Ya sabía su nombre, ella sabía el mío. ¿Y ahora qué? Vine a Viena a esconderme, a pasar desapercibido. Y ahora al parecer quería conocer a mis vecinos a profundidad, ¿por qué tuvo que interesarme ella?
Paseaba de un lado a otro del pequeño departamento tratando de decidir si debería hacer algo al respecto. Es solo una chica, ¿por qué me sentía de esa manera? Solo quería verla, como si yo fuera un adolescente que se ha enamorado a primera vista.
-O tal vez es porque no has tenido sexo desde que llegaste- dije en voz alto.
Suspiré y me detuve. Necesito un trago. Tomé la chamarra del perchero y abrí la ventana que daba a la escalera de incendios.
De camino al bar hay un supermercado grande, pasé caminando por ahí y una esencia de canela llamó mi atención, era como la de ella. El primer día que la olí fue cuando la conocí en el edificio, y no se quitó incluso cuando había llegado a mi departamento. Tal vez ella acababa de entrar.
Es riesgoso si alguien me ve ahí, por eso siempre iba a pequeños mercados a comprar comida, pero ¿qué es la vida sin un poco de riesgo? No pensaba hablarle, sólo quería ver si mis sospechas eran ciertas. Entré al supermercado, traté de seguir la esencia dulce de canela y de pronto la vi en el pasillo de vinos. Usaba un abrigo gris largo y la mitad de su cabello estaba recogido, admiraba los vinos como tratando de decidir el que sería el ganador. Se veía hermosa, me gustaría verla tomando una copa de vino tinto, creo que le quedaría muy bien; mucho más que aquella cerveza en el bar de la otra noche.
Volteó como si supiera que alguien estaba mirándola, me quedé pasmado ante su mirada, de pronto ella sonrió y alzó su mano en forma de saludo antes de que su atención volviera a los vinos. No podía quedarme ahí viéndola como idiota, me di la vuelta y vi una botella de whisky, fingí estar buscando una marca en específico cuando vi de reojo que ella se acercaba.
-¿Vas a tener una fiesta?- me preguntó.
-No, sólo es para mí.
-Yo igual- dijo levantando un poco las dos botellas de vino.
-Entonces tomaremos solos esta noche.
-Eso parece.
-¿Debería de invitarte a tomar a mi departamento?- preguntó tratando de decidir si eso era lo que yo quería.
-No es necesario, de verdad.
-Si no quieres, está bien, nos vemos luego- dijo encogiéndose de hombros y caminando hacia la caja para pagar.
Caminó lentamente haciendo su abrigo bailar de un lado a otro. Se veía tan bien que era imposible que ella estuviera interesada en mí, por como luzco ahora ella nunca se fijaría en mí, ni siquiera sabe quién soy. Entonces, ¿por qué siento que arruiné una gran oportunidad de conocerla? Pude haber dicho que sí y eso hubiera llevado a pasar la tarde en su departamento o a beber demasiado y hacer cosas que se sintieran bien en ese momento.
Cuando salí de mis pensamientos ella ya no estaba en la caja, pagué la botella de whisky y caminé hacia mi departamento algo rápido. Traté de escuchar cerca de su puerta, pero obviamente no se escuchaba nada, y ahora yo parecía un idiota y pervertido. Subí las escaleras antes de que alguien me viera.
Un par de días pasaron desde aquella interacción y había decidido que no haría daño el conocerla. Me atraía demasiado y la única forma de hacerlo parar era si saciaba mi curiosidad de una vez por todas. Tal vez, ella no era tan única o maravillosa como yo lo quería creer; pero somos humanos, todos tenemos errores y eso nos hace maravillosos también.
Me puse un abrigo y bajé rápidamente para tocar a su puerta. No sabía qué pretexto poner, si no se me ocurría algo en los siguientes segundos, le pediría una taza de azúcar o algo similar. Una sonrisa hizo su aparición en mi rostro, estaba emocionado. Me detuve en seco cuando llegué al segundo piso y escuché voces abajo. Era ella con alguien más, escuché como bajaron las escaleras, abrieron la puerta y esta se cerró con un golpe sordo. Dejándome en el silencio del edificio.
