El tan esperado día había llegado.
Un par de mujeres estaban haciéndole los últimos retoques a mamá: acomodando el velo, su maquillaje a pesar de ser simple, su cabello rubio perfectamente recogido de lado con trenzas francesas y, por último, la cola de su vestido, el cual era ceñido desde el torso hasta sus muslos y luego caía en capas de encaje que después rozaba el suelo. No era un vestido voluminoso que podría atascarse apenas se intentara atravesar una puerta con él, pero era su simplicidad lo que lo hacía hermoso.
—Saldré dentro de poco, cariño —me dijo mamá con el ramo de flores en manos—. Es mejor que vayas con tu hermano antes de que empiece la ceremonia.
Asentí e inmediatamente cerré el libro que estaba leyendo y salí de ahí en la búsqueda de Bryan entre la multitud de invitados, en su mayoría, de los Steinfeld por la manera extravagante en la que vestían. Pero me detuve en tanto sentí mi teléfono vibrar en el bolso de mano que me obsequió el señor Jefferson para utilizarlo hoy junto con el resto de mi vestimenta, también cortesía de él.
«Dios bendiga al genio que inventó las faldas», leí el mensaje de Bradley apenas enfoqué la pantalla.
Traté de no sonrojarme como idiota porque de seguro él está escondido entre la muchedumbre, esperando para burlarse de mi reacción.
«¿En dónde estás?», le respondí.
Al cabo de pocos segundos, recibí su respuesta:
«En tu corazón, bebé».
Sí, sin duda estaba burlándose de mí.
Por aprecio a mi poca dignidad, nuevamente guardé el teléfono en mi bolso y retomé mi búsqueda inicial hasta dar con Bryan y Mackenzie sentados en uno de los bancos cerca del altar, donde el señor Jefferson se encontraba de pie a la espera de mamá. Supe que la ceremonia había comenzado cuando el silencio se hizo presente hasta en el mínimo rincón de la iglesia. Seguidamente, volteé para visualizar a mamá dirigiéndose hacia el altar al tiempo que una melodía proveniente de un órgano sonaba de fondo. La escena de mamá caminando hacia el altar más sonriente que nunca era tan de película que por un momento creí que toda la escena pasaba en cámara lenta. Se veía tan feliz y yo estaba orgullosa de ello.
Pasados unos segundos, sentí una flameante mirada chocando contra mi nuca, así que no me resistí a voltear. De inmediato mis ojos dieron con los azulados de un Bradley sentado en la fila de banquetas detrás de mí. Así que ahí estabas...
Le di una mirada asesina como si de esa manera le dijese: «Te buscaste un problema con Samantha Williams». Él pareció leer mis pensamientos porque sus destellantes ojos comenzaron a retarme, pero preferí hacer algo que lo molestaría hasta casi encenderlo en llamas: lo ignoré y me dediqué a observar la ceremonia con atención hasta que concluyó.
Casi toda la multitud de invitados se levantó de sus asientos para acercarse y dar el parabién a los recién casados. Por mi parte, sólo tomé mis cosas y me puse de pie para salir de la iglesia antes de que muriera sofocada con tantas personas. Iba de camino a la salida cuando la mano de Bradley se cerró en mi muñeca, interrumpiendo mi huida.
—¿A dónde vas? —me preguntó.
—Esperaré a mamá afuera —dije haciendo una mueca—. Luego partiremos con todos los invitados hacia uno de los restaurantes del señor Jefferson para celebrar, aunque realmente yo sólo deseo ir a casa ahora. Después de todo, mamá dijo que no era obligatorio que yo fuera a la fiesta porque probablemente termine en la madrugada y mañana debo ir a West High.
—¿Qué opinas si vienes conmigo? —propuso mientras soltaba su agarre. Yo le di una mirada algo confusa—. Vamos, Sam, ¿estás segura de que deseas ir con un montón de adultos a una fiesta de celebración para adultos?
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El diario de una Nerd
Teen Fiction(HISTORIA COMPLETA) Samantha Williams no es nada más y nada menos que otra chica que recorre fantasmalmente los pasillos de West High. Aún en sus dieciséis tristes años de vida, nunca se interesó en un chico, ya que tenía su cabeza metida entre los...