¡Hola! Traigo otro capítulo, este es uno de los más cortos que he hecho hasta el momento, pero espero que lo disfruten.
En fin, buena lectura...Fran💜
-Travesura Realizada.
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Itzel caminó con paso lento y ruidoso por los pasillos del colegio.
El oscuro uniforme se balanceaba a sus pies, y el cabello castaño y despeinado le bailaba en la espalda, distribuido en delicados mechones enrulados. Los ojos azules iban y venían de cuadro en cuadro, ignorando a los molestos personajes en los retratos que le preguntaban qué hacía sola caminando por el colegio cuando todo el mundo se encontraba en el banquete, dando la bienvenida a los de primero.
La muchacha caminaba con tranquilidad pero, haciendo ruido con sus torpes pasos. Eran los zapatos escolares los responsables de su torpeza. Le iban un poco grandes, ya que eran de su hermana, lo que hacía que le pesaran y que casi se le salieran de los pies al caminar.
-¡Señorita Brown!- una voz hizo detener a la joven castaña y que se diera la vuelta.
La muchacha se encontró con el antiguo cuadro de Sir Cadogan colgando de la pared y, ha dicho personaje observándola con una sonrisa asomando a través del pálido rostro. Sir Cadogan se encontraba reluciente en su armadura de plata.
Las verdes praderas del retrato se sacudían con la brisa, y el cielo azul era decorado por un brillante sol. El paisaje campestre del cuadro acompañaba al hombrecito que, sobre su caballo gris, sonreía a la joven.
-¡Sir Cadogan!- saludó la castaña, con una tenue sonrisa.- ¿Cómo se encuentra usted?
-No tan bien como usted, mi bella dama.- habló el caballero, articulando una especie de reverencia sobre su corcel.- Debo expresar el extremo placer que me produce encontrarla nuevamente en el colegio, pero me temo que no imaginé que dicho momento llegaría tan presuroso, ¿a qué se debe? Si me permite preguntar.
Ella amaba la forma tan elegante de hablar del caballero. La hacía sentir como si estuviera en la época medieval y fuera una elegante doncella que se mereciera dicho respeto.
-Pues, he tenido un inconveniente y me han castigado. - se sinceró la castaña, mirando de reojo cómo la doncella Siremys, del cuadro de al lado, se acercaba a su marco para escuchar. Aunque parecía casi imposible, los cuadros en Hogwarts eran la fuente de información más confiable.
-¡¿Quién es el responsable de causarle tal disgusto?!- se escandalizó Sir Cadogan, desenvainando su espada y mirando el paisaje en su cuadro, como esperando ver alguien a quien culpar.
-No, no, no... - trató de calmarlo la joven, pero al ver que el caballero comenzaba a practicar mandobles con su espada, sin escucharla, siguió caminando.
Itzel no estaba molesta por el castigo, pero sí muy avergonzada por él. Ella sabía que lo tenía merecido y que era lo justo, pero el hecho de tener que cumplirlo con Potter le parecía demasiado.
Siguió caminando, hasta llegar a las escaleras de caracól que conducían a la sala común de Ravenclaw. Subió presurosa, y se encontró con una puerta de gruesa madera, carente de picaporte o manija, impidiéndole el paso y una aldaba plateada, en forma de águila, colgada de la puerta, custodiando, con ojos de rubíes, la entrada a la Sala Común.
El águila de plata extendía sus pequeñas alas, delicadamente trabajadas, sobre la madera. El cuello se extendía en cuidadosas plumas talladas y la cabeza, imponente, se alzaba coronada con un afilado pico. Los ojos de rubíes azules del águila miraban a Itzel con astucia y precaución. La muchacha hubiera jurado ver un destello en ellos, como fuego.
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Tercera Generación "La Batalla de las Cenizas"
Fanfiction¿Y si en realidad no todo ha terminado? ¿Y si la generación de los Potter está destinada a algo más? ¿Y si en las cenizas todavía hay brazas crepitando, escondidas en el polvo del olvido y el anhelo de la paz? Las desapariciones comienzan c...