Suspiré, demasiado tarde, lo pensé demasiado. Ya traía un abrigo puesto, así que iría a un bar al menos. Me encaminé hacia el bar que frecuentaba, sin saber que ella había entrado ahí escasos cinco minutos antes que yo.A la mañana siguiente me desperté con dolor de cabeza, me senté en la cama y me tallé los ojos. Sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo, traté de estirarme pero los músculos de mi espalda me dolían ligeramente, noté un olor a café y eso me hizo despertar por completo. ¿Quién estaba ahí?
-Diablos- dije al ver que no estaba en mi habitación. Aquella era blanca con lila, el cobertor de la cama tenía siluetas de un verde pálido.
¿Acaso me acosté con alguien anoche? Desearía poder recordarlo. La ropa que traía ayer no estaba en la habitación, solo traía mis bóxers puestos. Mis zapatos tampoco estaban ahí. Aquella habitación era de una chica sin lugar a dudas, abrí la puerta de la habitación que daba a una pequeño vestíbulo. Era similar a mi departamento, pero más limpio. Encontré mis zapatos cerca de la entrada.
-Buenos días- dijo una voz a mi izquierda.
-Vic-Victoria- dije con mis ojos abiertos más que de costumbre.
-Ese es mi nombre. Tu ropa está lista para que te la pongas de nuevo, está sobre la mesa- dijo señalándola.
Miré hacia dónde su dedo indicaba y vi mi ropa doblada, probablemente la había lavado.
-Aunque probablemente es mejor que te des un baño primero, o será inútil haberla lavado. La segunda puerta a la derecha- dijo regresando a la cocina.
Necesitaba respuestas, así que tomé la ropa y me metí al baño. Había productos de mujer y de hombre, ¿acaso vivía con su novio o hermano o? Dejé de pensar en ello y abrí la regadera.
Mi piel se erizó en cuanto el agua tibia la tocó, aumenté la temperatura y la presión del agua, sentía como si fuera un masaje en mi cabeza y hombros. Quería quedarme más tiempo pero no era mi departamento y probablemente tenía que irme pronto. Me vestí de nuevo y me sequé el cabello con una toalla blanca que encontré. Salí del baño y antes de que pudiera buscarla, ella habló.
-¿Quieres café?- dijo Victoria saliendo de la habitación en donde desperté.
Asentí y ella se metió a la cocina. Algo me decía que no había pasado nada anoche entre ella y yo pero aún así tenía que estar seguro. Me puse los zapatos y entré a la cocina.
Ella volteó a verme y bajó su mirada hacia mis zapatos.
-Oh, ¿te puedes quitar los zapatos?
Miré sus pies y vi que solo traía calcetines de lana.
-Oh, sí claro, lo siento.
Regresé a la entrada y me quité rápidamente los zapatos, dejando mis pies en calcetines.
-Aquí está tu café.
Me senté junto a ella ya que no había otro lugar, tomé la taza en mis manos y tomé un pequeño sorbo. Había llegado el momento de preguntar qué fue lo que pasó.
-Tu inglés es muy bueno, ¿de dónde eres?- me preguntó de pronto.
-Nací en Romania pero he vivido casi toda mi vida en Estados Unidos.
Asintió.
-Entonces era por eso que hablabas anoche en inglés.
-¿Te hablé en inglés?
-Sí, todo el tiempo.
-Oh.
Si tuvimos sexo hubiera sido extraño decir algo en alemán, no sabía demasiadas frases que pudiera decir en ese tipo de situación.
-¿Recuerdas algo de anoche?- dijo esbozando una sonrisa.
Se estaba burlando de mí, seguro.
-No mucho.
-¿Quieres que te ayude a recordar?- dijo sosteniendo su cabeza en la palma de su mano. Tenía un aspecto juguetón, ¿quién era yo para negar esa propuesta?
