Pequeños rayos de sol traspasaban con finura las persianas que colgaban de la ventana de mi habitación, hasta tocar mi rostro y abrazarlo de manera acogedora.
Es entonces cuando se hace un enfoque en mi rostro, sonrío abriendo mis ojos lentamente para levantarme de mi cama estirándome, disfrutando de cada segundo y sensación que provoca cada estiramiento. Una vida perfecta.
No.
Esa no es mi realidad.
—¡Samantha Williams!
El grito irritante de mi madre logró sacarme de mi paz interna, así como en todas las mañanas debería hacerlo un despertador.
—¿Sí? ¿Diga? —balbuceé levantándome de golpe, fingiendo haber despertado hace horas.
—Mañana regresas a clases y quiero que vayas bien preparada. Te traje estos libros con todos los contenidos de este año —informó poniéndolos sobre la cama—. Léelos.
—Bien, bien... —arrastré las palabras bufando como un Ogro mientras hundía mis pies en mis pantuflas—. Pero primero debo desayunar —solté un largo bostezo al levantarme de la cama.
Esta es mi realidad; y por lo tanto, mis mañanas el acontecimiento más interesante de todos que digamos.
Cepillé mis dientes con la mayor rapidez posible, pero cuidando de no lastimar mis encías, ya que si mi madre ve hasta el mínimo ápice de sangre saliendo de mi cuerpo, se desata la Madre Sobreprotectora-XT2000, y es bastante tedioso cuando eso pasa.
Terminada mi sesión cepillar-mis-dientes, bajé las escaleras para alimentar mi hambriento estómago, encontrándome con Bryan devorando el plato de cereales que normalmente deben comer los jugadores del equipo de fútbol de mi escuela para subir de peso, pero en mi opinión, es bastante estúpido porque esos chicos no parecen tener ni un solo gramo de grasa en su cuerpo, sino un cuerpo envidiablemente definido que los hace parecer Dioses Griegos, como en el caso del chico sentado frente a mí.
—Así que, ¿irás también al cumpleaños de Kendall? —me preguntó en tono burlón.
—Sí —respondí secamente—. ¿Ahora podrías cerrar tu boca y comer en silencio? —añadí con veneno en mi voz.
Alzó levemente las cejas. —Qué humor... —comentó con sarcasmo para sí mismo, con una leve risita—. ¿Se puede saber a qué se debe?
Suspiré con exasperación. —A nada en particular... Mamá me obligó a asistir a la fiesta de Kendall de gente elegante y sabes muy bien que eso no es lo mío.
—¡Totalmente! —mi hermano se echó a reír.
Lo miré fulminante, tratando de asesinarlo con la mirada para extinguir su estúpida sonrisa, con la que mi hermano atrae a tantas chicas. Pero qué más da, al parecer los populares como lo es él, están destinados a tener belleza natural que cualquier chica se derretiría con sólo una sonrisita de las suyas.
Una vez el último bocado de comida entrando a mi sistema digestivo, me digné a leer los libros que trajo mi madre, o mejor dicho, la mujer obsesionada con que su hija arrase con sus altas notas por donde pase. Mamá seguramente piensa que tengo una vida social común, pero no tiene idea de lo que es mi realidad: burlas, burlas y más burlas por mi apariencia descuidada o cualquier otro defecto que para mí sea estúpido. Al final, así es la sociedad hoy en día.
Mi madre es una mujer nacida en los 60's, para aquel entonces la sociedad era diferente, pero ella aún no entiende que las cosas han cambiado. Y han cambiado para mal.
Suspiré exasperadamente. Mi concentración se fue al caño. Estúpida depresión. Abrí el buzón de mensajes de mi celular, para leer nuevamente el mensaje de invitación al cumpleaños de Kendall, mi prima.
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El diario de una Nerd
Novela Juvenil(HISTORIA COMPLETA) Samantha Williams no es nada más y nada menos que otra chica que recorre fantasmalmente los pasillos de West High. Aún en sus dieciséis tristes años de vida, nunca se interesó en un chico, ya que tenía su cabeza metida entre los...