12.

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-¿Vas a regresar a tu país para las fiestas navideñas?- pregunté mientras estábamos sentados en mi cocina.
-No.
-Creí que añorabas diciembre por ello.
-Lo añoraba porque tendría vacaciones, pero ésta vez no las tendré en mi trabajo así que tengo que quedarme.
-¿Te entristece?
-No del todo, puedo ver a mi familia en enero o febrero. Además no festejamos mucho en estas fechas, siempre hacemos algo muy sencillo.
-¿Entonces, qué piensas hacer aquí?
-Creo que habrá una cena de Navidad con mis compañeros de trabajo, así que probablemente iré.
-Bien.
-¿Quieres venir? Puedo llevar a una persona conmigo- dijo poniendo sus manos alrededor de la taza de vino caliente que había hecho.
-No creo que sea la mejor compañía ese día- dije con mi mirada clava en el suelo.
-¿Por qué lo dices?
-No me gustan las fiestas decembrinas, prefiero quedarme en casa y fingir que es un día más.

Victoria no respondió, pude sentir su mirada mientras me levantaba de golpe y buscaba cigarrillos en una gaveta; cuando los encontré, los tomé y salí por la puerta de la cocina que daba hacia el balcón, esperando que el aire frío y el humo del tabaco me hiciera dejar de recordar.

Después de eso, pensé que Victoria se alejaría un poco de mí, había vuelto mi actitud sombría y sin ganas de vivir. Más importante, empezaba a dejar de ser expresivo con ella y la forma en que hablaba podría considerarse descortés. Sin embargo fue completamente lo contrario, en cuanto terminaron sus clases de ese año, sólo tenía que ir entre semana al trabajo por algunas horas en la tarde. Así que en las mañanas tocaba a mi puerta o me invitaba a ir a algún lugar, me negaba de vez en cuando pero empezaba a sentirme mal por hacerlo.
-Quiero mostrarte algo- fue lo primero que dijo cuando abrí la puerta un día a las 8am.
-¿Qué es?
-Cambiate primero. Te espero abajo en 10 minutos- dijo dando la vuelta y empezando a bajar las escaleras sin dejarme si quiera responder. Cerré la puerta con cuidado y pensé en no bajar en lo absoluto, hoy quería pasarlo dormido y no despertar sino hasta el día siguiente. El hecho de tomar mi celular antes de salir de casa y encender la pantalla por simple inercia, hizo que viera la fecha de nuevo y tuve que concentrarme para no derramar lágrimas antes de ver a Victoria.
-Pensé que no vendrías- dijo recargada cerca del apagador de luz en la planta baja.
-¿Por qué?
-Tardaste casi media hora- dijo con un atisbo de tristeza.
Mis ojos se abrieron en sorpresa.
-Lo lamento ni siquiera me di cuenta del tiempo- dije pasándome una mano por el cabello de nuevo corto.
-¿Te sientes bien?
-No.
-¿Aún así quieres ir?
-Sólo quiero distraerme.
-Entonces, yo soy la indicada- dijo poniéndose su bufanda y abriendo la puerta que daba directamente a la calle, haciendo que el aire frío entrara a la calidez del edificio.

Iba caminando a su lado con las manos en los bolsillos, cuando de pronto se detuvo en un Hofer y con la cabeza me indicó que la siguiera dentro del supermercado.
-¿Me trajiste a hacer tu despensa?
-Obvio no- dijo mientras tomaba una canasta y caminaba hacia la sección de alcohol.
-Es muy temprano para tomar, ¿no lo crees?
-Eso nunca ha parecido importarte- dijo mientras tomaba una caja pequeña.
-Cierto- y todavía más en esos momentos.
Después caminó a la sección de la panadería.
-Toma dos o tres de lo que quieras.
El oler el pan recién salido del horno, abrió mi apetito un poco, tomé tres rollos de pizza. Ella tomó una especie de tarta ovalada con glaseado. Salado y dulce, no podíamos ser más diferentes.

Después de pagar, y de que guardara lo que compramos en su mochila, seguimos nuestro camino hacia el metro. Quería preguntar a dónde me llevaba, pero no tenía fuerzas para emitir palabras, o simplemente las ganas de iniciar una conversación. Supongo que ella lo ha de haber notado y estuvo en silencio todo el camino, la parte positiva era que ya no era incómodo entre nosotros el quedarnos callados. Pensándolo bien, no sabía si eso era completamente bueno.

Cambiamos de línea 2 veces, y bajamos al llegar a la estación de "Schönbrunn".
-¿Acaso vamos al Palacio de Schönbrunn?
No respondió, solo me sonrió.
Eso era un sí.

Viena (Sebastian Stan - español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora