(+18).
#SePrendió
No puedo creer que después de lo que ha pasado entre nosotros hace un rato, él actúe como si nada. Al regresar al hotel, simplemente me limitaba a evitar cualquier tipo de contacto con Bradley, porque tampoco es que esté en condiciones de soportar algo más, ya que aún no he logrado procesar lo del restaurante.
Con mis manos algo temblorosas, introduje la llave de la habitación mientras remordisqueaba mis aún hinchados labios. Bradley entró después de mí, arrojándose sobre la cama, quedando sus piernas colgando desde los bordes. Me abstuve a quedarme observando su relajada expresión y recurrí al plan B de escape de situaciones incómodas: encerrarme en el baño; cerré la puerta detrás de mí y me dirigí al espejo, no sin antes haberle puesto seguro a la puerta.
—Oh, Dios —mis ojos se agrandaron al notar lo roja que estaba y mi cabello, o mejor dicho, sinónimo de nido de pájaros, estaba hecho un desastre.
Me enjuagué la cara con agua fría para refrescar un poco mi acalorada situación y cuando me recompuse luego de unos minutos, salí del cuarto de baño.
—Sam... —me llamó Bradley en tono suave aún con los ojos cerrados—. Acércate un momento.
Dudé un momento en hacerlo, ya que mis intenciones eran solamente echarme a dormir en el otro extremo de la cama.
—¿Y bien? ¿Qué ocurre? —cuestioné con cansancio una vez frente a él.
—Tu mano, la necesito —levantó su mano e hizo un par de gestos con ella.
Extendí mi mano hacia él —como buena persona que soy—, pensando que sus intenciones eran pedirme que lo ayudara a levantarse; pero al contrario, lo que hizo fue tirar de mí, provocando que cayese parcialmente sobre él, siendo mi debilucho brazo derecho el único soporte de todo mi cuerpo, ya que Bradley aún no dejaba ir mi otra mano.
Reí nerviosamente para mis adentros. —Bradley, déjame ir —intenté zafarme de su agarre—. No es gracioso, niño, suéltame —otro intento en vano.
—¿Niño? —una sonora risa se escapó de sus labios—. Tengo diecisiete, técnicamente soy mayor que tú, pequeña Sam.
—¿A quién le importa? —mascullé con exasperación—. Sólo suéltame.
—Sólo si me haces un pequeño favor, te soltaré —propuso con una sonrisa pícara-malévola en el rostro.
—¿Ahora qué pretendes? —sentí un fuerte tirón y en un abrir y cerrar de ojos, era Bradley el que se encontraba sobre mí, con sus manos aprisionando las mías a los costados de mi cabeza. Sus labios fueron a mi cuello, dejando una cadena de suaves y húmedos besos sobre él, devolviéndome el calor a mi cuerpo—. ¿Qu-qué estás ha-haciendo? —tartamudeé desesperadamente.
No recibí una respuesta en concreto, solamente una risa coqueta que para mí fue como la caída un cubo de agua caliente sobre mi piel, haciéndome estremecer; seguido de eso, volvió a lo que hacía, hasta dirigirse a mis labios.
Cuando empecé a sentir cómo mis pulmones pedían a gritos algo de oxígeno, me separé lentamente de él y fue cuando aprovechó para hablar:
—Sam, en el restaurante comenzamos algo que, en este momento, debemos terminar, ¿no crees eso? —mis ojos se agrandaron un poco ante su respuesta.
¿No estará insinuando que nosotros dos...?
—Oh-oh...
—Oh-oh, claro que sí —repitó él con diversión en su voz.
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El diario de una Nerd
Teen Fiction(HISTORIA COMPLETA) Samantha Williams no es nada más y nada menos que otra chica que recorre fantasmalmente los pasillos de West High. Aún en sus dieciséis tristes años de vida, nunca se interesó en un chico, ya que tenía su cabeza metida entre los...