No sé cuánto tiempo había dormido, ahora me encontraba con los ojos cerrados en una cama escuchando la conversación que Perro llevaba por celular.
— Te dije que no me gustan los errores –Dijo algo molesto –Cuando llegue los voy a descuartizar lentamente y cuando pida piedad ¿Sabes lo que voy a hacer? –Hubo una pausa –Lo matare, malditos hijos de putas –Susurraba algo cabreado.
Creo que este sería un mal momento para que a mí se me antojara abrir los ojos. Me mantuve quieta en la cama fingiendo estar dormida así podía escuchar de que se trataba todo. Además mi meta de estar aquí es des encarar de una vez por toda. Es increíble como una persona puede ser uno de lo que más dolores de cabeza le provocan a la policía y al gobierno pero sin poder quitarlo del camino solo por el siempre hecho de que no tienen prueba para encerrarlo en la cárcel.
Solo argumento y rumores es lo único que tiene. Y yo aquí, jugando con mi vida en el momento que pise su casa, solo por mantener un puesto de trabajo, mi pasión y así crecer grandemente. Seria increíble poder ser la noticiera más importante del mundo, ser reconocida por todos. Solo tengo que presentar pruebas de este chico a la policía y listo yo seré feliz o eso creo.
— Escúchame bien, se me muy bien cuantas... -Hubo un silencio como si el Perro se diera cuenta de algo –Dame unos segundos –Y diciendo esto escuche la puerta abrirse para luego cerrarse.
¿A caso se había dado cuenta de que estaba despierta? Abrí los ojos y me estruje la cara, luego corrí hacia el espejo para confirmar si llevaba maquillaje sería una vergüenza tener maquillaje y que ahora mismo me viera como un mapache. Para suerte mía no tenia, pero si tenía una marca en mi cama, al parecer había dormido muy bien.
Entre al baño a tomar una ducha; me puse mi ropa interior y comencé a tratar de peinarme; mi cabello le encantaba darme problema a la hora de peinarme, me hice un trenza que hasta a mí me sorprendió como me había quedado. Tocaron la puerta.
— Adelante –Dije. Ya sabía que no era el Perro porque en dado caso hubiera abierto de la misma forma que cerro. Lo que me quedaba deducir que era Liz.
— Lo siento mucho señorita –Escuche una voz que no era ni de Liz ni mucho menos del Perro.
Lo que hizo que me sobresaltara y mirara hacia la puerta, había un señor de unos ¿40 o más? Tapándose los ojos. ¡Qué vergüenza! Fui corriendo en busca de algo para taparme, así que lo primero que hice fue arrastras la sabana de la cama para poder cubrirme con esta.
— Perro no está –Dije cuando me relaje un poco.
— Lo sé –Me informo todavía manteniendo los ojos cerrados.
— Puede abrirlo –Le dije y él lo hizo.
— Perro me ha mandado para que las lleve a usted y a su prima para su casa –Dijo en tono serio.
— ¿Dónde está él?
— Se ha ido hacia varios minutos.
— ¿Se ha ido? –Pregunte más para mí que para él -¿Y por qué no me ha esperado?
— No lo sé, solo cumplo ordenes señorita.
— ¿Y sabe para dónde se fue?
El señor se quedó mirándome por unos segundos.
— Estoy seguro que si el jefe no le digo es precisamente porque no quiere que usted sepa –Iba a decir algo pero él prosiguió –Además mientras menos sepa más chances tiene de salir de aquí antes de que sea tarde.