Asentí y me acerqué lentamente a su rostro. Inseguro de mis movimientos.
-¿Por qué te estás acercando?- preguntó con el ceño fruncido.
-Creí que...
-¿Que nos habíamos acostado? Dios, no.
Hizo una cara de disgusto, auch.
-¿Entonces por qué desperté aquí medio desnudo?
-Porque salve tu trasero anoche.
-¿Qué?- dije sorprendido.
-Estabas ebrio en un bar y empezaste a gritar y a querer pelearte con todos, yo estaba en el mismo bar con unos amigos, así que evité que llamaran a la policía y te traje a mi casa.
Me pasé las manos por la cara. ¿Cómo pude haber perdido el control?
-Dios. Lamento que tuvieras que pasar por eso.
-No te preocupes, a todos se nos han pasado las copas de vez en cuando.
-Aún así, no tenías por qué haberme ayudado y lo hiciste, te lo agradezco.
-No hay de qué- dijo tomando un sorbo del café como si no fuera nada.
-¿Dije algo inapropiado?- dije después de unos minutos.
-¿Como qué?
-No lo sé, como las cosas que decimos cuando estamos ebrios.
-Dicen que los ebrios dicen la verdad.
-Es una verdad que no queremos admitir, entonces cuando estamos sobrios solo les llamamos cosas inapropiadas.
Ella rió ligeramente.
-Bueno, cuando te estaba quitando la ropa porque te la manchaste de alcohol, empezaste a decir cosas...graciosas.
-¿Graciosas?
-Es que describías lo que ibas sintiendo cuando tocaba tu piel. Desde "tus manos están tan frías como la nieve derritiéndose", hasta "si sigues tocándome así, no podré controlar lo que siento".
-Nunca volveré a verte de la misma manera. Lo lamento mucho, debo-debo irme- dije levantándome.
Nunca me había sentido tan avergonzado, ¿cómo fue que me embriagué tanto? Si ella no me hubiera encontrado, probablemente mi cara estaría en las noticias ahora. No debo de ser descuidado.
Tomé mi celular, cartera y llaves que descansaban en la mesa del vestíbulo.
-No te preocupes, de verdad. Fue una forma diferente de romper el hielo, pero no mala.
-¿No fue mala? Tienes que subir tus estándares.
Río ligeramente.
-No creo que haya sido mala, porque te vi en bóxers y eso fue muy bueno.
Sus mejillas se ruborizaron y no paraba de sonreír, yo reprimí una sonrisa.
-¿Te gustó verme en bóxers?
-Sí. Soy una chica amable pero no soy ciega, siempre observo lo que tengo delante de mí, y ayer tuve que quitarte la ropa así que tenía que mirar.
-Lamento que haya sido cuando yo no estaba en condiciones de hacer algo al respecto.
Ella mordió su labio sin pensarlo y asintió.
-Tal vez, la siguiente vez no estés tan ebrio.
¿Estaba coqueteando conmigo y yo estaba correspondiendo?
-Me aseguraré de ello- dije sonriendo tímidamente.
Solo quería tomarla de la cintura y besarla. Pero si lo hacía en ese momento, temía que fuera a arruinar mi oportunidad de conocerla más.
-¿Sebastian? Una última cosa.
-¿Sí?- dije a punto de cerrar la puerta.
-También mencionaste algo sobre alguien llamado Anthony.
No, ahora.
-¿Qué fue lo que dije?- pregunté sin querer saber en realidad.
-Dijiste que lo lamentabas, que preferías haber sido tú.
-Debo irme, gracias por todo lo que hiciste- dije en un susurro.
-Estas pálido, ¿seguro que no quieres...?
Me fui antes de que terminara la pregunta.
*****
ESTÁS LEYENDO
Viena (Sebastian Stan - español)
FanfictionSebastian Stan ha dejado la actuación de lado por un tiempo después de un accidente. Se mudó a Viena para esconderse y alejó a todas las personas de su vida, hasta que se encuentra con Victoria quien está decidida a conocer al joven solitario del cu...