Día 12 sin Bradley.
Para estas fechas la ciudad de Los Ángeles ya debe estar teñida por completo de blanco a causa de la víspera de Navidad, según el hombre del tiempo meteorológico en las noticias, y así era: la calle del vecindario estaba completamente enhielada por la fuerte nevada de anoche, los vecinos terminando de hacer sus arreglos navideños en las fachadas de sus casas y niños haciendo muñecos de nieve. El ambiente navideño es realmente acogedor, perfecto para estar en familia disfrutando de una buena cena y villancicos de fondo.
La Navidad es una época de felicidad incondicional.
Pero no se siente tanto así cuando no se está con todos los seres queridos.
O cuando no se está con Bradley.
Esta mañana salí muy temprano de casa para caminar en las afueras del vecindario minutos antes de la hora de entrada a clases. Hoy sería el último día de clases que tendría hasta el nuevo año, así que sería una buena razón para ir a la escuela con el mejor humor de los humores —nótese el sarcasmo no tan sarcástico—: no vería el rostro de ningún profesor o alumno de West High durante un mes.
Y posiblemente también no vea el rostro de Bradley —si no se digna a aparecer hoy— por un mes también. O hasta que emerja de donde sea que esté.
Y claro, aquí es donde entonces va la pregunta del millón:
—Sam, comprendo que el chico te guste, pero, ¿no estarás exagerando solo un poquitín? —dijo Lana acercándose a mi oído disimuladamente una vez que nos sentamos en la mesa de la cafetería con nuestro nuevo integrante del grupo: Cody.
Suspiré con pesadumbre mientras insertaba el sorbete en el empaque de jugo y decidí no irme con rodeos:
—Te lo dije: jamás entenderás mi situación.
Aunque ni siquiera yo entiendo mi situación; a veces quisiera darle una especie de reversa a la cinta y volver unos meses en el tiempo, así estaría preparada para lo que vendría, ya que luego de borrar mi nombre del llamado círculo social, y como consecuencia de ello el haber desaparecido también del alcance de todo lo que derivase del género masculino, no estoy preparada para casi nada en la vida, menos para una crisis adolescente de tipo Z, siendo A la más leve.
—¡Agh! Solo trato de ayudar y... ¡Cody! —le pegó en el hombro a su novio, quien la miraba a su lado mientras le arrojaba besos al aire burlonamente, y vino a parar con su coquetería cuando se percató del golpe, haciendo que su rostro se convirtiera en un puchero de niño regañado— ¡No estás ayudando en nada!
—¿Eso significa que no me darás un besito? —indagó intentando imitar una voz aniñada acentuando aún más su puchero.
Otro golpe en su hombro por parte de su disgustada novia que causó que yo riese por lo bajo sacudiendo mi cabeza en forma de desaprobación a la escena; así que sonriendo de lado, dije:
—Descuida, Lana, no tienes que hacer sufrir al rubio solo por compadecerte de mí y mi infortunio —pronuncié con palabras firmes—. Como si ver amor desmoronándose ayudase a mejorar mi estado...
Obviamente susurré lo último, aunque igualmente fue cosa de la que Lana ni se inmutó, ya que se encontraba en una «seria» pelea de novios que hasta me causó un poco de gracia, parecían un viejo matrimonio. Desde esa perspectiva hacen que el amor parezca la cosa más complicada del mundo.
Y desde mi perspectiva respecto a mi extraña relación con Bradley... también.
Ahora mismo mi confusión es ardua, y aún más ahora que el maestro Colton está terminando de explicar una serie de cosas sobre Trigonometría como forma de introducción a lo que se estudiará el año entrante. Qué cansancio, como si necesitásemos resolver un problema algebraico nivel ciencia avanzada para saber el total de nuestra compra en un supermercado...
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El diario de una Nerd
Teen Fiction(HISTORIA COMPLETA) Samantha Williams no es nada más y nada menos que otra chica que recorre fantasmalmente los pasillos de West High. Aún en sus dieciséis tristes años de vida, nunca se interesó en un chico, ya que tenía su cabeza metida entre los...