¿Mi vida o mi trabajo?

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-¿Quieres beber algo? –Me pregunto.

Yo me quede mirando a la nada ¿Beber algo? ¿A caso estaba loco? Lo menos que yo quiero en este momento es beber agua. Mire para cualquier a cualquier lugar menos a él, no me atrevía a mirarlo en la cara; estaba casi segura anteriormente que fue el Perro que me había mandado a matar debido a que ya se había enterado que todo este tiempo lo estaba engañando.

Y lo irónico de todo esto, es que justamente la persona que yo pensé que me mando a matar es el que me salvo. Mierda, esas gente que estaban en mi casa me querían matar, nunca nadie me ha querido matar de esa manera tan cruel, fuera como si hubiera hecho algo muy mal; aunque pensándolo bien solo el hecho de estar jugando con fuego en estos momentos eran más que suficiente con hacer algo malo.

-Deja de llorar -Me ordeno.

No me había dado cuenta de que estaba llorando y también note que estaba temblando; me encanta las películas de acción, pero hoy entendí que solo me gusta verlas no vivirlas, esto casimente dándome un paro en el corazón por tal hecho y todo esto comenzó en el momento que entre en el mundo de Perro, es cierto lo que decían mis amigos esto no era buena idea, es mejor salir de aquí lo más rápido posible.

Tengo que alejarme de Perro antes de que acabe con mi vida, debo reimplantarme lo que está pasando, esto ya no es normal ¿A caso es más importante mi vida que mi trabajo?

La repuesta no llega de una vez, debido a que siempre he dicho que mi trabajo es mi vida, ¿Pero llegaría a tanto por eso? Maldijo mentalmente, todo lo que hago me sale mal, no tengo suerte de nada. Recuerdo de mi infancia llega a mi mente, siempre fui la gordita, siempre recibí muchos insultos de parte de mis compañeros, me trataban mal, mi baja autoestima no ayudaba mucho que digamos y nadie quería ser mi amigo, solo yo y mi gordura contra el mundo. Odiaba cada vez que mis padres decían que yo era bella, porque solo me estaban mintiendo, no era cierto, solo querían hacer sentir bien a su hija gorda.

Mi única amiga fue Liz, pero ella vivía muy lejos de mí, luego en secundaria conocí a mis tres mejores amigos y ellos me defendían de cualquiera que me insultaba ¿Cómo no valorarlo? Luego con el tiempo comencé a rebajar y a verme mejor, era cierto lo que decían mis padres, no era fea, solo era gorda, demasiado para ser sincera. Tuve un novio que después de dos años termino conmigo; abandonándome por una rubia. Obtuve uno de mis sueños, trabajar en televisiva y una rubia apareció y me quito mi lugar.

No es que la odie a las rubias, pero siempre tienen que ver una rubia en mi infelicidad; no dudo que la tal Emily de la que Perro no le gusta hablarme es rubia también.

-Debes parar -Dijo Perro llevando una mano a mi mejilla y acariciándome despacio.

Me había olvidado donde estaba.

- Necesito que me dejes ver esa herida -Dijo en voz baja, algo en su tono de voz me parecía extraña, era como si tratara de contenerse.

Es cierto un tiro me había dado.

-¿Me voy a morir? -Fue lo único que pude decir. Él negó con la cabeza.

-Nunca lo dejaría -Aseguro -Pero tienes que dejar que yo le eche un vistazo.

Asentí y mire hacia donde me estaba doliendo. Era en un costado de mi abdomen. Me quite la bata de baño que tenía y el Perro sonrió pícaramente.

- ¿Qué pasa?

-Me encanta lo que llevas puesto.

Fruncí el ceño y mire mi cuerpo.

-No llevo nada.

PERRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora