Estaba frente al espejo terminando de ajustar la goma que sujetaba mi cabello en una ordenada cola de caballo cuando le di un vistazo a la pantalla de mi celular. Cada vez que lo veía faltaban menos minutos para mi encuentro con Klein en el restaurante familiar del centro de la ciudad. ¿Estaba nerviosa? Como nunca, pero eso no me cegaba de mi objetivo de esta tarde.
A través del reflejo del espejo, veía a mamá a mis espaldas, observándome cuidadosamente desde la puerta de mi habitación.
—¿Estás segura de que quieres ir? —preguntó ella por décima sexta vez desde que le conté sobre la salida—. No estás obligada a aceptar, cariño.
Detrás de sus palabras podía distinguir la razón de su inquietud y de su indirecta oposición: era de su exesposo de quien hablamos, y es más que obvio que en el fondo siente algún rencor por él debido a sus antecedentes con nuestra familia.
Tras un suave suspiro, me di la vuelta y le respondí:
—Estoy segura de lo que haré, mamá. Lo he pensado estas últimas semanas y simplemente supe que, tras haber guardado tanto resentimiento durante todos estos años, nos es imposible avanzar como deberíamos. Así que decidí empezar a aceptar que lo que ocurrió, sencillamente ocurrió. Tanto rencor hacia una persona no cambiará nada, sólo hacernos vivir del y en el pasado.
Mamá parpadeó un par de veces, perpleja.
—Nunca lo había visto de ese modo —murmuró—. Duele tanto recordar a tu padre que no encuentro otra manera de desahogarme además de odiarlo.
Me acerqué a mamá y le tomé la mano de forma que lograra verla frente a ella.
—Estás comprometida —dije suavemente mientras señalaba el anillo en su dedo—. Ya han pasado casi dieciséis años desde que ocurrió eso y tu boda con el hombre correcto será pronto. Creo que es hora de darle vuelta a la página.
Ella se tomó unos segundos antes de responder:
—¿En qué se ha convertido mi niña? —se preguntó tras soltar una risotada—. Bien, entiendo.
—Bien... ya es hora de irme.
—Recuerda volver antes de las seis, cariño —pronunció con su tan típico tono sobreprotector.
—Lo sé, mamá, lo sé —canturreé antes de bajar las escaleras y salir de la casa.
Unos cuarenta minutos después, ya me encontraba entrando al restaurante. El ambiente hogareño me envolvió apenas puse un pie dentro de él: el olor de la madera de la cual estaban hechas las columnas que sostenían el techo del restaurant, el aroma de la comida recién hecha y las paredes pintadas de un suave marfil. No podía creer que un lugar tan relajante como Laverne's se encontrara en pleno centro de la ciudad de Los Ángeles.
Cuando finalmente divisé a Klein sentado en una de las mesas de al centro, sonriente al verme, una ola de recuerdos azotó mi mente en ese instante.
Me sentía pequeña de nuevo.
Podía quedarme ahí helada en lo que restaba de la tarde, pero no hice más que devolverle la sonrisa y avanzar hasta sentarme frente a él.
Todo comenzó más bien de lo que esperaba. El bistec y el jugo de naranja estaban deliciosos, la crema del cheesecake estaba en su punto. Todo iba perfecto... hasta que el tema de mamá salió a flote.
—¿Y qué me cuentas de tu madre? —preguntó y yo lo miré sin entender a qué se refería exactamente—. Ya sabes, oí que va a casarse, así que...
ESTÁS LEYENDO
El diario de una Nerd
Teen Fiction(HISTORIA COMPLETA) Samantha Williams no es nada más y nada menos que otra chica que recorre fantasmalmente los pasillos de West High. Aún en sus dieciséis tristes años de vida, nunca se interesó en un chico, ya que tenía su cabeza metida entre los...