Capítulo 19: Cambiar por una noche.

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Días restantes para el baile: 0. Ha llegado el día y los nervios me carcomen por dentro cruelmente.

Jamás he ido a estas cosas en la escuela por miedo a ser el «hazme reír» nuevamente, ya que luego de aquel día en el que perdí casi toda mi dignidad (literalmente) no volví a asistir a fiestas, a menos que fueran de familiares o únicamente Lana. Me aterra la idea de ser el centro de atención. Me aterra la idea de conocer personas que finjan ser mis amigas y que luego me traicionen. Me aterra... todo, especialmente cuando se trata de temas sociales, así de sencillo.

Si no me equivoco, el paso número uno de la lista que hice previamente (qué inteligente, ¿no?) con los pasos a seguir para avanzar en los problemas de la vida es: «relajarse y dejar que las cosas fluyan con naturalidad».

Relájate, Sam, solo... Inhala, exhala, inhala, exhala y... Bien, esto no está funcionando para nada.

¡No estoy para nada relajada y las cosas no fluyen con naturalidad ni en lo más mínimo!

Bien, bien... descartemos el primer paso. El paso número dos: «Toma respiraciones profundas para apaciguar los nervios, ya que existe la sensación de que el primer paso fue una completa basura». Este tiene que funcionar sí o sí, ahora que dentro de poco llegará Lana con los chicos para irnos directo al baile y yo aún no consigo estabilizarme. Genial.

—Hola, Sa- ¿Qué diablos haces? —la preocupaba voz de Lana que apareció desde el marco de la puerta, inundó la habitación junto con mis aceleradas inspiraciones y exhalaciones—. ¡Oh, no! ¡Te hiperventilas! —exclamó acercándose rápidamente a mí haciendo ridículos gestos con sus manos agitándolas en un intento de refrescarme.

—¿Qué ocurre contigo? —increpé apartándome de ella de un solo tirón.

—No, no —rebatió negando repetidas veces con la cabeza— ¿Qué ocurre contigo? Estás pálida y aparte no te pusiste bien el vestido —replicó cual madre reprendiéndole a su hija el no hacer las cosas bien, y procedió a acomodar la falda de mi vestido junto con los tirantes, que estaban hechos un desastre—. ¿Qué pasa contigo, Sam? —dijo finalmente con preocupación.

—No lo sé, Lana, yo... yo... creo que no iré —me dirigí hacia la cama para sentarme en ella con los brazos cruzados de mala gana.

—¿De qué hablas? Ya estás vestida, andando —animó intentando tirar de mi brazo que inmediatamente retiré.

—No lo haré —me negué en un puchero de niña pequeña.

—Oh —musitó con cierto dejo insinuante que me puso alerta al instante—. Claro que no puedes ir, Sam... —mis ojos se iluminaron con solo escuchar su tono compasivo.

—Gracias —articulé con desgana.

—¡PORQUE NO PUEDES IR SIN ANTES MAQUILLARTE CON LANA'S MAKE-UP SERVICES! —concluyó su frase en el momento en el que menos me esperé recibir una puñalada en mi tímpano izquierdo.

Creo que debí habérmelo pensado un poco más de dos veces cuando accedí a ir al baile. Primero, porque soy la persona más tímida y temerosa del mundo. Segundo, porque los bailes y vestidos no son mi estilo, mientras los bailes y actos desahoga hormonas concurren en el baile, yo prefiero quedarme comiendo helado de chocolate mientras veo una película romántica para desdicharme la vida como la masoquista que soy en la comodidad de mi aposento. Y tercero, porque la persona que me maquillaría —en contra de mi voluntad— sería...

—Lana...

—¿Sí? —contestó orgullosamente detrás de mí seguramente limándose las uñas divamente.

El diario de una NerdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora