Una simple zorra

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  — ¿¡Qué es lo que pasa por tu cabeza!? — Grito Perro muy irritado, camino de un lado a otro en su oficina.— ¿¡Cómo mierda se te ocurre irrumpir mi oficina!? ¡Se debe avisar cuando entras a un lugar! ¿¡A caso no sabes tocar!? —Un grito era peor que otro —¡Y más a mi maldita oficina!

Mientras que Cohen y Liz me socorren Perro se estaba encargando de reprocharme una y otra vez. Tenía varios vidrios incrustado en mis piernas, pero la más afectada fue la derecha. No era la gran cosa, pero era muy molestoso sentir eso en tu cuerpo y más cuando la estaban extrayendo.

Cerraba los ojos porque el dolor era terrible y también los reproches y gritos de Perro me estaban volviendo loca.

— Tranquila estarás bien —Me ánimo mi prima con un tono de voz preocupante.

—¿¡Bien!? —Grito más fuerte como si eso fuera posible ya —¡Entiérrale los vidrios para que aprenda la lección!

Mire a Liz y ella me estaba mirando un poco asustada y yo negué con la cabeza, lo que menos necesitaba era que ella estuviera así.

—Hermano tienes que calmarte —Dijo Cohen acercándose a Perro —Las estás asustando.

Perro lanzó una cuchilla hacia Cohen, pero solo le cruzó cerca del cuello, pero aún así nos exaltamos, la cuchilla se clavo en la pared y en ese momento me di cuenta que esa pared estaba hecha de tabla y también me sorprendí de la fuerza que tenía Perro para poder hacer que la cuchilla se quedara clavada.

— A mi no me mandes a calma —Furioso era poco a lo que Perro estaba en este momento.

— Lo siento —Se disculpo Cohen levantando las manos en forma de rendición y acercándose hacia nosotras.

— Váyanse —Dijo un poco más calmado pero con nada de humor. Mi prima me agarró por la cintura para ayudarme a salir —Ella no se va para ningún lado. —Agrego Perro clavandole la mirada a Liz.

— Pero todavía no le he sacado todos los vidrios —Dijo mi prima un poco nerviosa por la reacción que tenía Perro.


Eso es para que veas querida prima, que a este hombre es mejor tenerlo lejos, aunque a mi últimamente me estaba costando mucho.


—Vámonos Elizabeth —Dijo Cohen acercándose a Liz —Tu prima estará bien, nosotros no, si nos quedamos.

Liz me miro y yo asentí, no quería meterla en ninguno de este lío y esperaba que fuera cierto lo que Cohen dijo de que Perro no me iba hacer daño.

¿A quién engañó? Él fue que dijo que me entrarán más vidrio en mi piel.

Liz y Cohen se fueron trancando la puerta a su paso, Perro se sentó en su asiento y se quedó mirándome serio para luego llamarme con la mano. Me quede en el mismo mueble donde estaba, no podía caminar así, claro podía pero, no quería.

Perro chito y se paro de su asiento y me cargo hasta ponerme encima de su escritorio, había varios papeles debajo de mis nalgas pero al parecer a él no le importaba eso en estos momentos. Se volvió a sentar en la silla y cogió la pierna donde había más vidrio y comenzó a extraerlos, me sorprendí a ver qué no estaba haciendo lo que le pidió a Liz que hiciera.

Más bien, él era muy delicado a extraerlo.

Había uno de los vidrios que estaba más profundo, Perro me ofreció un vaso de vodka antes de proceder, escuché que había dicho que ese si estaba profundo y hasta tuvo que buscar una pinza. Me bebí el trago con gusto, solo para no sentir nada pero, como quiera lo sentí.

PERRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora