas el elevador?
-Sólo son 4 pisos y soy joven- dije encogiéndome de hombros.
Sonrió involuntariamente y se sonrojó ligeramente de nuevo. No quería dejar de verla pero si no lo hacía se iba a ver extraño. Me di la vuelta para seguir subiendo.
-No eres de aquí, ¿cierto?
-Tienes razón- respondí sin voltearme totalmente.
-Victoria.
-¿Mmm?- esta vez voltee a verla.
-Mi nombre es Victoria, Victoria Newland.
-Sebastian... Stan.
-Stan...no sé por qué siento que ya lo había oído antes.
"Tal vez, porque soy un actor", pensé.
Me encogí de hombros y sonreí ligeramente de lado.
-Buenas noches Sebastian.
-Descansa Victoria.*****
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Viena (Sebastian Stan - español)
FanfictionSebastian Stan ha dejado la actuación de lado por un tiempo después de un accidente. Se mudó a Viena para esconderse y alejó a todas las personas de su vida, hasta que se encuentra con Victoria quien está decidida a conocer al joven solitario del cu...