4

805 48 5
                                    

-¿Qué es lo que cenaremos entonces?- preguntó Victoria una vez que entré a la cocina y empecé a sacar los ingredientes.

-"Wiener Schnitzel"- dije con el mejor acento vienés que pude.

Pensé que se sorprendería con mi elección de platillo pero estamos en Viena después de todo, así que no es gran sorpresa. Quería darme un golpe, probablemente la había comido demasiadas veces ya.

Lo único que hizo fue alzar una ceja de la manera más sensual posible y reprimir una sonrisa. Quería grabar esa expresión por siempre en mi memoria.

-¿Sólo eso?- preguntó.

-Dime, exactamente ¿qué esperabas de mí esta noche?

-Hot dogs y un pay de manzana

Solté una carcajada.

-¿Tan americano me veo?

-No, pero no creí que fueras capaz de hacer al menos una pasta decente.

-Si creías que soy tan malo en la cocina, entonces ¿por qué aceptaste mi invitación?- dije un poco dolido.

-Quiero conocerte- dijo con la mirada clavada en el piso.

-¿Estás segura que es eso?- dije poniéndome enfrente de ella.

-¿Por qué mentiría?- levantó la vista.

-No lo sé, solo quiero estar seguro de que no fue por lástima.

-Créeme, no siento lástima por ti. Sólo un gran interés.

¿Por mí? Sentía interés por mí, ahora yo era el que iba a actuar como todas mis fans. La miré a los ojos y quería grabar ese color de su iris en mi mente, pero su mirada era tan penetrante que me hizo romper el contacto visual en dos segundos, empecé a acomodar los ingredientes en la mesa y saqué un par de recipientes.

-¿Tienes pensado algo para la sopa?- preguntó.

-No realmente.

Idiota, ¿cómo se te pudo haber olvidado hacer algo de sopa?

-Puedo hacer una si quieres, es muy fácil.

-De acuerdo, pero no sé si tenga lo que necesitas para hacerla.

-¿Tienes ingredientes para hacer pancakes?

-¿Qué? ¿Pancakes?- dije frunciendo el entrecejo.

-Eso dije.

-Creo que sí, pero...

-Confía en mí- me interrumpió.

La conocía muy poco y sin embargo sentía que podía confiar en ella, había salvado mi ebrio trasero y ya me había visto casi desnudo y no tomó ninguna ventaja de mi estado, así que podía confiarle algo como una sopa fácilmente.

En lo que yo cortaba las papas para la ensalada, ella empezó a hacer la mezcla de pancakes, se veía tan enfocada en lo que hacía, como si quisiera hacerlo perfecto. Parecía como si nadie estuviera en la cocina más que ella, era como si fuera un momento personal y yo estuviera escabulléndome para verla.

Estábamos trabajando en silencio y se sentía bien. Éramos sólo ella y yo.

-¿Puedo sacar un sartén?- preguntó de pronto.

-Por supuesto, hay uno grande en el gabinete de abajo.

Cuando empecé a hacer el aderezo para la ensalada, ella ya tenía 4 pancakes en un plato. O al menos eso parecían ser, aunque eran demasiado delgados como si fueran sábanas de pancakes.

Viena (Sebastian Stan - español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora