Capítulo 35 "Eres tú"

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-¿Cuándo llegaste? - pregunto, abalanzándome sobre la rubia y envolviéndola en un fuerte abrazo que hace que estalle de felicidad.

-Hace unos segundos. - responde, devolviéndome el abrazo al punto que creo que mis costillas pueden quebrarse. - Ahora, creo que me debes un par de explicaciones...

-¡Estoy tan feliz de que estés de vuelta! - chillo, apartándome para observarla de arriba abajo.

Los círculos oscuros alrededor de sus ojos han desaparecido, y su piel luce brillante y rosada a la altura de las mejillas. Ha perdido algunos centímetros en sus pómulos, y su cuello luce delgado y alto por el cuello de su vestido. Luce saludable, aunque más delgada que de costumbre.

-Luces genial. - sonrío, obligándola a dar una vuelta sobre sí misma. No puedo evitar volver a abrazarla.

-Ya, ya... - se queja, apartándome con aparente molestia. - Desaparezco por unos días y parece el fin del mundo... cómo se nota que sin mí eres nada...

-Si, si, si... - asiento, abrazándola por el cuello, y dándole la razón con tal de que me permita estrujarla como papel de diario.

-Bien, ahora, déjame decirte que estoy en shock... quiero decir, ¿tú y Potter? ¿James Sirius Potter? - pregunta, sus ojos abiertos de par en par. Asiento, mordiendo mis labios. - Bien, no es gracioso. Dime dónde está la cámara oculta.

Rio.

-Sucedió ayer por la noche. - explico, al tiempo que Gus me anima a que camine a su lado por el corredor. - ¿Qué piensas?

-¿Que qué pienso? - pregunta, incrédula, y yo me encojo de hombros, insegura. - ¿Lo quieres? - asiento, las mariposas revoloteando en mi estómago. - ¿Y él a ti?

Asiento nuevamente.

-¡Pues que vivan los novios! - grita, pero su voz se corta al final de la oración con un gemido aparatoso. - ¡Rayos! El doctor me dijo que no gritara...

-Pues hazle caso, tonta. - sonrío. - ¿Cómo te sientes?

-Perfectamente. - responde, resuelta, pero noto una pizca de amargura en su voz. - Me ha servido este tiempo en el hospital, ¿sabes? He pensado mucho las cosas y he llegado a una conclusión.

-¿Cuál? - pregunto.

-¡Que se pudran los políticos y los estúpidos revolucionarios oscuros! - chilla, y me esfuerzo por ignorar el desliz en su tono de voz. - ¡No van a evitar que esta chica tenga los mejores años de su vida! ¡Y si pretenden acabarme de una vez con un rayo divino, sabrán que perseguiré a sus descendientes en mi forma fantasmagórica solo para recordarles que no son más que excrementos de lechuza!
Permanezco de pie frente a ella, helada ante sus palabras y el eco de su voz se extiende por las paredes. No puedo evitar aplaudir con fervor ante su discurso.

-¡Que se pudran todos ellos! - grito.

-¡Exacto! - corea Gus, elevando sus manos a sus costados para darle énfasis a sus palabras. - ¡Y que se pudra también el creador de las grageas con sabor a vómito! - chilla mi amiga, agitando un puño en el aire.

Ambas rompemos a reír, sintiendo como si las semanas distanciadas nunca hubieran existido, como si nada hubiera ocurrido.

Gus es la primera en detener su estridente risa, a lo que la observo extrañada, sus ojos están muy abiertos, observando un punto detrás de mí.

-Es una pena interrumpir tan grato encuentro, pero me temo que importunan mis horas de clase.

Volteo al reconocer aquella voz y fría y desagradable, para encontrarme frente a la nariz puntiaguda del profesor Daweings, cuya sonrisa amarilla es tan amplia que parece a punto de salir de su rostro.

Tercera Generación "La Batalla de las Cenizas"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora